Según el informe sobre el Movimiento
Natural de la Poblacional, del INE, el número de nacimientos en España descendió
en el pasado año como consecuencia de la menor fecundidad y la progresiva
reducción de mujeres en edad fértil (15 a 49 años), junto a la menor
inmigración exterior y al aumento de la emigración en los últimos años.
El indicador
coyuntural o sintético de fecundidad, que fija el número medio de hijos por
mujer, fue de 1,26 en el 2013. Recordemos que debe ser superior al 2,1 para
garantizar el relevo de una generación.
Vemos en el gráfico el descenso de cinco
años consecutivos en el número medio de hijos por mujer en España
Al mismo tiempo aumenta la esperanza de
vida al nacer. En España se ha situado en 82,8 años de media: 80 los hombres y
85,6 las mujeres. Este cambio demográfico está modificando las relaciones entre
las diferentes generaciones de las familias y trae como consecuencia una nueva relación
intergeneracional.
Se
plantean grandes cambios en la proporción que representan los segmentos de la
población potencialmente activos (adultos) y dependientes (niños, jóvenes y
personas mayores) y, por tanto, en la necesidad de inversiones en desarrollo de
capacidades (educación) y de consumo en asistencia sanitaria, protección social
y cuidado de las personas dependientes.
Gran
parte de las necesidades de consumo de las personas que integran los grupos dependientes
se satisfacen a través de los flujos de recursos económicos provenientes de la
población en edad de trabajar. Algunos de estos flujos son directos, como
cuando los padres proveen lo necesario a sus hijos, y otros son indirectos,
como en el caso de las transferencias mediadas por los gobiernos y las
instituciones económicas y sociales. El conjunto de todos esos flujos
constituye la denominada “economía intergeneracional”.
Así, el aumento de la población mayor
conlleva una sobrecarga del sistema económico del Estado de Bienestar, debido
al traspaso de renta cada vez mayor a la población no productiva para hacer
frente al sistema de pensiones y al cuidado de las personas. En el año 2012, la proporción de personas mayores
supuso un 20% de la población en algunos países europeos.
Observamos en el siguiente gráfico la
tendencia descendente del ratio de trabajadores (afiliados a la Seguridad
Social) respecto de los pensionistas en
España.
Si al comienzo de siglo había en torno a
2,3 ocupados por cada pensionista, el ratio ha descendido por debajo de 2 desde
el pasado año. Además, está descendiendo el importe cotizado por cada
trabajador, debido a la caída del salario medio en términos reales.
Preocupa sobre todo la dependencia de la
población mayor de 65 años, en torno al 16% de la población total, dada la
tendencia que se observa al crecimiento rápido de ese colectivo que, junto con
los menores de 16 años (14,5%), conforman el nivel total de dependencia.
En el cuadro siguiente se recogen las
previsiones del incremento porcentual de la población mayor de 65 años en
España, Reino Unido y en el conjunto de la Unión Europea:
Aunque está cambiando la estructura de
los hogares, la familia continúa siendo el principal pilar de apoyo a la vejez
en España. Frente a la perspectiva de la visión de la familia nuclear en
términos de aislamiento, se da la que pone en alza la solidaridad. Aumentan los
vínculos intergeneracionales, que son la clave para el bienestar y el apoyo a
lo largo de la vida de las personas.
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