martes, 25 de mayo de 2021

DESCIENDE LA INVERSIÓN PRODUCTIVA


Invertir supone utilizar el ahorro generado en la economía para crear bienes de capital (equipamientos, programas informáticos…) con los que producir bienes y servicios, así como incrementar y mejorar el equipo productivo del país

La inversión productiva o formación bruta de capital fijo es el incremento de activos fijos realizado por las empresas durante un período determinado. Estos activos producidos se destinan a su vez a la producción de bienes durante más de un año. El término formación bruta hace referencia a que se debe descontar la depreciación o consumo de capital fijo para obtener el valor neto.

En la formación bruta de capital fijo destacan las inversiones en bienes de equipo (maquinaria, transportes y otros) y las inversiones en productos de la propiedad intelectual, como los resultados de la I+D. La participación de la construcción es muy destacada y, aunque tenga algunos rasgos de consumo, la inversión en construcción de vivienda se incluye también en la formación bruta de capital fijo.

La inversión tiene un efecto relevante en la economía porque produce un efecto ampliado sobre la renta. El aumento de inversión termina produciendo, con el paso del tiempo, un incremento mayor de la renta del país. Por eso se dice que la inversión tiene un efecto multiplicador

Cuando una empresa invierte cierta cantidad lo que hace es comprar bienes de capital (una máquina, por ejemplo). Al vendedor le supone un ingreso, que dedicará parte al consumo y otra al ahorro. La parte del consumo, al utilizarlo, se convierte a su vez en ingreso de otra persona o entidad. La parte dedicada al consumo de ese nuevo ingreso volverá a ser renta para otro, y seguirá el proceso.

Así se van acumulando los ingresos o rentas que impulsan la economía, aunque cada vez en menor cantidad. Por ejemplo, una inversión de 1.000, si la parte dedicada a consumo por los diversos individuos es del 75% y el ahorro del 25%, la suma total de renta movilizada (una progresión geométrica descendente) puede llegar hasta 4.000.

La caída persistente de la demanda suele afectar al nivel de inversión productiva, que a su vez condiciona la productividad y la capacidad potencial de la economía en el medio plazo, con el riesgo de introducir así efectos negativos prolongados sobre la actividad económica.

En España, la caída de la inversión productiva durante la pandemia muestra la debilidad de su economía. Según Eurostat, con datos del tercer trimestre de 2020, la caída interanual de la inversión en maquinaria y equipos fue de 15,9%, cuando la media de la Unión Europea descendió un 13,8%, como podemos observar en el siguiente gráfico.


España se sitúa detrás de las grandes economías europeas en inversión pública y las previsiones para el período 2021-2022 señalan que  se ampliará esa brecha. La Comisión Europea indica que el país tiene la menor ratio de inversión de la Unión Europea.

Ha descendido también la inversión en activos de propiedad intelectual, con una caída del 5%, frente al descenso del 1% en los países de la Unión Europea. Se considera que es importante reactivar este indicador para evitar efectos negativos estructurales sobre la actividad.

La inversión productiva es uno de los elementos impulsores del Producto Interior Bruto (PIB), por lo que el paquete de apoyo europeo “Next Generation EU” puede suponer una aportación relevante para la recuperación de la economía española.

martes, 18 de mayo de 2021

ECONOMÍAS TRANSFORMADORAS

Se denomina “Economías Transformadoras” al ecosistema que engloba diversas propuestas que introducen una crítica al modelo capitalista dominante y formulan planteamientos de cambio, situando a las personas y el medio ambiente en el centro de todos los procesos.

La crisis de la Gran Recesión, que se inició con las hipotecas fallidas en Estados Unidos en 2007, acabó con la visión optimista de que el capitalismo había conseguido superar los ciclos económicos y teníamos por delante una larga fase de prosperidad.

Lo cierto era que estábamos dentro de una enorme burbuja especulativa sin conexión con la economía real. Cuando explotó, se vino abajo la confianza de los ciudadanos en las formas de funcionar de la economía y muchos comenzaron a buscar otros modos de proceder, colocando en lugar prioritario los intereses de la sociedad, con visión de largo plazo, postergando la búsqueda de beneficio máximo para directivos y accionistas.

En septiembre de 2008 se produjo la quiebra de Lehman Brothers, el gigante financiero norteamericano. El acontecimiento confirmó la mayor crisis financiera sufrida hasta el momento y colocó al capitalismo en la diana de las críticas ciudadanas.

En la economía española, el siguiente gráfico refleja la evolución del PIB en las últimas dos décadas, con una caída histórica del 11% en 2020.


La recuperación del segundo semestre del pasado año fue insuficiente para compensar el enorme daño de la pandemia tras el duro confinamiento de marzo a junio y las restricciones posteriores. El sector servicios y la hostelería, golpeados por las limitaciones a la movilidad, fueron las ramas de actividad más dañadas. El gasto público consiguió frenar algo la caída y compensó en parte los ingresos perdidos por las familias, gracias a la financiación del Banco Central Europeo (BCE)

Con independencia de los efectos de la pandemia, los sociólogos vienen apuntando un cambio en la forma de ver la economía y la empresa en la generación conocida como “millennial”(nacidos en las décadas de 1980 y 1990). Se observa en ellos un interés mayor que las generaciones precedentes por una economía centrada en valores y en el respeto al medio ambiente.

Según la revista “The Economist”, para las generaciones precedentes, el negocio y el deseo de hacer el bien se habían canalizado por vías distintas, en tanto que los millennials quieren que ambas esferas estén interconectadas.

En las últimas décadas están surgiendo diversas formas de ver la economía y de construir empresa, que se proponen directamente transformar la sociedad, poniendo en jaque a un sistema económico que genera enormes desigualdades y no hace frente a un cambio climático que amenaza la vida en el planeta. Algunas de estas formas son la economía solidaria, la economía del bien común, la economía colaborativa, la economía feminista y la economía circular.

La organización “Foro Mundial de las Economías Transformadoras” es la que agrupa a los diferentes movimientos de la economía alternativa presentes en distintas partes del mundo, en los ámbitos local e internacional. El objetivo básico de esta organización es acercar movimientos sociales e iniciativas que comparten la voluntad de situar en el centro a las personas, para caminar hacia sociedades resilientes y colaborativas, que construyan alianzas y estrategias trabajando conjuntamente.

Muchas de estas economías tienen coincidencias con los valores del cooperativismo, un movimiento que desde hace 150 años impulsa una economía que pone en primer lugar a las personas, por encima de los beneficios, con una organización interna democrática, participativa y equitativa, aportando al entorno un impacto social positivo

martes, 11 de mayo de 2021

EVOLUCIÓN DEL EMPLEO


En el primer trimestre de 2021 se han destruido en el mercado laboral español 137.500 empleos, como consecuencia de la caída de la ocupación en el sector privado de 155.800 y el incremento en la administración pública de 18.300.

Dado el carácter estacional del mercado laboral, el primer trimestre es habitualmente una mala época para la contratación. La variación en términos anuales da una mejor perspectiva para evaluar la tendencia de la ocupación


Como vemos en el gráfico del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de variación anual de la ocupación ha sido de -2,41%, lo que supone una ligera mejora respecto del trimestre precedente. En los últimos 12 meses, el empleo ha disminuido en 474.00 personas (276.000 hombres y 198.000 mujeres)

El empleo creció hace un año a una tasa del 1,08% en el primer trimestre, pero el confinamiento que se estableció en el segundo trimestre para controlar la pandemia provocó una caida del 6,05%, seguida del 3% en cada uno de los dos trimestres posteriores.

En este primer trimestre de 2021, el descenso de las personas ocupadas coincide con una caída en el número de parados de 65.800, lo cual parece una incoherencia, pero se debe a que ha descendido en 203.400 la poblacion activa, es decir, el colectivo de las personas en edad y disposición de trabajar

Esta aparente paradoja es consecuencia de la evolución de la pandemia, que ha hecho incrementar el número de inactivos. Al no haber buscado empleo activamente, un colectivo de personas no cumple la condición que exige la definición de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para ser clasificado como parado. No cabe duda de que la tercera ola del coronavirus y las restricciones para tratar de controlarla, así como el temporal de nieves de Filomena, han tenido impacto sobre el empleo.

En términos de horas trabajadas hay un descenso del 3,5% en el primer trimestre, debido a las personas que siguen en programas ERTE (638.000), que son consideradas como trabajadoras, pero no llevan a cabo tarea alguna en las empresas.

En la dimensión sectorial, aunque la destrucción de empleo es mayor en el sector servicios (-350.000) que en la industria (-127.000), supone en este último mayor proporción en el conjunto sectorial correspondiente. Quizás haya influido en el sector industrial el insuficiente impulso a la actividad económica y las medidas de protección frente a los despidos.

Las pérdidas de empleo más numerosas fueron en el grupo de edad entre 30 y 44 años, aunque quizás la proporción haya sido superior entre los menores de 30 años. En el primer trimestre parece que se da un incremento en la destrucción de empleo entre los jóvenes de 25 a 29 años.

Los asalariados temporales descienden en 310.000 (7,5%), en términos anuales, y los indefinidos han comenzado a crecer en el primer trimestre de 2021. Los autónomos sin asalariados descienden en el trimestre en 65.000 (3,1%)

El panorama económico se ha complicado por la escasez de suministros de componentes tecnológicos y de algunos metales, tales como el cobre, el aluminio y el níquel. Al contrario que en el sector público, es muy débil la mejora en el sector privado, con lo que no pueden descartarse nuevos ajustes en el empleo

martes, 4 de mayo de 2021

PROLONGADO DÉFICIT FISCAL

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento es un conjunto de normas que regula la coordinación de las políticas fiscales de la Unión Europea, con el objetivo de velar por unas finanzas públicas saneadas, y cuenta con un componente preventivo, para asegurar que la política fiscal de los países se lleve a cabo de manera sostenible, y otro correctivo, sobre cómo deben actuar los países que incurren en déficit o deuda excesivos.

La Comisión Europea puede poner en marcha el procedimiento de déficit excesivo contra el país que incumpla una de las dos normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento: superar el umbral de déficit del 3% del PIB o endeudarse por encima del 60%.

Estas normas han quedado en suspenso durante la pandemia, pero la perspectiva de recuperación económica lleva a algunos países, como Alemania, a recordar que el abultado déficit fiscal que acumulan países como España habrá de ser corregido en el próximo lustro, lo cual implica que deberá aumentar el volumen sus ingresos públicos o reducir los gastos.

La economía española tiene tipos impositivos altos en relación con los países de la Eurozona, pero la recaudación fiscal es menor en todas las figuras impositivas, seguramente debido al mayor fraude fiscal y el exceso de deducciones, exenciones y desgravaciones.


En el gráfico tenemos los ingresos por impuestos y cuotas de la Seguridad Social de los países en porcentaje sobre el PIB, en el año 2019. La recaudación española fue del 35,4%, por debajo de la media de la Eurozona (41,6%) y menos que Francia (47,4%), Italia (42,6%), Grecia (41,9%) y Portugal (36,8%). Se estima que lograr la media de la Eurozona hubiera supuesto para España en 2019 unos ingresos adicionales del orden de 77.200 millones de euros.

Lo cierto es que han sido el incremento de gastos para afrontar la pandemia del Covid-19, y la caída de la recaudación que ha originado la crisis consecuente, las que han provocado un descuadre importante de las cuentas públicas. Según Eurostat, España cerró 2020 con un déficit público del 11% de PIB y la deuda en un 120%.

Las políticas neoliberales pregonan que la reducción de impuestos, que benefician sobre todo a las rentas altas, incentiva el consumo y aumenta tanto el ahorro como la inversión empresarial, con lo que sube el empleo y se impulsa el crecimiento económico. Pero la realidad es que la inversión de las empresas depende básicamente de las expectativas de beneficios y la financiación disponible.

La bajada de impuestos debería concentrarse más en las rentas bajas, dado que son las que tienen propensión de consumo más alta en la compra de bienes y servicios. Si la caída de ingresos beneficia principalmente a las rentas más elevadas, aumenta el ahorro, y más que invertirse en proyectos empresariales puede acabar en inversión especulativa.

En el documento “Causas y consecuencias de la desigualdad de ingresos: una perspectiva global”, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señala “Encontramos que aumentar la proporción de ingresos de los pobres y la clase media en realidad aumenta el crecimiento, mientras que una creciente proporción de ingresos del 20 por ciento superior resulta en un menor crecimiento”, lo cual sugiere que las políticas deberían centrarse en hacer que los sistemas fiscales sean más progresivos.

A partir de 2023, la Comisión Europea podría volver a exigir el cumplimiento de la norma fiscal del 3% y el FMI advierte a España que, si no actúa para evitarlo, es de esperar que permanezca en situación de déficit excesivo durante muchos años.