martes, 30 de junio de 2015

LA INVERSIÓN

Tras el Consumo de las familias, la Inversión (Formación Bruta de Capital) es el componente más importante del Producto Interior Bruto (PIB) de un país. La decisión de invertir consiste en renunciar al consumo actual y dedicar unos recursos a realizar ciertas actividades, con la esperanza de que aporten beneficios en el futuro.

La inversión empresarial cumple dos funciones: a) aumenta la demanda, puesto que las empresas inversoras adquieren bienes de capital (máquinas, equipamiento, edificios…) a otras empresas, lo cual incrementa la producción y el empleo, y b) aumenta la capacidad productiva instalada en la economía, fomentando el crecimiento económico a largo plazo.

En el siguiente gráfico del Banco de España tenemos la evolución de los indicadores de inversión en España en los últimos años. Se constata la persistente evolución al alza de los bienes de inversión a partir de mediados del año pasado, tanto en bienes de equipo como en el ámbito de la construcción. 


La inversión empresarial depende del tipo de interés real (eliminada la inflación) y del nivel de ventas, así como de las expectativas que tengan los inversores sobre la evolución  económica futura.

Por ejemplo, una empresa que tiene que decidir la compra de un equipo productivo calculará el valor actual de los beneficios que puede esperar de la actividad de ese equipo y lo comparará con el coste de adquirirlo. Si el valor actual es superior al coste, le interesará adquirir el equipo productivo y, si es menor, decidirá no realizar la incorporación. 

En términos analíticos, la expresión sería la siguiente


El Valor Actual Neto (VAN) es igual a los flujos de caja anuales  esperados en “t” períodos (Vt), actualizados al tipo de interés real (k), menos el coste de la inversión (Io).

La decisión de invertir depende, por tanto, positivamente del valor actual de los futuros beneficios que aporte el proyecto inversor. A mayores beneficios futuros, más elevado es el valor actual esperado, es decir, la rentabilidad de la inversión.En cambio, si son  más altos los tipos de interés reales, menor es el valor actual esperado.

En el proceso de analizar la conveniencia de la inversión, la empresa debe calcular la duración del elemento productivo. El equipo del ejemplo puede durar muchos años, pero resultará cada vez más costoso mantenerlo y será menos fiable con el transcurso del tiempo, con lo que habrá que tener en cuenta su depreciación (pérdida de valor) a lo largo de cierto número de años.

Aunque la racionalidad de la inversión se basa en considerar los beneficios futuros, se ha podido constatar que la influencia de los beneficios actuales es relevante en la práctica empresarial, incluso después de tener en cuenta el valor actual esperado de los beneficios.

Si los beneficios actuales son reducidos, una empresa que quiera comprar un elemento productivo tendrá que recurrir al préstamo y, aunque los beneficios esperados parezcan altos, los prestamistas pueden denegar el crédito, por temor a que no se llegue a devolver el dinero prestado. En cambio, si los beneficios actuales son buenos, la empresa puede ser capaz de financiar la inversión con su flujo de caja sin recurrir a financiación ajena. Por tanto, los beneficios actuales pueden influir notablemente en el nivel de inversión empresarial.

Como los resultados empresariales están relacionados con las ventas, la inversión también depende indirectamente de las variaciones del nivel de actividad productiva. Las empresas invierten cuando prevén el crecimiento de la producción, ante unas ventas crecientes que darán lugar a incrementos de beneficios.

Las variaciones relativas de la inversión son mucho más elevadas que las del consumo, pero el nivel de la inversión es mucho menor. La inversión se sitúa en España en torno al 19%  del PIB,  en tanto que el consumo de las familias supera el 58%.


En consecuencia, por el efecto combinado de las oscilaciones y del nivel de participación, las variaciones de la inversión de un año a otro acaban siendo de parecida magnitud global a las variaciones del consumo. Se constata que, a lo largo del tiempo, ambos componente del PIB (consumo e inversión privada) contribuyen más o menos por igual a las fluctuaciones de la producción del país, que dan lugar a las expansiones y recesiones económicas.  

martes, 23 de junio de 2015

EMPLEO Y COSTE LABORAL


Empleo

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que el empleo aumentó en España en el primer trimestre a un ritmo anualizado del 2,8%, que supone una creación neta de empleo en términos equivalentes a tiempo completo de 458.000 ocupados en un año.

En el siguiente gráfico tenemos la evolución de la afiliación total a la Seguridad Social en mayo de cada año desde el 2002:


Las tasas interanuales de incremento de empleo más elevadas en el primer trimestre de 2015 se han dado en la Construcción (9,7%), Actividades Profesionales (6,6%) e Industria Manufacturera (3,5%). La ocupación ha descendido en el Sector Primario (-5,8%) y en Actividad Financiera y de Seguros (-2,1%) 

Teniendo en cuenta las horas trabajadas en el trimestre, el crecimiento de la productividad aparente por hora efectivamente trabajada alcanza una tasa del 0,8%, siete décimas superior a la registrada en el cuarto trimestre del año anterior (0,1%).

En España la productividad laboral ha sido anti-cíclica, es decir, el producto por trabajador ha aumentado en épocas de crisis y disminuyó durante las expansiones económicas. En otros países, por ejemplo Alemania y EE.UU, es pro-cíclica. La correlación entre las dos variables es positiva, en tanto que en España es negativa.

En los años de bonanza, España ha sido capaz de generar empleo sólo a base de reducir la productividad, con mucho trabajo de poco valor añadido y escasa calidad. Cuando llegó la recesión eran esos trabajadores los primeros en sufrir las consecuencias. 

Hay indicio de que podría estar empezando a cambiar, porque en los dos últimos años España ha comenzado a crear empleo sin que se haya traducido en un hundimiento de la productividad.

Coste laboral

El coste laboral por trabajador y mes alcanza los 2.487,44 euros en el primer trimestre de este año, lo que supone un incremento del 0,5% respecto al mismo periodo de 2014.

En el siguiente gráfico tenemos la evolución de los costes laborales de España desde el año 2009:

Del coste total por trabajador y mes en el que incurre un empleador por la utilización del factor trabajo, 1.831,70 euros corresponden a salarios y 589,27 a cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social (32% del salario). El resto corresponde a indemnizaciones, prestaciones sociales y conceptos similares. 

Tras descensos continuados de los costes laborales nominales a lo largo del 2014, en el primer trimestre de este año se ha producido una ligera subida, un 0,3% anual, una vez realizadas la corrección de calendario y la desestacionalización. 

Aunque se ha argumentado que los altos costes laborales impiden la reducción del desempleo, los datos recientes indican que mientras el coste laboral medio por hora en la Eurozona alcanza los 29,2 euros y en el conjunto de la Unión Europea 24,6 euros, en España la cifra no supera 21,3 euros. 

La dificultad de competir en el mercado por falta de innovación se suele tratar de compensar a veces forzando la reducción del coste laboral. Esta actitud ante situaciones de crisis genera una espiral de devaluación interna que aleja la posibilidad de mejorar la productividad y las condiciones de trabajo.

martes, 16 de junio de 2015

DIVERGENCIAS EN LA EUROZONA

La creación del euro se decidió en 1992, en el tratado de Maastricht, y la población comenzó a utilizar la nueva moneda en sus transacciones el primero de enero de 2002.

El alumbramiento de una moneda sin Estado, como una etapa de un largo proceso hacia la unión política y fiscal, se concibió en los comienzos de 1990, cuando se creía en Europa que los bancos centrales debían ser independientes del poder político y tener como objetivo el control de los precios. Así es como nació el euro y se creó el Banco Central Europeo (BCE), un banco sin Estado. 

La crisis de 2008 vino a poner en cuestión esa visión, porque se hizo patente el papel importante que desempeñan las monedas propias y los bancos centrales en los casos de crisis agudas. Se puso en evidencia el inadecuado funcionamiento del entramado europeo, con el BCE enfrentándose a 19 diferentes deudas públicas y a 19 Estados, lo cual dificulta su política monetaria estabilizadora. 

Como refleja el contexto ideológico en el que fue creado el BCE, mientras otros bancos centrales importantes adoptaron también como objetivos el pleno empleo y el crecimiento, los estatutos del BCE señalan como estrategia prioritaria mantener una baja inflación e impiden que sea acreedor de préstamos públicos en el momento en que se emiten los títulos. Si quiere comprar bonos tiene que ir al mercado secundario. 

Aunque las tasas de interés eran similares en toda la zona del euro hasta 2008, la crisis financiera hizo que se dieran divergencias notables entre los países y la especulación sobre los tipos de interés en los países periféricos de Europa ha sido desestabilizadora. 

En el gráfico se representa la evolución de la prima de riesgo, llamada también riesgo país o riesgo soberano, que es el sobreprecio que hay que pagar en comparación con Alemania cuando se acude a los mercados para financiarse.

El descenso de la prima de riesgo, desde los 600 puntos básicos (6%) que alcanzó en el año 2012, obedece al cambio de postura del Banco Central Europeo. La autoridad financiera ha aprobado la puesta en marcha de una operación de expansión monetaria, mediante la compra de activos financieros, para contribuir al incremento de la producción y de los precios de la Eurozona, inyectando en el plazo de dos años hasta un total de 1,15 billones de euros de liquidez adicional en el mercado, siguiendo la senda de las operaciones realizadas por otros bancos centrales, tales como la Reserva Federal norteamericana y el Banco de Japón.

Así es como se ha reducido notablemente la divergencia de tipos de interés entre el norte y la periferia europea, hasta situar la prima de riesgo española en estos momentos en torno a 150 puntos básicos (1,5%), con el rendimiento del bono a 10 años al 2,35% anual.

Aunque se ha conseguido estrechar en los últimos meses la diferencia entre los tipos de interés de los países que trabajan con el euro, algunos economistas siguen afirmando que la contrapartida de la pérdida de soberanía monetaria que supuso el nacimiento de la moneda común debería ser el acceso a una deuda pública mancomunada y a unas tasas de interés a largo plazo bajas y previsibles.

martes, 9 de junio de 2015

INCREMENTO DEL CONSUMO

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado el Indicador de Confianza del Consumidor correspondiente a mayo, que señala un incremento de 1,3 puntos.

El indicador recoge valores entre 0 y 200 puntos, considerándose que existe una percepción positiva de los consumidores relacionada con la economía familiar y el empleo cuando se sitúa por encima de los 100 puntos. En mayo, por tercer mes consecutivo, se superó dicha barrera, alcanzado los 103,1 puntos

Otro indicador cercano del consumo de las familias, el índice General de Comercio Minorista (ventas al por menor) registró en abril (último dato disponible), a precios constantes, una variación del 2,9% respecto al mismo mes de 2014. Una vez corregidos los efectos estacionales y de calendario, el índice quedó en un crecimiento del 4%, ocho décimas superior al correspondiente a marzo. El País Vasco se queda en un ascenso del 0,3% en las ventas de los últimos 12 meses.

Como podemos observar en el siguiente gráfico, las ventas del comercio minorista del conjunto del Estado español vuelven a dar señales de incremento del consumo de las familias.

 
Por primera vez desde el inicio de la crisis, las ventas volvieron desde mediados del pasado año a experimentar claramente tasas de crecimiento positivas. La facturación se aceleró en diciembre, con la campaña navideña, al registrar el mayor incremento en una década.


El consumo privado, que representa en torno al 58% del PIB en España, muestra una clara tendencia alcista y se erige en el pilar del crecimiento económico en 2015. Para la fase actual de recuperación de la economía española, se prevé que el consumo contribuya en 1,6 puntos porcentuales al crecimiento anual del PIB, el doble que la inversión (0,8 p. p.).

Los datos desagregados indican que el mayor incremento está siendo en el consumo de equipamientos para el hogar, tales como televisores, muebles y menaje.

Aunque el consumo, al igual que otras decisiones económicas, dependen de las expectativas sobre el futuro, no cabe duda de que en su incremento ha influido el aumento de la renta disponible bruta de los hogares, que en el año 2014 creció un 1,4%, tras varios años continuados de descenso. 

En cuanto a los precios, la inflación aumentó por cuarto mes consecutivo en mayo, hasta situarse en el -0,2% anual, impulsada por la subida de los precios de los carburantes (gasoil y gasolina) y los alimentos y bebidas no alcohólicas. Se espera que esta tendencia ascendente se consolide en los próximos meses y que la inflación vuelva a situarse en terreno positivo en la segunda mitad del año.

martes, 2 de junio de 2015

LA REDUCCIÓN DEL ENDEUDAMIENTO PÚBLICO

Un país que emite deuda con la finalidad de financiar sus inversiones y gastos tiene cierto paralelismo con una empresa que se endeuda para llevar a cabo sus proyectos económicos. Si las cosas van bien, paga la deuda gracias a la rentabilidad de las inversiones realizadas y, si las cosas se tuercen, se produce una situación de impago

Al observar la deuda pública española que se contabiliza de forma oficial a través del denominado “procedimiento de déficit excesivo”, comprobamos que ha aumentado en los últimos doce meses en 51.317 millones de euros y se sitúa en 1.047.151 millones, el 98,5% del PIB, es decir, casi el equivalente a un año de producción del país. 

Añadiendo las deudas no computadas oficialmente, como el Fondo de rescate bancario (Frob) y el conjunto de avales del Estado, entre otras partidas, la deuda total ascendía al cerrar el año 2014, según el Banco de España, a 1.525.656 millones de euros (144% del PIB)

Pero el problema de endeudamiento es de nivel europeo. Como nos indica el siguiente gráfico, la deuda conjunta de la Zona Euro se incrementó desde un 86,4% en 1911 al 94,3% al final del año pasado.


La vía recomendada por las autoridades europeas para reducir el endeudamiento es la de conseguir superávits presupuestarios primarios, que son saldos positivos entre ingresos y gastos, sin contar los intereses de la deuda. Y, en menor medida, recurrir a privatizaciones. 

Pero sin cierto nivel de crecimiento económico, el superávit presupuestario a base de austeridad en los gastos tiene efectos depresivos sobre la actividad económica, lo que hace difícil que se logre el objetivo de desendeudamiento. 

En cuanto a las privatizaciones, la contribución al desendeudamiento en Europa puede ser muy limitada, porque se estima que las participaciones públicas en empresas que se pueden vender no superan el 16% del PIB.

En opinión del economista Thomas Piketty, para reducir de modo significativo el nivel de endeudamiento, la principal medida consistiría en establecer un impuesto especial sobre el capital privado. Argumenta en su libro “El capital en el siglo XXI” que la riqueza nacional neta en Europa equivale a seis años de ingreso del país y casi en su totalidad está en manos privadas, es decir, que pertenece a las familias. Como los activos públicos, que equivalen en conjunto a un año de ingresos, suman lo mismo que las deudas públicas, el patrimonio público neto es nulo. 

La riqueza privada está repartida, casi a partes iguales, entre activos inmobiliarios y activos financieros, descontando siempre las deudas. Dado que la posición patrimonial de Europa frente al resto del mundo está en su conjunto cerca del equilibrio, es decir, que lo poseído por el resto del mundo se compensa por lo que los europeos tenemos del resto de los países, las empresas europeas y la deuda pública están en manos de las familias europeas. 

Por lo tanto, en una visión de conjunto, salvando la complejidad del sistema de intermediación financiera y las participaciones cruzadas entre los países, las familias europeas poseen el equivalente a toda la riqueza neta, si bien muy desigualmente repartida, porque el 10% de los más ricos acumulan el 60% del total.

En un cálculo aproximado, bastaría un impuesto proporcional en torno al 17% sobre todos los patrimonios privados para recaudar el equivalente a un año de ingreso nacional, cancelando así toda la deuda pública. El Estado seguiría teniendo todos los activos públicos, pero se libraría de las deudas y, por tanto, del pago de intereses a los acreedores.

Pero no tendría mucho sentido cobrar un impuesto proporcional. Sería preferible aplicar un impuesto progresivo, que fuera subiendo de nivel con los años, para proteger a los pequeños patrimonios y exigir más a los grandes. 

La segunda vía para reducir la deuda sería recurrir a la inflación. Como la deuda pública es un activo nominal, que no varía con los movimientos de precios, basta con incrementar la inflación para reducir su valor real en términos de poder adquisitivo. Por ejemplo, con una inflación anual del 4%, al cabo de 5 años el valor real de la deuda, expresada en porcentaje del PIB, se reduciría en cerca del 9% 

Pero la inflación, que viene a ser un sustituto del impuesto progresivo sobre el capital, puede ocasionar efectos secundarios no deseados. Uno de ellos es que, una vez iniciado el incremento de precios, la inflación tiende a acelerarse Puede llegar a arruinar a los pequeños ahorradores y contribuir a la pobreza de los pensionistas. Además, cuando la inflación se hace permanente y anticipada, se vuelve incapaz de conseguir los efectos deseados.

Resulta evidente que, sin un impuesto excepcional sobre el capital y sin cierto nivel de inflación, con un escaso crecimiento del PIB anual, habrán de transcurrir muchos años para salir del nivel de endeudamiento actual, a no ser que se negocie con los acreedores alguna quita.