martes, 11 de noviembre de 2014

LA PARADOJA DEL AHORRO

La tasa media de ahorro de las familias españolas se situó en el segundo trimestre de 2014 en el 15,3% de la renta disponible, que está formado por retribuciones del trabajo y del capital más transferencias públicas (subsidio de desempleo y pensiones) menos impuestos. 

Durante los primeros años de la crisis actual, el ahorro aumentó del 10% al 18% de la renta disponible, pero a partir del 2010 ha descendido por la caída de los ingresos de las familias.

Recordemos que el ahorro interno de una economía es la suma del ahorro privado (familias y empresas) y el ahorro público o de las Administraciones Públicas. 

El ahorro público se obtiene de deducir a los impuestos el gasto público, incluidas las transferencias (pensiones y subsidio de desempleo). Cuando un país tiene déficit presupuestario, como sucede estos años en España, decimos que el ahorro público es negativo. 

El mercado de oferta y demanda de bienes y servicios de un país está en equilibrio (estable) cuando el importe que desean invertir las empresas es igual al ahorro que deciden realizar las familias y las Administraciones Públicas. Equivale a la situación en la que la producción de bienes y servicios es igual a la demanda. 



En el gráfico tenemos la evolución tanto de la inversión como del ahorro interno del país. Observamos que en el momento álgido de la burbuja inmobiliaria (2008) la inversión fue del orden de 350.000 millones de euros y el ahorro interno no pasó de 225.000 millones, aproximadamente. El desfase se cubrió con préstamos que nos hicieron otros países, que fue generando la tan comentada deuda externa, que ahora resulta difícil de devolver. 

Con una determinada renta disponible, si las familias aumentan su nivel de ahorro reducen el consumo, con lo que disminuye la demanda, las empresas producen menos cantidad de bienes y bajan los salarios y dividendos. Por lo tanto, la renta disponible de las familias cae y el ahorro acaba reduciéndose. 

Esta es la paradoja del ahorro o paradoja de la frugalidad. Cuando las familias intentan ahorrar más, la producción puede disminuir y el proceso suele terminar con la reducción del ahorro. Por tanto, se puede provocar un empeoramiento económico en el corto plazo.

A medio y largo plazo, una mayor tasa de ahorro, que permita elevar el nivel de acumulación de capital físico y el incremento de la inversión en educación y formación, elevará la producción, con lo que se podrá ofrecer un mayor bienestar a las generaciones futuras. 

Pero no debemos olvidar que el ahorro es un acto pasivo. Serán las decisiones de inversión y consumo las que generen demanda e impulsen el crecimiento económico poniendo en funcionamiento recursos ahora no utilizados, como ese 24% de parados españoles, aunque el incremento del paro estructural (largo plazo), que los analistas del BBVA estiman en torno al 18%, es un aviso de las enormes dificultades que habrá que superar para reducir de modo significativo el nivel de desempleo.

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