El tipo de interés nominal o de mercado es el indicador del
rendimiento tanto de un depósito bancario del ahorrador, por ejemplo, como del
préstamo de un banco, sin considerar la
tasa de inflación presente en la economía.
Cuando el Índice de Precios de Consumo (IPC) aumenta, aunque
no se altere la cantidad cobrada, el
valor del interés percibido por los
depósitos desciende porque su capacidad de comprar bienes y servicios se ha
reducido. Y si los precios bajan (desinflación), los euros que se pagan por la
cuota de devolución valen más en poder de compra que el importe recibido en
préstamo.
El tipo de interés
real tiene en cuenta la variación de los precios y, por tanto, refleja el
poder adquisitivo. Un tipo de interés de mercado o nominal del 5% con una inflación del 1% da un
interés real del 4%. Quiere decirse que un 1% de ese 5% de interés representa
la compensación por la pérdida de valor del dinero.
Los períodos de alta inflación suelen ser también de tipos de
interés nominal elevados. Cuando la inflación es reducida, el tipo de interés
nominal es generalmente bajo. Ello resulta razonable, porque tanto a los
prestamistas como a los prestatarios les preocupa de verdad el tipo de interés
real, dado que es el que determina el poder adquisitivo del dinero.
En el gráfico que reproducimos a continuación, recogido de
“El Confidencial”, podemos observar la evolución del tipo de interés real.
Con la variación negativa del IPC en agosto 2014 (-0,5%) y el
tipo de interés nominal al 4,5%, el tipo real para pymes se sitúa en el entorno
del 5%, más del doble del coste en Francia o Alemania, una consecuencia de la
fragmentación del mercado financiero europeo.
Como suponemos que las familias y empresas toman decisiones
racionales, sus comportamientos responden a incentivos que realmente modifican
la situación. De ahí que, en los tipos
de interés, la referencia para tomar decisiones sea el tipo real y no el
nominal. Por ejemplo, ante la alternativa de pedir un préstamo al tipo de interés nominal
del 6% en un momento de expectativa de inflación del 3% y otra opción de endeudarse al 5% cuando los precios tienden
a subir al 1%, se elegirá la primera (interés real 3%), porque la segunda
opción, pese a tener en apariencia un menor coste (nominal) para el prestatario, al ser también menor la
variación de precios, resulta de un interés real superior (4%). Son, por tanto,
las variaciones del interés real las que alteran los incentivos y soportan las
decisiones que tienen que tomar las
personas y las empresas.
Los tipos de interés reales elevados tienen
consecuencias negativas para las
familias y empresas endeudadas, porque la desinflación de los precios no les
ayuda a aliviar las cargas financieras. Al
contrario, se hacen más pesadas, porque la renta disponible se ha ido reduciendo
y permanecen inalteradas las cuotas a pagar por intereses y amortización de las
deudas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario