Tras el Consumo de las familias, la Inversión (Formación
Bruta de Capital) es el componente más importante del Producto Interior Bruto
(PIB) de un país. La decisión de invertir consiste en renunciar al consumo
actual y dedicar unos recursos a realizar ciertas actividades, con la esperanza
de que aporten beneficios en el futuro.
La inversión empresarial cumple dos funciones: a) aumenta la
demanda, puesto que las empresas inversoras adquieren bienes de capital
(máquinas, equipamiento, edificios…) a otras empresas, lo cual incrementa la
producción y el empleo, y b) aumenta la capacidad productiva instalada en la
economía, fomentando el crecimiento económico a largo plazo.
En el siguiente gráfico del Banco de España tenemos la
evolución de los indicadores de inversión en España en los últimos años. Se
constata la persistente evolución al alza de los bienes de inversión a partir
de mediados del año pasado, tanto en bienes de equipo como en el ámbito de la construcción.
La inversión empresarial depende del tipo de interés real
(eliminada la inflación) y del nivel de ventas, así como de las expectativas
que tengan los inversores sobre la evolución
económica futura.
Por ejemplo, una empresa que tiene que decidir la compra de
un equipo productivo calculará el valor actual de los beneficios que puede
esperar de la actividad de ese equipo y lo comparará con el coste de
adquirirlo. Si el valor actual es superior al coste, le interesará adquirir el equipo
productivo y, si es menor, decidirá no realizar la incorporación.
En términos analíticos, la expresión sería la siguiente
El Valor Actual Neto (VAN) es igual a los flujos de caja
anuales esperados en “t” períodos (Vt),
actualizados al tipo de interés real (k), menos el coste de la inversión (Io).
La decisión de invertir depende, por tanto, positivamente del
valor actual de los futuros beneficios que aporte el proyecto inversor. A
mayores beneficios futuros, más elevado es el valor actual esperado, es decir,
la rentabilidad de la inversión.En
cambio, si son más altos los tipos de
interés reales, menor es el valor actual esperado.
En el proceso de analizar la conveniencia de la inversión, la
empresa debe calcular la duración del elemento productivo. El equipo del ejemplo puede durar muchos años, pero resultará cada vez más costoso
mantenerlo y será menos fiable con el transcurso del tiempo, con lo que habrá
que tener en cuenta su depreciación (pérdida de valor) a lo largo de cierto
número de años.
Aunque la racionalidad de la inversión se basa en considerar los
beneficios futuros, se ha podido constatar que la influencia de los beneficios
actuales es relevante en la práctica empresarial, incluso después de tener en
cuenta el valor actual esperado de los beneficios.
Si los beneficios actuales son reducidos, una empresa que
quiera comprar un elemento productivo tendrá que recurrir al préstamo y, aunque
los beneficios esperados parezcan altos, los prestamistas pueden denegar el
crédito, por temor a que no se llegue a devolver el dinero prestado. En cambio,
si los beneficios actuales son buenos, la empresa puede ser capaz de financiar
la inversión con su flujo de caja sin recurrir a financiación ajena. Por tanto,
los beneficios actuales pueden influir notablemente en el nivel de inversión
empresarial.
Como los resultados empresariales están relacionados con las
ventas, la inversión también depende indirectamente de las variaciones del
nivel de actividad productiva. Las empresas invierten cuando prevén el
crecimiento de la producción, ante unas ventas crecientes que darán lugar a incrementos
de beneficios.
Las variaciones relativas de la inversión son mucho más
elevadas que las del consumo, pero el nivel de la inversión es mucho menor. La
inversión se sitúa en España en torno al 19% del PIB,
en tanto que el consumo de las familias supera el 58%.
En consecuencia, por el efecto combinado de las oscilaciones
y del nivel de participación, las variaciones de la inversión de un año a otro
acaban siendo de parecida magnitud global a las variaciones del consumo. Se
constata que, a lo largo del tiempo, ambos componente del PIB (consumo e
inversión privada) contribuyen más o menos por igual a las fluctuaciones de la
producción del país, que dan lugar a las expansiones y recesiones económicas.