En la actividad económica de un país intervienen tres tipos de agentes: las economías domésticas (familias), las empresas y el Estado (Administraciones Públicas). Una economía doméstica es una persona o grupo de personas que comparten su renta. Constituye la unidad básica de consumo y es la propietaria de los recursos productivos.
La diferencia entre los ingresos o renta de las familias y el consumo de bienes y servicios constituye el ahorro, que viene a ser una consecuencia de la decisión de cuánto consumir ahora y cuánto consumir en el futuro.
Como en economía el interés es un precio, el 2% de retribución anual al dinero ahorrado, por ejemplo, significa que por cada euro de consumo reducido hoy podremos obtener 1,02, en el futuro, en este caso un año.
Si el tipo de interés disminuye al 1%, el consumo actual será más barato respecto al consumo futuro, puesto que sólo obtendríamos 1,01 euros al cabo de un año. Por tanto, el comportamiento racional sería reducir el ahorro, destinando más parte de la renta al consumo ahora.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución del ahorro de las familias españolas, en porcentaje sobre la renta disponible
Además del tipo de interés, el ahorro viene influido por las expectativas económicas porque es una decisión sobre el futuro. La cantidad que se desea reservar, el ahorro de previsión, estará en función de la renta que se espera obtener en ese futuro.
Como observamos en el gráfico, en el año 2009, a comienzos de la Gran Recesión, se duplicó el porcentaje de ahorro respecto al año anterior, pasando del 5,8% al 13,4%, como precaución ante las malas expectativas, y a partir del 2015, con la recuperación económica, mejoran las expectativas y desciende el nivel de ahorro, hasta caer en 2018 al 4,9%, 0,6 pp por debajo del registrado en 2017 y 1 pp inferior a la tasa de ahorro de 2007, cuando se registró el mínimo de la anterior fase expansiva
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer trimestre de 2019 la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 5,4%, lo que supone un aumento de 0,6 puntos con respecto al último trimestre de 2018, pero lejos del nivel de ahorro medio de las familias de la Eurozona, que llega al 12,1% de su renta disponible.
En 2017, los españoles gastaron 5.000 millones de euros más que los ingresos y en 2018 la cifra alcanzó lo 15.000 millones, la mitad en consumo, con el apoyo de créditos, y el resto en inversión de vivienda. Según el servicio de estudios de Funcas, desde 2013 la renta disponible ha aumentado en un 10,5%, en tanto que el consumo subió el 16,5%
A pesar de que el PIB alcanzó su nivel anterior a la crisis hace dos años, el consumo de las familias no ha llegado a situarse en las cifras de 2008. Algunos analistas opinan que puede ser la causa de que la familias tengan la sensación de menor bienestar y recurran a intensificar el gasto.
El conjunto de los hogares ha vuelto a una situación de necesidad de financiación. En 2017 registraron un pequeño déficit financiero, pero en 2018, con la caída del ahorro al 4,9% de la renta disponible, el déficit ha alcanzado un 1,2% del PIB
No cabe duda de que el mayor consumo de las familias ha estado contribuyendo a mantener la recuperación económica española. Es uno de los elementos que explican la diferencia en el crecimiento con respecto a los países de la Eurozona.
El problema surgirá en la fase descendente del ciclo económico, que parece a la vuelta de la esquina, cuando la caída del consumo puede ser relevante, dado que las familias tendrán que recurrir a ajustes para afrontar la situación de endeudamiento financiero.
La diferencia entre los ingresos o renta de las familias y el consumo de bienes y servicios constituye el ahorro, que viene a ser una consecuencia de la decisión de cuánto consumir ahora y cuánto consumir en el futuro.
Como en economía el interés es un precio, el 2% de retribución anual al dinero ahorrado, por ejemplo, significa que por cada euro de consumo reducido hoy podremos obtener 1,02, en el futuro, en este caso un año.
Si el tipo de interés disminuye al 1%, el consumo actual será más barato respecto al consumo futuro, puesto que sólo obtendríamos 1,01 euros al cabo de un año. Por tanto, el comportamiento racional sería reducir el ahorro, destinando más parte de la renta al consumo ahora.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución del ahorro de las familias españolas, en porcentaje sobre la renta disponible
Además del tipo de interés, el ahorro viene influido por las expectativas económicas porque es una decisión sobre el futuro. La cantidad que se desea reservar, el ahorro de previsión, estará en función de la renta que se espera obtener en ese futuro.
Como observamos en el gráfico, en el año 2009, a comienzos de la Gran Recesión, se duplicó el porcentaje de ahorro respecto al año anterior, pasando del 5,8% al 13,4%, como precaución ante las malas expectativas, y a partir del 2015, con la recuperación económica, mejoran las expectativas y desciende el nivel de ahorro, hasta caer en 2018 al 4,9%, 0,6 pp por debajo del registrado en 2017 y 1 pp inferior a la tasa de ahorro de 2007, cuando se registró el mínimo de la anterior fase expansiva
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer trimestre de 2019 la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 5,4%, lo que supone un aumento de 0,6 puntos con respecto al último trimestre de 2018, pero lejos del nivel de ahorro medio de las familias de la Eurozona, que llega al 12,1% de su renta disponible.
En 2017, los españoles gastaron 5.000 millones de euros más que los ingresos y en 2018 la cifra alcanzó lo 15.000 millones, la mitad en consumo, con el apoyo de créditos, y el resto en inversión de vivienda. Según el servicio de estudios de Funcas, desde 2013 la renta disponible ha aumentado en un 10,5%, en tanto que el consumo subió el 16,5%
A pesar de que el PIB alcanzó su nivel anterior a la crisis hace dos años, el consumo de las familias no ha llegado a situarse en las cifras de 2008. Algunos analistas opinan que puede ser la causa de que la familias tengan la sensación de menor bienestar y recurran a intensificar el gasto.
El conjunto de los hogares ha vuelto a una situación de necesidad de financiación. En 2017 registraron un pequeño déficit financiero, pero en 2018, con la caída del ahorro al 4,9% de la renta disponible, el déficit ha alcanzado un 1,2% del PIB
No cabe duda de que el mayor consumo de las familias ha estado contribuyendo a mantener la recuperación económica española. Es uno de los elementos que explican la diferencia en el crecimiento con respecto a los países de la Eurozona.
El problema surgirá en la fase descendente del ciclo económico, que parece a la vuelta de la esquina, cuando la caída del consumo puede ser relevante, dado que las familias tendrán que recurrir a ajustes para afrontar la situación de endeudamiento financiero.
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