martes, 29 de diciembre de 2015

CAMBIO TECNOLÓGICO Y EMPLEO

En 1995 se publicó en Estados Unidos la obra de Jeremy Rifkin, economista y sociólogo, titulada “El fin del trabajo”, con una conclusión inquietante: las nuevas tecnologías de los ordenadores y de las comunicaciones destruyen más puestos de trabajo de los que crean, lo cual tiende a provocar notables desequilibrios a nivel mundial. 

Rifkin argumenta que, en el siglo XXI, los robots y los ordenadores se introducirán con mucha mayor rapidez que en las anteriores revoluciones industriales, por lo que los países tendrán menos tiempo para reemplazar con nuevos empleos, que requieren preparación, a las personas desempleadas. 

Los trabajadores han temido siempre perder su empleo por el avance de las máquinas. Recordemos que, a comienzos del siglo XIX, ya hubo una reacción violenta en Inglaterra, conocida como el “movimiento ludita”, protestando contra los despidos en fábricas textiles, que llegó a la destrucción de telares introducidos por la Revolución Industrial. 

Los efectos del cambio tecnológico sobre el empleo son tanto en calidad (condiciones de contratación), como en cantidad (puestos de trabajo). Ambos impactos han venido afectando durante las últimas décadas a determinados segmentos de la población, acentuando desigualdades de renta. Algunos analistas señalan la “polarización de los trabajos”, con la reducción de los de bajo nivel y el incremento en la demanda de los altamente cualificados, aquellos que requieren flexibilidad, creatividad o interacción entre las personas.

El economista Joseph Schumpeter denominó “destrucción creativa” a la innovación tecnológica que se da en el sistema capitalista y lo describía como un proceso de cambio industrial que revoluciona incesantemente la estructura económica desde dentro, destruyendo la antigua y creando una nueva. 

Este proceso típico del capitalismo consigue aumentar la productividad, haciendo que muchos bienes que estaban al alcance de pocas personas sean accesibles hoy día para sectores más amplios de la población. Las nuevas tecnologías amplían la oferta de los productos considerados, en principio, más bien de lujo y empujan los precios hacia abajo para atender una demanda más amplia. Así es como las innovaciones han eliminado puestos de trabajo en algunos sectores, pero han creado al mismo tiempo empleos en nuevas industrias. Se ha concluido que el resultado ha sido positivo para el conjunto de la sociedad.

Pero se sospecha que actualmente la tecnología puede estar eliminando más puestos de trabajo que los que crea. Algunos han argumentado comparando los tres grandes suministradores de coches con los tres principales monstruos de la tecnología. En 1990, Ford, GM y Chrysler tuvieron 36.000 millones de dólares de ingresos y emplearon a más de 1 millón de trabajadores, mientras que hoy día Google, Facebook y Apple alcanzan más de 1 billón de ingresos y sólo dan empleo a 137.000. 

Quizás, una reflexión de Stephen Hawking, conocido físico británico, ayude a profundizar en esta controvertida cuestión: "Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todo el mundo podrá disfrutar de una vida de lujo ociosa si la riqueza producida por las máquinas es compartida, o la mayoría de la gente puede acabar siendo miserablemente pobre si los propietarios de las máquinas cabildean con éxito contra la redistribución de la riqueza. Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia la segunda opción, con la tecnología provocando cada vez mayor desigualdad".

martes, 22 de diciembre de 2015

DESEQUILIBRIOS COMERCIALES

Si un país no tuviera relaciones comerciales con el extranjero (autarquía), toda la renta nacional estaría generada por el consumo interno, la inversión y el gasto público. En cambio, en las economías abiertas al exterior, una parte del producto obtenido es exportado y, al mismo tiempo, el país consume también cierta cantidad de productos importados.

Los intercambios provocan desequilibrios  comerciales con el resto del mundo y originan desajustes entre el ahorro y la inversión de los países. En una economía abierta, la inversión y el ahorro no tienen que coincidir necesariamente. Los países se endeudan cuando importan más de lo que exportan y envían ahorro al exterior cuando las exportaciones superan a las importaciones.

Recordemos que la renta nacional (Y) de un país responde a la conocida expresión Y = C + I + G + X – M, donde  C es el consumo privado,  I representa la inversión privada, G indica el gasto público, X recoge las exportaciones y M las importaciones.

La diferencia entre exportaciones e importaciones (incluyendo mercancías, servicios, rentas y transferencias) es el saldo de la balanza por cuenta corriente (CC). Es decir,  CC = X – M. Si la diferencia es expositiva, el país tiene un superávit en la cuenta corriente y, si es negativa, una déficit. 
 
Como un déficit quiere decir que el país ha comprado al exterior más que lo que ha vendido, tendrá que financiar esa diferencia endeudándose con otros países. El saldo de la Inversión Internacional será negativo, tal como se representa en el siguiente gráfico, que  corresponde a la situación de España


Observamos que la diferencia negativa entre los activos y los pasivos frente al exterior supera al billón de euros (98% del PIB), cuando la Comisión Europea tiene fijado como referencia el 35% del PIB

En el caso de un país con superavit de la cuenta corriente (Alemania, por ejemplo) significa que está ingresando por exportaciones más de lo que se paga por importaciones, financiando el déficit comercial de otros países prestándoles dinero.

Por lo tanto, la balanza por cuenta corriente muestra la variación de la riqueza exterior neta de un país. En términos de comercio intertemporal, un país con déficit por cuenta corriente está importando consumo presente y comprometiéndose a exportar consumo en el futuro.


En cuanto a ahorro e inversión, una economía abierta al exterior puede incrementar el nivel de inversión temporalmente sin variar el volumen de ahorro interno,  endeudándose con el exterior a través del déficit de la cuenta corriente. Es lo que sucedió en el  período 2001-2007 en España, los años de gestación de la burbuja inmobiliaria, que ha dejado la enorme deuda externa neta representada en el gráfico.  

martes, 15 de diciembre de 2015

LA CONTAMINACIÓN COMO EXTERNALIDAD

Tras el cambio a última hora de “deberán” por “deberían” en el documento final, en referencia a las obligaciones de los países de recortar la emisión de gases de efecto invernadero, el plenario de la Cumbre del Clima, celebrado en París, ha aceptado el objetivo de aplicar las medidas necesarias para que el aumento de la temperatura media del planeta quede por debajo de los dos grados

Cuando hablamos de la crisis del cambio climático, en general, nos referimos a las alteraciones de los sistemas del clima del planeta atribuidas a actividades humanas, tanto de la quema de combustibles como de la explotación de los recursos naturales y la producción y consumo de energía y bienes industriales. 

Además de los automóviles, las fábricas también contaminan el aire y los agricultores utilizan fertilizantes y pesticidas que afectan al agua. En general, el crecimiento económico, que eleva tanto la producción como el consumo, tiende a generar perjuicios medioambientales. 

Hay cierta corrección en la tendencia a medida que aumenta la proporción del sector servicios, dado que el consumo de materias primas y de energía es menor por euro de Producto Interior Bruto. 

Algunos analistas afirman que, al avanzar en el desarrollo económico, aumenta también en los países la exigencia de políticas medioambientales y se hacen más rigurosas las normativas para conseguir aire y agua limpios.

Estudiando la relación entre nivel de la renta y la contaminación se llegó a establecer la curva medioambiental de Kuznets, con forma de U invertida, que se representa esquemáticamente en el siguiente gráfico

A medida que crecen las economías, inicialmente aumenta el daño medioambiental, pero se van cuidando más los efectos sobre el clima cuando se alcanza cierto nivel de renta. China ha sido un ejemplo de pasar del punto A al B y algunos países occidentales desarrollados podrían estar avanzando de C a D.

Sin embargo, parece que ha sido sólo en los países desarrollados donde se han encontrado evidencias de crecimientos económicos generadores de mayor deterioro medioambiental en el corto plazo y que en el largo plazo han evolucionado hacia una menor contaminación. En los países en desarrollo, todo crecimiento económico se traduce más bien en deterioro medioambiental. 

Parece comprobado que, al igual que en el caso de los demás recursos, cuando la contaminación no tiene ningún coste, los productores carecen de incentivos para limitar las emisiones contaminantes. En cambio, si por contaminar hay que pagar un precio, tratan de encontrar soluciones para reducirla. Y si el precio es alto, contarán con incentivo suficiente para investigar y desarrollar métodos para evitar el daño medioambiental.

Como la contaminación actúa como externalidad negativa, la degradación del medio ambiente no afecta a los mismos que, al no tener que asumir los costes, se benefician de la actividad contaminadora. Cuando afecta a las personas cercanas, los mecanismos políticos son generalmente suficientes para resolver el problema de la externalidad negativa. En cambio, si las comunidades afectadas están lejos, los problemas para controlar la externalidad son mayores. Y cuando afecta a todo el planeta, como el calentamiento de la atmósfera, las dificultades son máximas, ya que al ser global el problema de contaminación, menos se beneficia directamente cualquier país de su esfuerzo de reducción de las emisiones.

Lo cierto es que existe todo el conocimiento y la tecnología que hace falta para prevenir la crisis climática. El problema es contar con la voluntad y el poder político y económico para aplicar las medidas necesarias para detener el calentamiento global. 

Por ello, el documento firmado en París señala que "las partes que son países desarrollados deberían seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de emisiones para el conjunto de la economía". Y añade que cada país “debería” poner en marcha “medidas domésticas” de mitigación para cumplir con los objetivos nacionales que se haya fijado en su contribución.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

POLÍTICAS DE COMERCIO EXTERIOR



La política comercial se define como la gestión de los instrumentos que disponen los países para establecer las relaciones comerciales con el resto del mundo. Se distinguen básicamente dos tipos de políticas: proteccionismo y liberalismo.

El proteccionismo tiene por objetivo ayudar a desarrollar los productos de ciertos sectores de un país, imponiendo aranceles o tributos y cuotas de importación a los bienes que llegan del exterior. En cambio, el liberalismo propugna la libre competencia en los productos de diferentes países, sin ninguna intervención gubernamental.

Tras la Segunda Guerra Mundial, hasta la década de los años setenta, fueron muchos los países que trataron de avanzar en su desarrollo limitando las importaciones de bienes manufacturados El objetivo era fomentar el desarrollo de algunos sectores industriales propios, dándoles una ventaja competitiva en el mercado nacional. La estrategia se justifica como una sustitución de importaciones para proteger a la industria naciente, dado que los sectores más desarrollados del exterior pueden echar del mercado a los productores locales y debilitar más la situación económica del país en desarrollo. Hay evidencias de que los grandes países actuales comenzaron a dotarse de este tipo de protección a finales del siglo XIX.

Se reconoce que la sustitución de importaciones ha ayudado a muchos países a incrementar su producción industrial, pero resulta dudoso que haya servido para avanzar en su desarrollo económico. La estrategia no dio los frutos que se esperaban. Se vio que un período de protección no basta para crear un sector competitivo, porque muchos países carecen de trabajadores cualificados, de gestores experimentados y del entramado organizativo necesario para producir con eficiencia. 

Los aranceles y las cuotas de importación ayudan a sobrevivir a un sector ineficiente, pero no pueden lograr directamente convertirlo en eficiente. 

En el gráfico podemos observar la caída de los tipos arancelarios en los países en desarrollo, lo que indica que, con el paso del tiempo, se ha dado un alejamiento de la estrategia de industrialización mediante la sustitución de importaciones. A principios de los años 1980, el arancel o tributo medio era del 30% y en la actualidad no pasa del 10%

Muchos países en desarrollo bajaron la protección arancelaria y eliminaron las cuotas de entrada a los productos extranjeros, abriendo sus economías a la competencia de las importaciones. Se pudo comprobar que la liberalización comercial atrae capital y tecnología a un país, mejorando las infraestructuras y aumentando la productividad.

A partir de 1985, la nueva estrategia de liberalización comercial en los países en desarrollo ha tenido como consecuencia un notable aumento del volumen del comercio, que ha triplicado su relación con respecto al PIB desde 1970

Otra consecuencia significativa ha sido la composición del comercio de esos países, que pasó de exportar productos agrícolas y minería básicamente hasta 1980, a exportar una proporción elevada de bienes manufacturados. 

Algunos países, como la India, han acelerado el crecimiento con la liberalización, pero en otros, como Brasil y ciertos países latinoamericanos, las tasas de crecimiento han sido menores a partir de los años 1980. En cualquier caso, tras el proceso liberalizador, los economistas muestran su preocupación por el aumento de la desigualdad que se observa en los países en desarrollo.

En los años 1990 se observó que se estaban consolidando sorprendentes historias de desarrollo. Algunas economías habían logrado acelerar el crecimiento y sus rentas comenzaban a converger con las de los países desarrollados. En un principio destacaban pequeñas economías del sudeste asiático, tales como Taiwan, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, pero el despegue económico llegó a los gigantes China y la India. 

En la estrategia de política económica aplicada por estos países destaca una mayor regulación gubernamental en determinadas áreas, con un impulso hacia un comercio más libre. China está convirtiendo un país de planificación central en una economía de mercado, admitiendo la búsqueda del propio beneficio. Las reformas económicas en todos los países consiguieron un notable incremento de la exportación en relación con el PIB

Como la reducción de las restricciones a la importación fue solo un componente de las reformas económicas que realizaron los países asiáticos, resulta difícil valorar la importancia que ha tenido la liberalización comercial en el éxito económico. Se ha debatido mucho, por ello, sobre las causas del despegue económico de Asia. En cualquier caso, puede ser una evidencia de que el nivel de vida de los países pobres es susceptible de mejorar notablemente, con un crecimiento económico sostenible y con inclusión social.

martes, 1 de diciembre de 2015

BIENES PÚBLICOS Y PRIVADOS

La sociedad está constituida por un conjunto de instituciones con el objetivo de organizar la convivencia entre los ciudadanos. Destacan entre ellas el Estado y el mercado.  El Estado es una organización política, económica y social que tiene el poder de establecer regulaciones y al que se le reconoce el monopolio de la fuerza. El mercado se caracteriza por abarcar las transacciones económicas entre ciudadanos e instituciones.

Uno de los  argumentos habituales para justificar la intervención del Estado en la economía, asumiendo una actividad asignada  en principio al mercado, es que éste tiene lagunas y fallos en su funcionamiento, entre los cuales se encuentra la incapacidad para la provisión de algunos bienes o servicios, a los que se denomina bienes públicos (por ejemplo, un parque) y se caracterizan básicamente en que las personas que no los pagan directamente pueden también utilizarlos, al tratarse de un bien que no excluye a nadie. En cambio, los bienes privados solo pueden utilizarlos quienes paguen su precio en el mercado, excluyendo al resto de interesados. Además, los bienes privados son del tipo “rivales”, porque mientras uno los utiliza, nadie más puede disfrutarlos (la ropa, por ejemplo)  

En el siguiente cuadro se recogen las cuatro clases de bienes, con ejemplos de cada uno


Los bienes públicos se producen para todos, porque una vez realizados no se puede excluir a nadie de su consumo o utilización. Por tanto, producen efectos sobre terceros que no han participado directamente en su producción (externalidades positivas)

El mercado es incapaz de suministrar un bien público (fallo de mercado), al no poder contar con ingresos que compensen los costes incurridos. Es el Estado quien, mediante impuestos, cobra el servicio a los beneficiarios de las externalidades.

Los bienes públicos (puros) cumplen las propiedades de no  ser excluibles vía precios y su utilización es del tipo “no rival”, Es el caso del espectáculo de una sesión de fuegos artificiales. El hecho de que los disfrute una familia no impide que otras puedan hacerlo (consumo no rival), y no existe un precio que excluya al que no pueda pagarlo.

Cuando un bien excluye, al tener que pagar un precio, pero es de tipo no rival, en cuanto que el uso que haga una persona no impide que puedan disfrutarlo otras, estamos ante bienes llamados monopolios naturales. Dado su alto nivel de inversión, el uso eficiente exige generalmente la presencia de grandes entidades. Por ejemplo, la televisión por cable.

Hay algunos bienes o servicios que cumplen la propiedad de “rivalidad”, en cuanto que si uno utiliza el bien, otro no puede disfrutarlo, pero no de exclusión, al poder ser utilizados por todos.   Reciben el nombre de “bienes o recursos comunes” y se sitúan entre lo privado y lo público.

La mayoría de los bienes en nuestra economía son de naturaleza privada, dado que se encuentran en el mercado y se guían por los precios, que son las señales que utilizan los compradores y los vendedores para tomar sus decisiones.

La “tragedia de los bienes comunes” ha sido descrita como una situación en la que varias personas, motivadas por el interés personal y actuando racionalmente, acaban utilizando inadecuadamente un recurso compartido, aunque no les convenga que se deteriore y se acabe destruyendo. Es el caso de la sobreexplotación de los bancos de pesca, que beneficia a corto plazo a los depredadores, pero acaba perjudicando  a todos en el largo plazo.

Los bienes públicos y los recursos comunes necesitan una gestión y un mecanismo de control que asegure su utilización y disfrute, así como un sistema que garantice su sostenibilidad.