En el flujo circular de
una economía abierta, que participa activamente en el comercio internacional,
aparece junto a familias, empresas y administraciones públicas un cuarto componente,
al que se le denomina “sector exterior”.
Al mercado de bienes y
servicios llegan órdenes de compras que provienen de empresas de otros países,
que se añaden a la demanda interna del país. Las ventas al exterior constituyen
los ingresos por exportaciones.
Del mismo modo, parte
del gasto es consecuencia de bienes producidos en otros países y da lugar a los
pagos que denominamos importaciones.
La diferencia entre
exportaciones e importaciones es el saldo comercial con el exterior y, junto a
los servicios, rentas y transferencias, conforman el saldo de la Balanza por Cuenta Corriente.
Habrá déficit exterior cuando los pagos corrientes sean superiores a los
ingresos.
El déficit exterior
supone que se está recurriendo al ahorro de otros países y, por lo tanto, se
convierte en una fuente de recursos que puede ser utilizada para financiar las
inversiones. Por el contrario, el país que mantiene un superávit exterior está
financiando con su ahorro el consumo y la inversión de otros países.
El déficit con el resto del mundo no
debe interpretarse, sin más, en sentido
negativo. Sólo quiere decir que se tiene un préstamo recibido de otros países. Será bueno o malo según cómo lo utilicemos. Si lo gastamos en consumo,
tendremos problemas cuando llegue el momento de devolverlo. En cambio, si lo invertimos de
modo productivo, lo más probable es que podamos devolver sin dificultades el
dinero que nos han prestado.
Con estos componentes se
completa la demanda agregada (DA) de una economía, que quedará del modo
siguiente:
DA = Consumo+Inversión+Gasto Público+Exportaciones- Importaciones (1)
Las rentas generadas
por las familias y las transferencias que reciben por pensiones y subsidios se
emplean en consumo, en ahorro y en pago de impuestos. Por tanto,
PIB + Transferencias = Consumo + Ahorro
+ Impuestos
Podemos escribir la
expresión anterior de otro modo:
PIB =Consumo + Ahorro + Impuestos –
Transferencias (2)
Como el PIB coincide
con la DA, igualamos las expresiones (1) y (2)
y ordenando los términos, resulta
Inversión = Ahorro + (Impuestos - Gasto
Público - Transferencias) +
+(Importaciones – Exportaciones)
Esta última expresión
nos indica que la inversión de un país se financia de tres fuentes: el ahorro (privado); el ahorro público, diferencia entre los
ingresos y gastos de las Administraciones públicas (primer paréntesis), y el ahorro
exterior, el déficit por cuenta corriente (segundo paréntesis, en el que se entiende que están incluidos los otros componentes de menor dimensión).
El déficit por cuenta corriente
viene a ser la diferencia entre el ahorro del país y la inversión interna. En
una economía cerrada, sin relación con el exterior, toda la inversión se debe
financiar mediante el ahorro de empresas, familias y administraciones públicas.
Sin embargo, en una economía abierta, parte de la inversión nacional se puede
financiar con ahorro del resto del mundo.
Junto a Estados Unidos,
España ha sido en la última década uno de los países que mayor cantidad de
ahorro ha recibido del exterior. El déficit de la balanza por cuenta corriente fue
aumentando hasta alcanzar a finales de 2008 el 9% del PIB.
Como observamos en el gráfico, con datos trimestrales, el resultado de la actuación de todos los
sectores supuso para la economía española en el primer trimestre de 2012 una
necesidad de financiación frente al resto del mundo de 14.196 millones de euros,
el 5,4% del PIB del período.
En los últimos cuatro años se ha ido reduciendo la necesidad de
financiación desde el 9% del PIB de 2008 al 6,2% del primer trimestre de 2011 y
al 5,4% del correspondiente al mismo período de este año.
La menor necesidad supone que se está ajustando uno de los desequilibrios de la economía española. En
concreto, la mejora respecto al mismo período del año pasado se ha producido
por el aumento de las exportaciones (4,5%) y la reducción de las importaciones
(0,9%).