martes, 8 de febrero de 2022

INVERSIÓN EN CUIDADOS

 

Tras años de reivindicaciones, acabaron aceptándose como trabajadores a quienes se dedicaban al cuidado de niños, personas mayores y enfermos. Tanto la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cuentan el trabajo de los cuidados como una forma de empleo.

La importancia de los cuidados de personas va aumentando en los países europeos, en los que se está incrementando la esperanza de vida. Según Eurostat, el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.

En España, las proyecciones apuntan a que habrá un 32% de mayores de 65 años en el 2050. Por de pronto, como vemos en el gráfico del Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media de la población va incrementándose a un ritmo de 1 año de edad por cada 5 años transcurridos. Ha pasado de 42,6 en 2016 a 43,7 en 2021.

Esta evolución demográfica genera importantes retos sociales y económicos, así como oportunidades para nuevos emprendimientos, al crecer las necesidades de cuidados de larga duración en las próximas décadas, sobre todo los relacionados con la dependencia.

En una reciente conferencia, la profesora Lourdes Beneria, catedrática emérita de la Universidad de Cornell (EE.UU) señalaba: “De golpe, hemos visto como los cuidados están en el centro de la economía en tanto que representan unas actividades sin las cuales la supervivencia se hace muy difícil”

España viene destinando a cuidados de larga duración un 0,9% del PIB, por debajo de la media de los países de la OCDE, en los que este gasto representa el 1,5%. La asignación española a este tipo de gasto no corresponde a un país con longevidad elevada

La OCDE estima que el gasto en cuidados irá subiendo rápidamente en los próximos años, impulsado por el envejecimiento de las poblaciones, y los Gobiernos tendrán que llegar a un equilibrio entre ofrecer una atención social de buena calidad y mantener la sostenibilidad económica.

En el proceso de envejecimiento actual, por cada persona mayor de 65 años hay 2,1 ciudadanos trabajando, pero en 2050 solo habrá 1,7, lo cual lleva a impulsar medidas para que la gente trabaje más años, incentivar la inmigración y tratar de atraer talento de otros países.

Aunque la mayoría de la población español hasta los 74 años considera que su estado de salud es bueno o muy bueno, el proceso de envejecimiento implica más dependencia. Aumentará considerablemente el número absoluto de personas mayores dependientes, con lo que la carga de cuidados va a crecer mucho en los próximos años.

El sistema de dependencia se desarrolla en España mediante un esquema mixto de financiación. Aunque la valoración, la prescripción y el seguimiento de la dependencia son públicos, la provisión de los servicios es privada. En el sector de cuidados, la dependencia está en un 80%-85% en manos privadas. La Administración Pública compra en el mercado mediante conciertos los servicios que ofrece a los ciudadanos.

El Gobierno ha incluido la atención de los cuidados entre las reformas del Plan de Recuperación, con medidas de choque para el refuerzo de las políticas de inclusión. Recurriendo a los fondos europeos, ha dotado a este programa con más de 3.500 millones de euros.

Esperemos que funcione mejor que el sistema de atención a la dependencia que se planteó en 2006, considerándolo como el cuarto pilar del Estado de bienestar, al que le faltó financiación y dejo sin cobertura a miles de personas. Los cuidados acabaron recayendo sobre el entorno familiar (75% sobre mujeres) y, en menor medida, sobre profesionales privados

Algunos defienden que la partida correspondiente a la dependencia debería entenderse como una inversión en lugar de un gasto, porque a través de la demanda de consumo se crea empleo y la renta se distribuye entre la retribución de los trabajadores y los beneficio de las empresas, y una parte vuelve a la Administración Pública a través de los impuestos.


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