Los análisis económicos internacionales han revisado a la baja las previsiones que hicieron en el mes de julio. Para el 2014, el crecimiento económico mundial acabará en un 3,3% y aumentará en el 2015 hasta el 3,8%. Será el resultado del crecimiento del 2,3% de los países avanzados y del 5% en los países emergentes.
En cuanto a Europa, los informes señalan que puede caer en una “era de la mediocridad”, ya que el crecimiento se está debilitando y tiene importantes amenazas: alto nivel de endeudamiento, grave deterioro del mercado laboral y falta de crédito suficiente para las empresas.
En el siguiente gráfico, reproducido del Banco de España, tenemos la evolución del PIB anual de la Zona Euro (línea azul) y de España (línea roja), en porcentajes, de los últimos 5 años.
Observamos que la trayectoria ascendente de la Eurozona se quiebra al comienzo de 2014, en tanto que el PIB de España va aumentando y en el conjunto de 2014 alcanzará un 1,4%.
Los informes señalan a la Zona Euro como la región con mayor probabilidad de entrar en deflación, dado que lleva tiempo con incrementos de precios reducidos. Se apunta incluso la posibilidad de caer en una nueva recesión, con tasas negativas de crecimiento del PIB durante un período prolongado de tiempo.
Las desfavorables previsiones tienen el peligro de que se autocumplan, porque desincentivan las inversiones de las empresas, lo cual llevaría a la no renovación de los equipos productivos y a la pérdida de competitividad.
La solución que se plantea es el aumento de la inversión pública en infraestructuras europeas, aprovechando los bajos tipos de interés, para fortalecer la demanda interna y aumentar la producción y el empleo.
Como hemos indicado, la economía española avanza este año hacia un crecimiento del 1,4%, el más elevado desde el inicio de la crisis, con un comportamiento distinto de los componentes de la demanda.
En los años anteriores fue descendiendo la demanda interna, en tanto que aumentaban las exportaciones. En cambio, este año se expande la demanda interna, apoyada por el gasto público, la recuperación del consumo y la inversión en bienes de equipo, pero el incremento de las importaciones y el menor avance de las exportaciones, debido a la debilidad del contexto económico europeo, ha vuelto a deteriorar el déficit comercial y a anular el superávit por cuenta corriente que se había corregido en 2013, poniendo en duda la sostenibilidad del crecimiento a largo plazo.