martes, 24 de septiembre de 2019

INCIDENCIA ECONÓMICA DEL ENVEJECIMIENTO


El incremento de la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad en los países desarrollados están acelerando el envejecimiento de la poblacion. La mejora en la calidad de vida y los avances de la medicina han provocado el aumento de la esperanza de vida, con lo que se alcanzan edades impensables en épocas anteriores, hasta aumentar de modo significativo el número de personas que superan los 80 años.

En el caso de España, el envejecimiento se ha acelerado por una de las longevidades más altas del mundo (83 años). En menos de tres décadas se ha duplicado el porcentaje  de personas mayores de 65 años. Ha impulsado este proceso la baja tasa de natalidad, que en 1975 era de 3 hijos por mujer en edad fértil y actualmente oscila en torno a 1,2, muy por debajo del nivel de reemplazo (2,1). Ha sido la inmigración la que ha venido a mitigar los efectos de esta caída de la natalidad.

El siguiente gráfico de Eurostat muestra la evolución de la edad media de la población en España.




Observamos que en 1950 la edad media era de 27,5 años, actualmente ronda los 45 y superará los 52 en el año 2040. En los 69 años transcurridos desde 1950 ha crecido un 63,6%, lo que supone un aumento medio de 3 meses por año, un ritmo de crecimiento que se va a mantener hasta 2045.

El siguiente gráfico establece la posición de los grupos de edad en España:




El gráfico muestra que en 1950 los mayores de 65 años representaban menos del 10%, actualmente suponen en torno al 18% y superaran el 30% en 2050, un proceso acelerado de envejecimiento.

Para abordar el efecto del envejecimiento de la población en la generación de renta de un país hay que distinguir entre Producto Interior Bruto (PIB) por trabajador y por habitante. Al analizar la productividad debemos fijarnos en el PIB por trabajador, pero la cantidad de producción que se dispone para cada persona, el PIB por habitante, es el indicador del bienestar económico del país.

Podemos establecer la siguiente expresión cuantitativa para obtener el PIB por habitante:

PIB/población = (PIB/ocupados) x (ocupados/activos) x (activos/población)

La expresión indica tres razones por las que el nivel de vida puede crecer en un país: a) el aumento de la productividad, es decir, el PIB por trabajador, b) el incremento de la proporción de ocupados respecto de los activos, lo cual significa el descenso de la tasa de paro, y c) el aumento de la tasa de actividad, que conlleva el descenso de los inactivos (estudiantes, jubilados, dedicados a labores de hogar…)

Con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2019, la población ocupada en España era de 19.804.000 y el numero de parados 3.230.600, lo que supone un total de población activa de 23.034.600 personas. Como la población residente en España es alrededor de 47 millones, los inactivos serán 23.965.400 y el PIB a comienzos de 2019 se situaba en 1.208.248 millones de euros

Introduciendo estos datos en la expresión cuantitativa anterior, podemos calcular el PIB por habitante, con desglose de la productividad, la proporción de ocupados sobre activos y la tasa de actividad (todos en millones)

PIB por habitante = 1.208.248 / 47 = 25.707€

         Productividad = 1.208.248 / 19,8 = 61.022 €
         Proporción de ocupados = 19,8 / 23 = 0,86
         Tasa de actividad = 23 / 47 = 0,49

Podemos afirmar que el nivel económico de vida por habitante en 2019 (25.707 €) es consecuencia de la productividad media de los trabajadores (61.022 €), de la proporción que representan respecto de los activos (86%), es decir, un paro del 14%, y de la tasa de actividad sobre toda la población (49%), que supone un colectivo de inactivos del 51%

La productividad indica cuánto más puede hacer una economía con los mismos trabajadores y recursos. Según el INE, en España, en 2018, el crecimiento de la productividad por puesto de trabajo a tiempo completo fue nulo. Medida por hora efectivamente trabajada, el dato cayó en negativo (-0,25%). Los expertos achacan esta pérdida de productividad al incremento de peso en el empleo total de sectores como la Construcción y las Administaciones Públicas, con menor productividad que la Industria.

El segundo componente citado, la proporción de ocupados respecto de los activos, depende a las políticas activas de empleo, que en España han mostrado escasa eficacia, aunque con la recuperación económica la tasa de paro ha descendido hasta el 14%

Y la tasa de actividad sobre toda la población, tercer componente, está condicionado por la situación demográfica del país. Aunque tanto la mayor incorporación de la mujer al mercado laboral como las personas inmigrantes pueden ayudar a reducir la brecha de la tasa de reposición, la población ocupada tenderá a descender, reduciendo así la capacidad de generar renta. Por tanto, habrá de ser la productividad la que mejore para contrarrestarla y evitar el empeoramiento en las condiciones de vida de la población.





martes, 17 de septiembre de 2019

DESACELERACIÓN ECONÓMICA


Van publicándose diversos indicadores que anticipan un debilitamiento futuro de la actividad económica. Estas noticias están afectando a la formación de expectativas tanto de las empresas como de las familias. El Indice de Confianza del Consumidor (ICC) español de agosto señala una percepción negativa, con 86 puntos sobre 200, cayendo 16,4 puntos con respecto al mismo mes de 2018

La consolidación de los tipos de interés negativos, que se inició tras el comienzo de la Gran Recesión, ha sido una reacción de los bancos centrales a la escasa inflación y a la débil actividad. Está influyendo en la opinión de los inversores, confirmándoles que la época de tipos de interés negativos va a alargarse más de lo esperado.

A los efectos de la guerra comercial y de divisas, así como las desavenencias tecnológicas, la crisis de la industria del automovil y la ralentización de la Eurozona, hay que añadir el posible Brexit sin acuerdo y el deterioro de mercados como el argentino. La crisis se cierne sobre algunos de nuestros socios económicos principales, tales como Alemania, Italia, México, Reino Unido, Rusia y Turquía, que suponen el destino del 30% de las exportaciones españolas.

En el siguiente gráfico (Dpto. de Análisis Bankinter) podemos observar la desaceleración de la tasa del incremento del PIB



Parece que estamos ante una situación cercana a la de Japón, que desde los años 1990 está aplicando sin mucho éxito políticas de expansión monetaria que han permitido un elevado nivel de endeudamiento. En el contexto actual resulta muy difícil implementar medidas que supongan el aumento del gasto público, que traería el incremento del déficit fiscal español, ya en el límite permitido por los criterios de estabilidad europeos. Como ha advertido recientemente el BCE, España no tiene margen ni para subir los gastos ni para bajar impuestos.

La sensación que dan los escritos de muchos economistas es que se duda de las políticas de respuesta ante el nuevo escenario económico que se vislumbra para los próximos años. La crisis de 2008 se intentó atajar al principio con medidas expansivas de gasto público, propias de la política fiscal, que provocaron al aumento de los déficit públicos y condujeron a medidas de austeridad, agravando la situación económica de los países que las aplicaron.

Prevaleció la política monetaria de los bancos centrales europeo y norteamericano, de corte bastante heterodoxo, basada en mantener bajos tipos de interés e inyectar masivas cantidades de dinero a través de ayudas a los bancos y la compra de bonos en los mercados financieros.

Se esperaba que estas inyecciones masivas de dinero lograrían reactivar la demanda agregada y conseguirían incrementar la inflación, a fin de aliviar la situación de las empresas y familias muy endeudadas, pero apenas se ha apreciado el esperado crecimiento de la demanda global ni el anunciado aumento de la inflación.

La política de expansión monetaria sí ha servido para sostener bajo el tipo de interés de la deuda, con lo que algunos países, como España, están pudiendo mantener altos niveles de endeudamiento con un coste de interés soportable. También ha beneficiado a los bancos, pero los bajos tipos de interés están ya afectando a su rentabilidad.

Aunque parece que el margen de la política monetaria es cada vez más escaso, el BCE ha decidido este mes continuar con la política de expansión. Inyectará 20.000 millones de euros mensuales a partir de noviembre y penalizará los depósitos de los bancos (facilidad marginal de depósito) en el banco central en 10 puntos básicos más, hasta el -0,50%, para hacer frente al debilitamiento económico de la Eurozona y la incertidumbre originada por las tensiones comerciales.

Respecto al interés, el BCE dejó inalterado el tipo de referencia del 0% al que presta semanalmente a lo bancos y seguirá prestándoles a un día al 0,25% (facilidad marginal de crédito). La autoridad monetaria esta utilizando todos los instrumentos disponibles para restaurar el crecimiento y la inflación en la Eurozona, pero advierte a los Gobiernos con margen de maniobra que la política fiscal (ingresos y gastos públicos) debe convertirse ahora en el principal instrumento.






















































martes, 10 de septiembre de 2019

EL AHORRO DE LAS FAMILIAS


En la actividad económica de un país intervienen tres tipos de agentes: las economías domésticas (familias), las empresas y el Estado (Administraciones Públicas). Una economía doméstica es una persona o grupo de personas que comparten su renta. Constituye la unidad básica de consumo y es la propietaria de los recursos productivos.

La diferencia entre los ingresos o renta de las familias y el consumo de bienes y servicios constituye el ahorro, que viene a ser una consecuencia de la decisión de cuánto consumir ahora y cuánto consumir en el futuro.

Como en economía el interés es un precio, el 2% de retribución anual al dinero ahorrado, por ejemplo, significa que por cada euro de consumo reducido hoy podremos obtener 1,02, en el futuro, en este caso un año.

Si el tipo de interés disminuye al 1%, el consumo actual será más barato respecto al consumo futuro, puesto que sólo obtendríamos 1,01 euros al cabo de un año. Por tanto, el comportamiento racional sería reducir el ahorro, destinando más parte de la renta al consumo ahora.

En el siguiente gráfico tenemos la evolución del ahorro de las familias españolas, en porcentaje sobre la renta disponible



Además del tipo de interés, el ahorro viene influido por las expectativas económicas porque es una decisión sobre el futuro. La cantidad que se desea reservar, el ahorro de previsión, estará en función de la renta que se espera obtener en ese futuro.

Como observamos en el gráfico, en el año 2009, a comienzos de la Gran Recesión, se duplicó el porcentaje de ahorro respecto al año anterior, pasando del 5,8% al 13,4%, como precaución ante las malas expectativas, y a partir del 2015, con la recuperación económica, mejoran las expectativas y desciende el nivel de ahorro, hasta caer en 2018 al 4,9%, 0,6 pp por debajo del registrado en 2017 y 1 pp inferior a la tasa de ahorro de 2007, cuando se registró el mínimo de la anterior fase expansiva

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer trimestre de 2019 la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 5,4%, lo que supone un aumento de 0,6 puntos con respecto al último trimestre de 2018, pero lejos del nivel de ahorro medio de las familias de la Eurozona, que llega al 12,1% de su renta disponible.

En 2017, los españoles gastaron 5.000 millones de euros más que los ingresos y en 2018 la cifra alcanzó lo 15.000 millones, la mitad en consumo, con el apoyo de créditos, y el resto en inversión de vivienda. Según el servicio de estudios de Funcas, desde 2013 la renta disponible ha aumentado en un 10,5%, en tanto que el consumo subió el 16,5%

A pesar de que el PIB alcanzó su nivel anterior a la crisis hace dos años, el consumo de las familias no ha llegado a situarse en las cifras de 2008. Algunos analistas opinan que puede ser la causa de que la familias tengan la sensación de menor bienestar y recurran a intensificar el gasto.

El conjunto de los hogares ha vuelto a una situación de necesidad de financiación. En 2017 registraron un pequeño déficit financiero, pero en 2018, con la caída del ahorro al 4,9% de la renta disponible, el déficit ha alcanzado un 1,2% del PIB

No cabe duda de que el mayor consumo de las familias ha estado contribuyendo a mantener la recuperación económica española. Es uno de los elementos que explican la diferencia en el crecimiento con respecto a los países de la Eurozona.

El problema surgirá en la fase descendente del ciclo económico, que parece a la vuelta de la esquina, cuando la caída del consumo puede ser relevante, dado que las familias tendrán que recurrir a ajustes para afrontar la situación de endeudamiento financiero.












martes, 3 de septiembre de 2019

INDUSTRIA Y DIGITALIZACIÓN


Se reconoce a la industria una elevada capacidad para generar mejores empleos, estimular la actividad exportadora y aumentar la productividad. Hay una estrecha relación entre los productos industriales y los servicios asociados, con lo que se facilita la competitividad de la economía.

La información del mundo real, analógica, se está convirtiendo en información digital para que pueda ser usada en los ordenadores, que utilizan el código binario (0 y 1). Esa función la cumplen dispositivos como los modem, las tarjetas de sonido, los escáneres...

La digitalización es capaz de impactar en la economía y provocar transformaciones en la sociedad, aumentando la conectividad global, pero se desconoce en profundidad el efecto de la evolución del amplio sector tecnológico, que abarca software, internet, telecomunicaciones, infraestructuras y demás aspectos impulsados con la digitalización, en la economía real y en la sociedad.

En el proceso transformador de la manufactura, la tercera revolución industrial supuso el empleo de la electrónica y la energía atómica. Comenzó la automatización de los procesos industriales. Se desarrollaron los medios de comunicación y los de transporte.

Y ha llegado la denominada Industria 4.0, considerada la cuarta revolución industrial, caracterizada por la robótica, el Internet de las cosas, la minería de datos, el Big Data, la Inteligencia Artificial y otras tecnologías que aún están en desarrollo.

El siguiente gráfico muestra la evolución del empleo en la industria española en los últimos diez años



La evolución de la afiliación, desde 2,7 millones de trabajadores en 2007 hasta 2,2 millones en 2017, muestra una pérdida en torno al medio millón de empleos (18,4%). La producción del sector representó en 2018 el 14% del PIB español, cuando el promedio en la Unión Europea llega al 17,5%. La recomendación de la Comisión Europea es que la aportación de la industria alcance el 20% del PIB en cada país, un objetivo que va a resultar difícil cumplir.

Una característica del sector industrial es que está expuesta al contexto internacional más que otros sectores, como los servicios. Según Caixa Bank Research, “El aumento en las tensiones comerciales durante mayo y buena parte de junio y las dificultades que atraviesa el sector de la automociónestán, probablemente, detrás del deterioro del índice de manufacturas”.

A largo plazo, en el proceso de avanzada digitalización en la industria hay que tener presente que, como todos los cambios tecnológicos que han traído las revoluciones industriales, la robótica y la inteligencia artificial tendrán de modo directo tres efectos: aumento de la productividad, haciendo que el capital y el trabajo sean más eficientes; desplazamiento de trabajadores de sus puestos actuales, dado que desaparecerán empleos, y apertura de oportunidades para que afloren nuevas ocupaciones.

La eficiencia de los trabajadores, con inversión en educación y formación profesional, y sobre todo la generación de nuevas ideas acompañadas de innovaciones en productos, capaces de dar lugar a nuevos bienes y servicios con valor económico, son las acciones relevantes que pueden facilitar la reinserción laboral de desplazados por la digitalización y sostener el crecimiento económico y el empleo del país.