Nos lo indica la evolución de la Balanza de Pagos del país que, además de las operaciones
corrientes y las que corresponden a la cuenta de capital, aspectos que
analizábamos en la entrada anterior, recoge los flujos financieros, aquellos
que vienen a compensar los saldos finales
de la primera parte del documento contable.
La segunda parte, la “cuenta financiera”, que se compone de
las variaciones netas de activos y pasivos del país con el exterior, distingue:
a)
Las
operaciones de los sectores residentes en el 2013 (sin incluir al Banco de
España), por un total neto de 88.758,1 millones de euros, que incluye
inversiones directas (permanentes), inversiones netas de cartera (a corto plazo)
y préstamos y depósitos netos.
b)
Las
realizadas por el Banco de España con los residentes y no residentes en la
Eurozona, (-114.267,1 millones), que junto a los errores y omisiones (10.775,4)
cierran la balanza pagos, puesto que como documento contable tiene saldo final
cero.
Por lo tanto, el saldo de la cuenta financiera (-14.733,6
millones, suma de las tres partidas indicadas en los dos párrafos anteriores)
es igual, con signo contrario, a la necesidad o capacidad de financiación del
país, es decir, a la suma de la cuenta corriente y la cuenta de capital.
El siguiente gráfico muestra, en porcentaje de PIB, la evolución de la situación financiera de
España con respecto al exterior en el último decenio
Desde la entrada en vigor del euro (1999), se ha dado en
España un elevado endeudamiento frente al exterior, en su mayor parte de las
entidades financieras que, aprovechando
la abundancia de liquidez internacional y los bajos tipos de interés, captaron elevados
recursos para facilitar créditos a
familias y empresas, lo cual alimentó la burbuja inmobiliaria.
El signo tradicional positivo del saldo de la cuenta financiera (sin incluir el Banco
de España), que permitió durante años cubrir las necesidades de financiación
(saldo negativo de la cuenta corriente más la cuenta de capital) se interrumpió
en 2011 y cambió a signo negativo, con
salida de fondos al exterior, debido a la crisis del euro, y dio lugar en 2012
a una fuga de capitales del orden del 17% del PIB.
La situación se resolvió con aumentos de pasivos netos del
Banco de España frente al exterior, captados a través del Eurosistema,
compensando los flujos de capital que abandonaron España.
En el siguiente gráfico vemos la dependencia frente al Eurosistema,
la financiación que ha recibido, en miles de millones de euros, al no poder conseguirla de los mercados financieros
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