Cuando un país está abierto a los mercados financieros
internacionales, la inversión nacional ya no está limitada por el ahorro interior,
porque puede captar ahorro extranjero contratando préstamos. Pero sucede también que el país se ve afectado
por los flujos de capital, movimientos
de entradas y salidas de fondos, capaces de influir en su estabilidad
financiera.
El eje del sistema financiero internacional es el mercado de
divisas, conocido como FOREX (Foreing Exchange), en el que se compran y se vender
las monedas de los distintos países, a través de terminales informáticos en
todo el mundo, con tres centros principales: Londres, Nueva York y Tokio.
El tipo de cambio
nominal
El tipo de cambio nominal, que es el precio de la moneda del
país expresado en la moneda extranjera, indica el importe al que una moneda se
puede intercambiar por otra. Es el precio relativo entre ellas. Si se dice que
1€=1,30$, se está afirmando que para
comprar un euro se tienen que pagar 1,30 dólares. A veces se utiliza también la
expresión inversa: 1$ = 0,77€.
Cuando los tipos de cambio vienen fijados por la oferta y
demanda, sin intervención de los Gobiernos, se llaman sistemas de tipos de
cambio flexibles. Las variaciones de las monedas reciben el nombre de
apreciación y depreciación. Pero, en algunos casos, los Gobiernos suelen tratar de suavizar las
fluctuaciones del mercado de divisas interviniendo en la compra o venta de monedas. Tal intervención da lugar al
denominado “sistema de flotación sucia”.
Hay también países que utilizan un sistema de tipos de cambio
fijos, en los cuales las variaciones únicamente se producen por decisiones del
Gobierno. En este caso, las variaciones de los tipos de cambio se denominan
revaluación y devaluación. Así, como ejemplo cercano, podemos citar la creación
de la Unión Económica y Monetaria (UEM), al comienzo de 1999, que supuso fijar
de modo permanente los tipos de cambio entre las monedas. A partir del 2002,
las monedas nacionales se sustituyeron por el euro, que funciona como un
sistema de tipos de cambio flexibles en relación a las demás divisas.
En el gráfico tenemos la cotización del dólar en la segunda quincena
de octubre y a comienzos de noviembre. Se observa una tendencia a la
depreciación del euro, puesto que su cotización ha descendido de 1,28 dólares a
mediados de octubre a cerca de 1,24 un mes más tarde.
Hay tres motivos para que los ciudadanos y empresas de la
Eurozona quieran comprar moneda extranjera y, por tanto, facilitar euros al
mercado de divisas: a) adquirir productos fabricados en otros países (importaciones),
b) realizar inversiones fuera del país y c) especular con las variaciones en
los precios relativos entre monedas.
El primer motivo se refiere al comercio internacional de
bienes y servicios, es decir, las importaciones y exportaciones, que obliga,
por ejemplo, a los países de la Eurozona a convertir sus euros en dólares para
adquirir productos de países del área del dólar. A los países extranjeros les
corresponderá comprar euros para importar productos europeos.
El segundo motivo que influye el tipo de cambio es, como
hemos indicado, el flujo que resulta de recibir y prestar fondos, movimientos
habituales en el mercado financiero global, para tratar de maximizar los
beneficios a base de trasladar el dinero allí donde la rentabilidad sea mayor.
Si las inversiones en la Eurozona dan mayor rendimiento, los
extranjeros desearán comprar, por ejemplo, bonos del Tesoro de países europeos
y, por ello, necesitarán nuestra moneda, con lo que aumentará la demanda de
euros. Una mejora en la rentabilidad de los fondos americanos hará que inversores europeos compren títulos en
EE.UU, ofreciendo euros para hacerse con dólares. Con tales operaciones, el
tipo de cambio euro/dólares irá fluctuando según sean los volúmenes de
contratación.
El tercer elemento que incide en el tipo de cambio es la especulación, porque la demanda de un activo está
en función de las expectativas acerca de su precio en el futuro. Tengamos en
cuenta que el dinero de cualquier país es un activo. Si, como ocurre ahora, se
espera que el dólar siga aumentando su valor respecto del euro, los inversores
tenderán a comprar dólares para conservarlos durante un tiempo y obtener una rentabilidad
al venderlos. Por tanto, las
expectativas sobre los tipos de cambio futuros inciden en la cotización actual
a través de las contrataciones de divisas. Es la especulación cambiaria.
El tipo de cambio real
Para elegir entre los bienes interiores del país y los bienes
extranjeros no es suficiente el tipo de cambio nominal. Necesitamos saber el
tipo de cambio real, que es el valor de los bienes del país expresado en bienes extranjeros. Se calcula multiplicando el
tipo de cambio nominal por el cociente entre el nivel interior de precios y el
nivel de precios del país extranjero, expresados estos últimos en números índices, que son medidas estadísticas utilizadas para analizar
variaciones de magnitudes.
Por ejemplo, aunque la cotización oficial sea de 1€=1,25$,
sucede muchas veces que no podemos comprar lo mismo con un euro en España que
con 1,25 dólares en EE.UU. Por eso se dice que la cotización oficial es un tipo
de cambio nominal. Si, en un momento dado, el nivel de precios es en EE.UU. un
5% superior al de España, compraremos de hecho el 95% (1/1,05) de lo que
podríamos adquirir en nuestro país, lo cual quiere decir que el tipo de cambio
real es 1€=1,19$ (1,25/1,05, o bien, 1,25x0,95), aproximadamente.
Los niveles de precios se suelen calcular con los deflactores
del PIB de cada país (números índices), es decir, los resultantes de calcular
los valores medios de las variaciones de todos los precios de los bienes y
servicios (consumo e inversión) producidos
dentro de cada país, aunque también pueden utilizarse los índices de precios de
consumo.