Además de la disminución de la fecundidad y el aumento de la esperanza de vida, en el contexto demográfico español está influyendo la llegada a la jubilación de la generación “baby boomer”, una cohorte muy numerosa nacida pocos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.
Como consecuencia, las proyecciones apuntan a que en las próximas décadas tenderá a descender la población en edad de trabajar, incluso contando con la inmigración, y el peso del colectivo mayor de 65 años pasará del actual 17,1% al 29,2% para el año 2050, según el Instituto Nacional de Estadística (INE)
Vemos en el gráfico que la estructura actual de la población ha perdido su tradicional forma de pirámide al ensancharse en las edades centrales y adopta la apariencia de una hucha, con el volumen de población más numeroso entre 40-44 años. El grupo de niños y niñas de menos de 4 años no supera en conjunto los 2 millones, y el colectivo más envejecido, de 85 años y más, suma entre hombres (en azul) y mujeres (en rojo) más de 1,5 millones de personas.
El cambio de contexto demográfico, con la modificación en la composición por edades, es importante en la evolución de la oferta y la demanda agregadas de la economía, así como en las políticas económicas y sociales, tal como se resume en el siguiente esquema del Banco de España
Con tasas de empleo constantes, el crecimiento de la población en edad de trabajar y la productividad laboral determinan el crecimiento potencial de la economía. Por lo tanto, un menor crecimiento de la población tenderá a generar menos crecimiento de empleo y de producción agregada.
Además, el tamaño de la población empleada es relevante cuando un país tiene una elevada deuda pública, como España, y ha de pagar pensiones que van incrementándose. A fin de no generar déficits, el crecimiento nominal de la economía, incluida la inflación, debería ser tan elevado como el ritmo de incremento de las prestaciones, pero actualmente el PIB está creciendo nominalmente menos de la mitad.
El movimiento natural de la población, el saldo vegetativo, acumula cuatro años de descenso, con lo que estamos en el denominado “invierno demográfico”. En la fase de ralentización se irá reduciendo la inserción de parados en el mercado de trabajo. Las entradas de inmigrantes en el país han aumentado, pero también crecen las salidas de españoles.
Cada vez menos ocupados tienen que sostener a más personas, y con mayores necesidades de asistencia sanitaria por el aumento de la edad media de la población. Será necesario avanzar hacia un modelo económico más productivo para sostener el sistema de salud y atender a las pensiones y demás prestaciones sociales en un contexto de caída de la población y de la tasa de crecimiento económico.
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