martes, 27 de abril de 2021

CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO


Las cuestiones fundamentales que se plantea la economía son qué producir, cómo producir los bienes y servicios y para quién producirlos. La respuesta a la primera pregunta varía según el país y cambia a través de los tiempos. Un ejemplo significativo lo tenemos en la evolución de algunos sectores productivos de España: la población ocupada en el sector agrícola representaba en 1955 el 45% del empleo total, en tanto que en estos momentos no supera el 5% ; justo lo contrario ha ocurrido con el sector servicios, que ha pasado del 30% en 1955 a superar el 75% en nuestros días.

El cómo producir viene determinado por las tecnologías y los factores productivos: recursos naturales, tiempo de trabajo y capital humano (conocimientos y habilidades), capital físico (instalaciones, maquinaria y equipamientos) y organización empresarial.

La tercera gran cuestión, para quién, se refiere a quién consumirá los bienes y servicios producidos, y dependerá de los ingresos de las personas. Estos ingresos están en función de las rentas de la propiedad, los salarios del trabajo, los intereses del capital y los beneficios empresariales.

En una perspectiva general, las diversas formas de resolver los problemas económicos dan lugar al concepto de sistema económico, que recoge los elementos característicos de los modos organizativos para satisfacer las necesidades.

A través de la historia se reconocen cuatro grandes sistemas económicos: esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo. El primero se caracterizaba por el derecho de unas personas a disponer en propiedad de otros seres humanos para utilizarlos en la producción de bienes y servicios.

El feudalismo se basaba en la servidumbre de la población respecto de los grandes propietarios de la tierra. La gente trabajaba para los señores feudales, la nobleza y el clero a cambio de medios básicos de subsistencia.

El capitalismo apareció a finales de la Edad Media con el comercio y el surgimiento de los oficios artesanales, en los que se establece un nuevo tipo de relación laboral: el trabajo asalariado. No se compra a las personas ni se les considera siervas, sino que se adquieren horas de trabajo a un salario determinado.

El sistema socialista fue un experimento que se puso en marcha a comienzos del siglo XX en el este de Europa y después en China y Cuba. Se basa en el protagonismo de la propiedad estatal y la planificación central de la producción, con pautas preestablecidas de distribución de los ingresos y la riqueza.


El capitalismo actual ha evolucionado hasta constituir, según el economista egipcio Samir Amin, el capitalismo de los monopolios generalizado, un sistema incapaz de superar sus contradicciones internas. El sistema político al que acompaña tiende a convertir la democracia representativa en democracia de baja intensidad. El ciudadano puede votar libremente, pero es el mercado y no el Parlamento quien toma realmente las decisiones.

En la historia del capitalismo son recurrentes las crisis financieras. Muestran los desajustes que se generan en una economía descentralizada dominada por decisiones privadas, con frecuencia especulativas, en un contexto de incertidumbre.

Los defensores del capitalismo argumentan en su favor que nunca antes se había alcanzado un nivel de prosperidad como el actual. Remarcan que fracasaron los intentos de alcanzarlo por otra vías, en particular la soviética.

El capitalismo contemporáneo transmite la idea de que la única responsabilidad social de las empresas es la maximización de los beneficios, y la prioridad absoluta que otorga a los intereses de los accionistas es un lastre para avanzar en el progreso económico y social.

No cabe duda de que las grades corporaciones han hecho aportaciones al desarrollo económico, pero hasta algunos de sus propios defensores se resisten a admitir como único criterio de buena gestión empresarial maximizar el valor para los accionistas, olvidándose de otros colectivos interesados en el funcionamiento de las empresas, como los trabajadores, los clientes, los proveedores y el entorno social.

Junto a la actividad pública, que ha ganado relevancia en la crisis pandémica, en el actual sistema económico se desarrollan formas de propiedad que no son capitalistas, como la cooperativa y otras de tipo asociativo inspiradas en la solidaridad.




martes, 20 de abril de 2021

EL NUCLEO DE LA ECONOMÍA


La economía es considerada como una ciencia social que estudia las elecciones que hacen los individuos, las empresas y las autoridades públicas para hacer frente a la escasez de recursos.

Las proposiciones que hace la economía positiva permiten acercarse a los hechos y descubrir la realidad, con lo que pueden ser verdaderas o falsas, pero siempre es posible verificarlas. En cambio, las proposiciones de tipo normativo se basan en criterios subjetivos (deber ser) que no se pueden demostrar, por lo que admiten respuestas alternativas.

La economía se sustenta en las decisiones individuales, que se basan en cuatro principios: los recursos disponibles son escasos, el coste de oportunidad es el relevante, hay que considerar la decisión en el margen y las personas responden a los incentivos.

Un recurso es cualquier elemento que podemos utilizar en la producción de bienes y servicios. Los recursos básicos son la tierra, el trabajo (tiempo de los trabajadores), el capital físico (edificios. instalaciones y equipamientos), y el capital humano (conocimiento y habilidades de los trabajadores)

Un recurso es escaso cuando no hay suficiente cantidad para atender la demanda del mismo. Hay escasez de recursos naturales, como petróleo y madera, y se están convirtiendo también en escasos el agua y el aire limpio. Asimismo, la cantidad de trabajo disponible es limitada.

Además de los ingresos limitados, el tiempo disponible también obliga a elegir entre alternativas. Así, los consumidores con escaso tiempo suelen optar por comprar en tiendas de cercanías para evitar el desplazamiento, aún sabiendo que tendrán que pagar más que en grandes tiendas por algunos productos.

Aunque las decisiones individuales son las predominantes en las economías de mercado, hay elecciones en materias de índole comunitaria que se reservan las entidades locales y las de ámbito superior.

El segundo principio se refiere al coste de oportunidad, que es relevante para entender la elección individual. Cada elección implica dejar de lado alguna alternativa, es decir, lo que se pierde por no elegir la siguiente mejor alternativa. Por ejemplo, el coste de entrada para ver un partido de futbol no es la cantidad de euros que se debe pagar, sino la renuncia a ver una película o realizar otra acción.

A veces, el dinero a pagar puede ser un indicador del coste de oportunidad, pero no es lo más frecuente. El coste monetario puede llegar a ser mucho menor que el de oportunidad. Así, el desembolso monetario por estudiar en la universidad resultará insignificante a un joven emprendedor comparado con el verdadero coste de oportunidad: renunciar a su proyecto empresarial.

El tercer principio, la decisión en el margen, supone un intercambio, una comparación entre costes y beneficios. Responde a cuestiones como qué hacer con el aumento de ingresos o qué hacer en la próxima hora. Implica analizar disyuntivas en el margen, comparando costes y beneficios de hacer un poco más o un poco menos de cierta actividad.

El gerente de una empresa se pregunta cuántos empleados más tiene que contratar. En las vacunas contra la Covid se plantea qué nivel de efectos secundarios son admisibles en el medicamento. El análisis marginal tiene un papel importante en economía, porque sirve para decidir el “cuanto”, el nivel en cualquier actividad.

El cuarto principio de la elección individual establece que las personas responden a los incentivos, que suponen oportunidades para mejorar. Esta actitud es el fundamento de las predicciones sobre el comportamiento de los individuos. Así, las subidas de precio de la gasolina durante un período amplio auguraban la tendencia de comprar coches más pequeños con menor consumo de carburante.

Los intentos de cambiar el comportamiento sin recurrir a incentivos suelen tener escaso éxito. Por ejemplo, los intentos de reducir voluntariamente las emisiones contaminantes de las empresas no han dado resultados, cuando no han ido acompañados de incentivos para los empresarios.

El sistema económico viene a coordinar las actividades de mucha gente. Las elecciones individuales no son independientes unas de otras, sino que las oportunidades de un individuo dependen de las elecciones que hacen otros. Por tanto, la interacción de las elecciones es una característica del quehacer económico, que puede dar lugar a un resultado final muy diferente de lo que los individuos pretendían.




martes, 13 de abril de 2021

INCREMENTO DE LA DEUDA PÚBLICA


Los recursos que necesita un Estado para financiar sus gastos puede conseguirlos fundamentalmente estableciendo impuestos o emitiendo deuda pública. En la medida que recurre a la primera vía recupera los fondos gastados con la recaudación de impuestos.

La ventaja de la financiación con impuestos es que da oportunidad al Estado para redistribuir los recursos, centrando el gasto en ciertos colectivos y recargando los tributos a otros grupos de población. El inconveniente, sobre todo en una época de recuperación como la actual, es que el incremento de impuestos puede llegar a anular el efecto económico impulsor.

La segunda vía de financiación consiste en la emisión de deuda pública, que supone la venta de títulos de préstamos a particulares, empresas e instituciones financieras del país o del extranjero. El Estado se compromete a pagar los intereses y devolver la deuda en el plazo establecido, o bien, tratará de refinanciar el préstamo emitiendo nuevos títulos.

Como las deudas contraídas tienen que ser devueltas en el futuro, habrá que conseguir superavits presupuestarios más tarde y, en caso de no lograrlos, se generará más deuda para amortizar la deuda anterior.

La deuda pública de España se incrementó en 2020 en 122.439 millones de euros, que representa un 9,9%, alcanzando al final de año un volumen de 1,3 billones. En el gráfico siguiente tenemos la evolución del endeudamiento público español en la última década.



La deuda de las Administraciones Públicas fue aumentando anualmente a partir de 2008, en la crisis financiera y la posterior recuperación, alcanzando al final de 2020 el 117,3% del PIB, la ratio más elevada desde 1902.

El mayor incremento en 2020 se ha producido en la Administración Central del Estado, debido a las ayudas a trabajadores y empresas, con los programas de sostenimiento de empleo (ERTE) y las ayudas a autónomos. Con el reciente añadido de las ayudas directas, la deuda pública podría alcanzar hasta un 122% del PIB este año.

El grado de sostenibilidad de la deuda pública contraída se relaciona con la proporción que representa sobre el PIB del país. Se consideran además factores como el tipo de interés y la moneda en que está emitida. En el caso de que sea moneda de otro país, la evolución del tipo de cambio puede suponer una carga añadida en el futuro.

Por fortuna para un país tan endeudado como España, la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE), con la compra masiva de bonos, ha reducido el coste del endeudamiento. La carga de intereses de la deuda ha descendido desde el 3,5% del PIB en 2013 hasta el 2% en 2019 y continúan cayendo, pero no hay que olvidar que el nivel de endeudamiento ha llegado al doble del admitido por las reglas fiscales europeas (60%), suspendidas temporalmente durante la pandemia.






miércoles, 7 de abril de 2021

"HOMO ECONOMICUS"

 

El egoísmo es para el análisis económico un instinto básico de los seres humanos que se deriva de su propia conservación. Primero se atienden las necesidades propias y las de la familia y después se tendrán en cuenta las necesidades de la sociedad a la que se pertenece.

El escocés Adam Smith, pionero de la economía, escribió en su famoso libro “La riqueza de las naciones”, publicado en 1776, que una persona que actúa por el interés propio es llevada por una “mano invisible” a promover el bienestar de la sociedad.

Según el utilitarismo del inglés Jeremy Bentham, contemporáneo de Smith, el mejor resultado se obtiene cuando los individuos buscan únicamente su propio bienestar. Bajo este pensamiento, será el mercado el encargado de maximizarlo para todos.

Así, al “homo economicus” se le ha caracterizado por ser egoista, racional y maximizador, es decir, buscador de su propia ganancia. Al adoptar estos comportamientos en todos los seres humanos se homogeneizan las conductas y se dice que es factible agregarlas, haciendo posible anticipar las decisiones que se van a adoptar, sin tener en cuenta que la sociedad es más que la suma de los individuos.

El análisis económico supone que, cuando surja un problema de escasez, el “homo economicus” se olvidará de los demás y actuará racionalmente, considerando sólo sus propios intereses y maximizando el beneficio que pueda obtener. Se suele considerar que ésta es una buena aproximación a la realidad para conocer el comportamiento de los individuos en los mercados competitivos

A partir de estos criterios, los economistas neoliberales establecen el comportamiento del ·homo economicus” como el típico de todos los seres humanos y lo utilizan para sacar conclusiones que afectan al bienestar de las personas. Pero puede comprobarse que en muchas situaciones este comportamiento egoísta es más bien una caricatura.

Las evidencias muestran la relevancia que tienen las instituciones que rodean a los sujetos y que las personas no renuncian a las ideas de justicia cuando toman decisiones. Las experiencias demuestran que también se tienen en cuenta las necesidades de otras personas

Según el Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, las personas no actuamos de un modo tan racional como señala la economía liberal. Así, no valoramos del mismo modo una pérdida que una ganancia. Damos preferencia a no perder cierta cantidad antes que a la posibilidad de ganarla.

Se ha comprobado que algunos espectáculos no fijan el precio de entrada y consiguen mayores ingresos con las aportaciones voluntarias de los asistentes, lo cual pone de manifiesto que no existe una actitud tan maximizadora de la utilidad.

Como apunta Amartya Sen, “El hombre puramente económico es casi un retrasado mental desde el punto de vista social. Necesitamos una estructura más compleja para acomodar los diversos conceptos relacionados con su comportamiento”.

Quizás se abuse del postulado egoísta en los planteamientos económicos liberales, aplicándolos a muchas situaciones en las que no rige este principio. En todo caso, vendría bien dejar de pensar en los seres humanos como “homo economicus” para asumir que en realidad somos “homo sapiens”.