Invertir supone utilizar el ahorro generado en la economía para crear bienes de capital (equipamientos, programas informáticos…) con los que producir bienes y servicios, así como incrementar y mejorar el equipo productivo del país
La inversión productiva o formación bruta de capital fijo es el incremento de activos fijos realizado por las empresas durante un período determinado. Estos activos producidos se destinan a su vez a la producción de bienes durante más de un año. El término formación bruta hace referencia a que se debe descontar la depreciación o consumo de capital fijo para obtener el valor neto.
En la formación bruta de capital fijo destacan las inversiones en bienes de equipo (maquinaria, transportes y otros) y las inversiones en productos de la propiedad intelectual, como los resultados de la I+D. La participación de la construcción es muy destacada y, aunque tenga algunos rasgos de consumo, la inversión en construcción de vivienda se incluye también en la formación bruta de capital fijo.
La inversión tiene un efecto relevante en la economía porque produce un efecto ampliado sobre la renta. El aumento de inversión termina produciendo, con el paso del tiempo, un incremento mayor de la renta del país. Por eso se dice que la inversión tiene un efecto multiplicador
Cuando una empresa invierte cierta cantidad lo que hace es comprar bienes de capital (una máquina, por ejemplo). Al vendedor le supone un ingreso, que dedicará parte al consumo y otra al ahorro. La parte del consumo, al utilizarlo, se convierte a su vez en ingreso de otra persona o entidad. La parte dedicada al consumo de ese nuevo ingreso volverá a ser renta para otro, y seguirá el proceso.
Así se van acumulando los ingresos o rentas que impulsan la economía, aunque cada vez en menor cantidad. Por ejemplo, una inversión de 1.000, si la parte dedicada a consumo por los diversos individuos es del 75% y el ahorro del 25%, la suma total de renta movilizada (una progresión geométrica descendente) puede llegar hasta 4.000.
La caída persistente de la demanda suele afectar al nivel de inversión productiva, que a su vez condiciona la productividad y la capacidad potencial de la economía en el medio plazo, con el riesgo de introducir así efectos negativos prolongados sobre la actividad económica.
En España, la caída de la inversión productiva durante la pandemia muestra la debilidad de su economía. Según Eurostat, con datos del tercer trimestre de 2020, la caída interanual de la inversión en maquinaria y equipos fue de 15,9%, cuando la media de la Unión Europea descendió un 13,8%, como podemos observar en el siguiente gráfico.
España se sitúa detrás de las grandes economías europeas en inversión pública y las previsiones para el período 2021-2022 señalan que se ampliará esa brecha. La Comisión Europea indica que el país tiene la menor ratio de inversión de la Unión Europea.
Ha descendido también la inversión en activos de propiedad intelectual, con una caída del 5%, frente al descenso del 1% en los países de la Unión Europea. Se considera que es importante reactivar este indicador para evitar efectos negativos estructurales sobre la actividad.
La inversión productiva es uno de los elementos impulsores del Producto Interior Bruto (PIB), por lo que el paquete de apoyo europeo “Next Generation EU” puede suponer una aportación relevante para la recuperación de la economía española.