La creación del euro se decidió en 1992, en el tratado de Maastricht, y la población comenzó a utilizar la nueva moneda en sus transacciones el primero de enero de 2002.
El alumbramiento de una moneda sin Estado, como una etapa de un largo proceso hacia la unión política y fiscal, se concibió en los comienzos de 1990, cuando se creía en Europa que los bancos centrales debían ser independientes del poder político y tener como objetivo el control de los precios. Así es como nació el euro y se creó el Banco Central Europeo (BCE), un banco sin Estado.
La crisis de 2008 vino a poner en cuestión esa visión, porque se hizo patente el papel importante que desempeñan las monedas propias y los bancos centrales en los casos de crisis agudas. Se puso en evidencia el inadecuado funcionamiento del entramado europeo, con el BCE enfrentándose a 19 diferentes deudas públicas y a 19 Estados, lo cual dificulta su política monetaria estabilizadora.
Como refleja el contexto ideológico en el que fue creado el BCE, mientras otros bancos centrales importantes adoptaron también como objetivos el pleno empleo y el crecimiento, los estatutos del BCE señalan como estrategia prioritaria mantener una baja inflación e impiden que sea acreedor de préstamos públicos en el momento en que se emiten los títulos. Si quiere comprar bonos tiene que ir al mercado secundario.
Aunque las tasas de interés eran similares en toda la zona del euro hasta 2008, la crisis financiera hizo que se dieran divergencias notables entre los países y la especulación sobre los tipos de interés en los países periféricos de Europa ha sido desestabilizadora.
En el gráfico se representa la evolución de la prima de riesgo, llamada también riesgo país o riesgo soberano, que es el sobreprecio que hay que pagar en comparación con Alemania cuando se acude a los mercados para financiarse.
El descenso de la prima de riesgo, desde los 600 puntos básicos (6%) que alcanzó en el año 2012, obedece al cambio de postura del Banco Central Europeo. La autoridad financiera ha aprobado la puesta en marcha de una operación de expansión monetaria, mediante la compra de activos financieros, para contribuir al incremento de la producción y de los precios de la Eurozona, inyectando en el plazo de dos años hasta un total de 1,15 billones de euros de liquidez adicional en el mercado, siguiendo la senda de las operaciones realizadas por otros bancos centrales, tales como la Reserva Federal norteamericana y el Banco de Japón.
Así es como se ha reducido notablemente la divergencia de tipos de interés entre el norte y la periferia europea, hasta situar la prima de riesgo española en estos momentos en torno a 150 puntos básicos (1,5%), con el rendimiento del bono a 10 años al 2,35% anual.
Aunque se ha conseguido estrechar en los últimos meses la diferencia entre los tipos de interés de los países que trabajan con el euro, algunos economistas siguen afirmando que la contrapartida de la pérdida de soberanía monetaria que supuso el nacimiento de la moneda común debería ser el acceso a una deuda pública mancomunada y a unas tasas de interés a largo plazo bajas y previsibles.
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