El Banco Central Europeo (BCE), a través de su presidente, Mario Draghi, ha prometido recientemente mantener un perfil expansivo en la política monetaria durante cierto tiempo y, además, estar dispuesto a la compra de activos financieros, en la línea de expansión monetaria marcada por los bancos centrales de Estados Unidos, Japón y Reino Unido.
Los bancos centrales, que funcionan como bancos de bancos, supervisan y controlan el sistema bancario y son los responsables de llevar a cabo las políticas monetarias, subiendo o bajando los tipos de interés nominales, que modifican las condiciones de crédito de las economías de los países.
En su reunión de junio, además de reducir el tipo de interés básico del 0,25% al 0,15%, el BCE ha acordado medidas para estimular la concesión de créditos por los bancos de la Eurozona
Por primera vez, el BCE va a aplicar un tipo de interés negativo (-0,10%) a las reservas bancarias que excedan del límite exigido por las autoridades monetarias y que los bancos tienen depositadas en el banco central. El objetivo es evitar que el dinero se quede estancado, para que el crédito llegue a la economía real.
Esa cuenta en el BCE, denominada “facilidad de depósito”, es una especie de hucha que el organismo pone a disposición de los bancos para que guarden su excedente de liquidez
El BCE ha anunciado también dos subastas de financiación entre los bancos en septiembre y diciembre de este año. Pondrá inicialmente a disposición de las entidades de depósito 400.000 millones de euros, a bajos tipos de interés y con cuatro años de plazo de devolución, pero la concesión a cada banco estará en función de los créditos concedidos al sector privado.
Pero las medidas orientadas a aumentar la liquidez disponible para las entidades financieras podrían no alterar de forma significativa el nuevo crédito concedido. La trayectoria de los préstamos a las empresas señala una caída del 12,5% en lo que va de año. Si lo comparamos con los datos interanuales, un 8,6% menos que un año antes.
Algunos economistas opinan que los bancos disponen de liquidez suficiente, pero están reduciendo el volumen de créditos con alto riesgo de morosidad para no tener que aumentar los recursos propios de la entidad en cumplimiento de las nuevas regulaciones.
Vemos en el gráfico el notable incremento de la tasa de morosidad en España e Italia a partir del 2009, en torno al 11% y al 12%, respectivamente, cuadriplicando a la banca norteamericana. El Banco de Pagos Internacionales indica que se van reconociendo pérdidas que estaban ocultas, motivo por el cual la tasa de morosidad de los préstamos bancarios va en aumento en los países periféricos europeos. En España, a mediados del 2014, la tasa superaba el 14,5%, con unos 20.000 millones de euros de créditos morosos
Otras opiniones ponen el énfasis en las bajas rentabilidades que están obteniendo las entidades. Ante la perspectiva de impagados en aumento, que provocan pérdidas en el importe prestado, puede ser preferible para un banco, en el escenario actual, perder el 0,1% dejando seguro el dinero en depósito en el BCE. Se afirma que será la mejora de la situación de las empresas y de las familias la que propiciará que el crédito vuelva a fluir.
Pero un crédito en condiciones más favorables porque, según los datos ajustados a la inflación de Bank of America Merrill Lynch, el coste medio de un crédito de más de 1 año se situó en España en el 4,2% anual en mayo, mientras que en Alemania la banca apenas exige un 1,51% de interés, es decir, que las empresas españolas pagan casi tres veces más que las alemanas por sus préstamos, lo que dificulta una mayor inversión y creación de empleo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario