Los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) recién publicados, correspondientes al tercer trimestre de 2020, siguen reflejando la situación acarreada por la pandemia del coronavirus Covid-19 en el mercado laboral.
El descenso del número de trabajadores acogidos a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) supone que las personas van entrando en actividad de modo efectivo, con lo que las horas reales de trabajo realizadas en el tercer trimestre han aumentado en un 15,10% respecto al trimestre anterior.
El número de ocupados en el trimestre aumenta en 569.600 personas (3,06%) respecto al período precedente, alcanzando un total de 19.176.900, pero en el cómputo de los últimos 12 meses el empleo disminuye como consecuencias de las caídas de ocupación que hubo en el primer semestre de 2020. Mientras que en el sector privado el empleo descendió en 805.900 personas, aumentó en 108.500 en el sector público.
Desde el final del confinamiento domiciliario, en junio, se va recuperando la población activa y disminuyen las personas fuera del mercado laboral (inactivos), con lo que el número de parados aumenta en el tercer trimestre en 355.000 personas y alcanza un total de 3.722.900
En el siguiente gráfico tenemos la evolución trimestral de las tasas de paro a lo largo de 2019 y el 2020, con el paro juvenil (línea roja), el colectivo de 25 años en adelante ( línea azul) y el promedio de paro (línea amarilla)
Continúa siendo muy importante la diferencia entre la tasa de paro general (16,26% en el tercer trimestre de 2020) y la del colectivo juvenil (15 a 24 años) que busca empleo activamente (41,7%). La media de desempleo juvenil en la Unión Europea era del 17%
El nivel de paro juvenil sitúa a España como el país con mayor tasa de desempleo en el colectivo de 15 a 24 años de la Organización para el Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), como podemos comprobar en el siguiente gráfico:
Uno de los factores de tipo coyuntural que explica la diferencia entre el nivel de paro de los jóvenes y el de los que cuentan con más de 25 años es que los primeros se encuentran en el momento de entrada en el mercado laboral. Las empresas retrasan las contrataciones de nuevos empleados en tiempos de incertidumbre, al igual que reducen las inversiones.
Otro factor se refiere a las características de los sectores laborales a los que acceden muchos jóvenes: comercio al detalle, hostelería, actividades recreativas... Con frecuencia, son sectores con condiciones laborales precarias, en los que predominan empleos temporales y a tiempo parcial, que se acaban cuando empeora la coyuntura económica.
Entre los problemas estructurales del empleo juvenil en España se encuentra el nivel de formación de los jóvenes. En el tercer trimestre de 2020, un 45,8% del colectivo sólo había conseguido completar la enseñanza primaria y obligatoria, y únicamente el 22,5% logró realizar totalmente la enseñanza media, en tanto que había conseguido cursar la enseñanza superior un 31,7%. Hay un déficit importante en la enseñanza media, porque el promedio europeo (46%) casi duplica al español; en cambio, el porcentaje europeo es inferior al español en la formación universitaria.
Estos resultados académicos afloran dos problemas: altas tasas de abandono escolar temprano, 13% en mujeres y 21% en hombres (media europea 10%) y, por tanto ausencia de estudios básicos necesarios para un desarrollo profesional. Hay elevada polarización en el nivel educativo alcanzado, con reducida apuesta por el nivel intermedio, la Formación Profesional.
La tasa de paro de los jóvenes suele ser inversamente proporcional al nivel de formación. En el tercer trimestre de 2020, en jóvenes con formación primaria, el desempleo alcanzó el 54% y en los que cuentan con nivel de formación superior se situó en el 33%.