En los últimos dos siglos, una parte de la humanidad ha superado la situación de pobreza y la esperanza de vida en Europa ha rebasado los 80 años. La vida de las personas se ha transformado, dotándose de mayores capacidades. Y todo ello ha sucedido en un contexto de crecimiento económico.
Pero las mejoras conseguidas se han repartiendo de modo muy desigual entre los países y también dentro de los países. Además, la situación ecológica se ha vuelto insostenible, con un cambio climático visible, deforestación excesiva, degradación de suelos fértiles y contaminación de aguas, poniendo en peligro muchos ecosistemas y la propia vida humana.
Desde el siglo XVIII a la actualidad la población se ha multiplicado por 10, pasando de unos 800 a cerca de 8.000 millones, lo cual ha supuesto extender el nivel de consumo, que ha impactado de modo negativo sobre el medio natural.
En este contexto resulta necesario reconsiderar el objetivo del crecimiento económico y tratar de reorientar la economía para evitar los demoledores pronósticos que anuncian los científicos, debatiendo conceptos como economía de estado estacionario y decrecimiento.
El profesor de la Universidad de Maryland Herman Daly, considerado como el principal defensor mundial de la economía de estado estacionario, la define como “una economía con existencias constantes de personas y cosas (productos) que se mantienen a un nivel deseado de suficiencia con una tasa baja de flujo de mantenimiento, es decir, el flujo de materia y energía más bajo posible desde la primera etapa de Producción a la última etapa de consumo”.
En el siguiente grafico el punto K* representa la situación de estado estacionario, en la que coinciden la inversión y la depreciación.
En una economía estacionaria existe un stock constante de riqueza física (capital productivo) y un tamaño de población constante. No crece en el transcurso del tiempo, con lo que es la única economía sostenible a largo plazo. Satisface las necesidades de las personas sin socavar los servicios de soporte vital del planeta.
La economía de estado estacionario no debe confundirse con el estancamiento económico: mientras que una economía de estado estacionario se establece como el resultado de una acción política deliberada, el estancamiento económico es el fracaso inesperado e inoportuno de una economía en crecimiento.
No cabe duda de que el objetivo del modelo de crecimiento económico resulta inviable y no es compatible con las reestructuraciones económicas que se requieren para superar la crisis de recursos que hay que afrontar, por lo que será necesario avanzar hacia los principios basados en la estabilidad.
Esos principios se pueden resumir en cuatro reglas: 1) mantener la salud de los ecosistemas; 2) extraer los recursos renovables a velocidad no mayor que la que pueden regenerarse; 3) consumir recursos no renovables a velocidad no mayor de la que pueden ser reemplazados por descubrimiento de sustitutos; y 4) depositar los desechos en el medio ambiente a velocidad no mayor a la que pueden asimilarse de manera segura.