martes, 22 de julio de 2014

EL NIVEL DE VIDA MATERIAL


La mejora del nivel medio de vida es consecuencia de la capacidad de producir mayor cantidad de bienes y servicio accesibles a un colectivo. Es el proceso que  denominamos crecimiento económico.

 

Observamos en el gráfico del PIB español por habitante que, tras un siglo (1855-1955) con escaso crecimiento, la renta por habitante pasa del entorno de 5.000 dólares en 1959, cuando la economía  se abrió al comercio internacional,  a cerca de 27.000 en el año 2011.

En los últimos  52  años (1959-2011) ha habido en España varias crisis económicas, pero pese a sus efectos negativos,  una visión del largo plazo indica que el bienestar material medio de las personas se ha multiplicado por más de 5,  un crecimiento anual  sostenido del 3,3% en medio siglo.  

En ese transcurso de tiempo se realizaron nuevas inversiones en edificios y equipamientos productivos (acumulación de capital) y  el aumento demográfico y la inmigración provocaron el  incremento de la población activa, al tiempo que la investigación y la innovación generaron cambios tecnológicos, dando lugar a nuevos productos y  a métodos de producción más eficientes.

Al incremento de renta le ha acompañado el aumento de la esperanza de vida, la reducción de la jornada laboral y la mejora en el nivel educativo, aunque la crisis que comenzó en 2008 ha supuesto un retroceso, que en el nivel de producción ha llegado  a representar en torno al 8%

Para situar la evolución económica española en el contexto de la Unión Europa, el siguiente gráfico compara el PIB por habitante de España con la media de la UE, en los últimos 18 años:


España entró en la UE (1986) con una renta por habitante del 72% y fue avanzando a buen ritmo, hasta alcanzar en el 2007, justo al comienzo de la última crisis, un nivel de renta del 105% de la media europea. Pero la tendencia se quebró en el 2010, en plena crisis del euro, año en el que se situó por debajo de la media y sigue todavía descendiendo.

La tasa de crecimiento de la producción per cápita puede expresarse como la suma de dos factores: la tasa de aumento de las horas trabajadas por habitante y la tasa de aumento de la productividad (aumento de producción por hora trabajada).

Las horas trabajadas crecen por el aumento de la población activa, sobre todo por la incorporación de la mujer al trabajo a tiempo completo. El otro factor, la productividad, es la clave de la mejora en el nivel medio de vida.

Por lo tanto, el crecimiento de la producción es debido tanto a la mayor dotación de capital físico y de horas de trabajo como a la mejora de la productividad. Este segundo aspecto, denominado “productividad total de los factores”(PTF), mide el impacto de elementos diversos que contribuyen a la mejora de la eficiencia en el uso de los factores productivos.

Según los análisis realizados por  la Fundación BBVA, más de la mitad del crecimiento de España desde 1980 se ha debido a la acumulación de capital físico (edificios y equipamientos productivos), un 1,6% anual de la tasa media de crecimiento, que fue del 3%.  La acumulación de horas de trabajo aportó un 0,8% del crecimiento y la mejora en la formación de los ocupados un 0,5%.

En consecuencia, en el período de las últimas dos décadas y media apenas hubo incremento de productividad en España, pero se pueden distinguir dos subperíodos con resultados muy desiguales: entre 1980 y1995, la productividad  creció a una tasa anual del 0,6%,  y de 1995 a 2007 descendió en un -0,8%. En cambio, en la Eurozona, la parte  del incremento de capital supuso también el 50% de la tasa de crecimiento, como en España, pero la mejora en la  productividad aportó la tercera parte del crecimiento en el conjunto de los 27 años.

Quizás en la época de “España va bien” no había incentivos para que las empresas afrontaran costosos cambios organizativos internos para mejorar la productividad. Para crecer, les bastaba con  acumular recursos: capital físico y horas de trabajo.  

El panorama ha cambiado con la llegada de la crisis, porque en los últimos tres años la productividad está creciendo en torno al 2% anual. Algunos la denominan “productividad mala”, porque es consecuencia de la reducción del denominador (ocupados) y no del incremento del numerador (producción).

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