Las cuestiones fundamentales que se plantea la economía son qué producir, cómo producir los bienes y servicios y para quién producirlos. La respuesta a la primera pregunta varía según el país y cambia a través de los tiempos. Un ejemplo significativo lo tenemos en la evolución de algunos sectores productivos de España: la población ocupada en el sector agrícola representaba en 1955 el 45% del empleo total, en tanto que en estos momentos no supera el 5% ; justo lo contrario ha ocurrido con el sector servicios, que ha pasado del 30% en 1955 a superar el 75% en nuestros días.
El cómo producir viene determinado por las tecnologías y los factores productivos: recursos naturales, tiempo de trabajo y capital humano (conocimientos y habilidades), capital físico (instalaciones, maquinaria y equipamientos) y organización empresarial.
La tercera gran cuestión, para quién, se refiere a quién consumirá los bienes y servicios producidos, y dependerá de los ingresos de las personas. Estos ingresos están en función de las rentas de la propiedad, los salarios del trabajo, los intereses del capital y los beneficios empresariales.
En una perspectiva general, las diversas formas de resolver los problemas económicos dan lugar al concepto de sistema económico, que recoge los elementos característicos de los modos organizativos para satisfacer las necesidades.
A través de la historia se reconocen cuatro grandes sistemas económicos: esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo. El primero se caracterizaba por el derecho de unas personas a disponer en propiedad de otros seres humanos para utilizarlos en la producción de bienes y servicios.
El feudalismo se basaba en la servidumbre de la población respecto de los grandes propietarios de la tierra. La gente trabajaba para los señores feudales, la nobleza y el clero a cambio de medios básicos de subsistencia.
El capitalismo apareció a finales de la Edad Media con el comercio y el surgimiento de los oficios artesanales, en los que se establece un nuevo tipo de relación laboral: el trabajo asalariado. No se compra a las personas ni se les considera siervas, sino que se adquieren horas de trabajo a un salario determinado.
El sistema socialista fue un experimento que se puso en marcha a comienzos del siglo XX en el este de Europa y después en China y Cuba. Se basa en el protagonismo de la propiedad estatal y la planificación central de la producción, con pautas preestablecidas de distribución de los ingresos y la riqueza.
El capitalismo actual ha evolucionado hasta constituir, según el economista egipcio Samir Amin, el capitalismo de los monopolios generalizado, un sistema incapaz de superar sus contradicciones internas. El sistema político al que acompaña tiende a convertir la democracia representativa en democracia de baja intensidad. El ciudadano puede votar libremente, pero es el mercado y no el Parlamento quien toma realmente las decisiones.
En la historia del capitalismo son recurrentes las crisis financieras. Muestran los desajustes que se generan en una economía descentralizada dominada por decisiones privadas, con frecuencia especulativas, en un contexto de incertidumbre.
Los defensores del capitalismo argumentan en su favor que nunca antes se había alcanzado un nivel de prosperidad como el actual. Remarcan que fracasaron los intentos de alcanzarlo por otra vías, en particular la soviética.
El capitalismo contemporáneo transmite la idea de que la única responsabilidad social de las empresas es la maximización de los beneficios, y la prioridad absoluta que otorga a los intereses de los accionistas es un lastre para avanzar en el progreso económico y social.
No cabe duda de que las grades corporaciones han hecho aportaciones al desarrollo económico, pero hasta algunos de sus propios defensores se resisten a admitir como único criterio de buena gestión empresarial maximizar el valor para los accionistas, olvidándose de otros colectivos interesados en el funcionamiento de las empresas, como los trabajadores, los clientes, los proveedores y el entorno social.
Junto a la actividad pública, que ha ganado relevancia en la crisis pandémica, en el actual sistema económico se desarrollan formas de propiedad que no son capitalistas, como la cooperativa y otras de tipo asociativo inspiradas en la solidaridad.