martes, 5 de febrero de 2019

VENTAJA COMPARATIVA Y VENTAJA COMPETITIVA

El economista escocés Adam Smith, a finales del siglo XVIII, observó la tendencia a especializarse en la producción de los bienes que cada país podía obtener en mejores condiciones y comerciar con otras naciones para beneficio de todos. Es la clásica división del trabajo en función de las diferencias de recursos naturales, capital y trabajadores, basado en la ventaja absoluta.


Medio siglo más tarde, David Ricardo, también economista británico, avanzó hacia la teoría de la ventaja comparativa, señalando que, incluso si un país es más productivo que otro en todos los productos, le interesa dedicarse siempre al bien en el que comparativamente es más productivo.

La ventaja comparativa podemos experimentarla en la vida diaria. Un ejemplo es la contratación de una persona cuidadora de los hijos. Seguramente los padres serán mejores que una persona ajena a la familia en el cuidado de los niños y también con mayor nivel en la vertiente profesional, pero eligen trabajar en lugar de cuidar a los hijos porque tienen ventaja comparativa como profesionales: consiguen mayor retribución que el gasto por el cuidado de los hijos por otra persona.

El comercio internacional se rige por la ventaja comparativa. Para ver el significado de este concepto de modo práctico, veamos un ejemplo simplificado. Supongamos que dos países, ALFA y BETA , producen los bienes X e Y. En el siguiente cuadro tenemos los tiempos de trabajo por unidad de producto que necesitan los países:


Se puede observar que el país ALFA es más eficiente que BETA, dado que obtiene los dos productos en menor tiempo. Pero aunque tenga ventaja absoluta le interesará dedicarse al producto con mayor ventaja relativa y comerciar con el otro país.

Por tanto, necesitamos calcular los costes relativos en cada país de un producto respecto del otro



Vemos que, para ALFA, el coste relativo (también llamado coste de oportunidad), de producir una unidad del producto X es de 0,5, lo cual significa que para hacer una unidad de producto X renuncia a 1/2=0,5 del producto Y, puesto que en una hora puede hacer una unidad de producto X o 0,5 de producto Y. El coste relativo de fabricar el producto Y es 2/1=2, dado que para hacer una unidad de producto Y renuncia a obtener 2 de producto X. Razonando del mismo modo con BETA, el producto X tiene un coste de 3/4=0,75 y el producto Y es 4/3=1,3.

Como a cada país le interesa producir aquel bien que tenga menor coste de oportunidad (renuncia a menos), ALFA producirá el producto X y BETA el producto Y, intercambiándose los productos a través del comercio internacional.

Los expertos que estudian el comercio internacional han encontrado tres fuente básicas de ventaja comparativa. La primera es la diferencia en el clima. Por ejemplo, los países tropicales exportan productos tales como azúcar, café y bananas, en tanto que los situados en zonas templadas destacan por el grano de trigo y de maíz. Las diferencias de estaciones entre los hemisferios norte y sur tienen asimismo incidencia en el movimiento de mercancías

Otra fuente de ventaja comparativa es la diferencia en la dotación de factores productivos entre los diversos países. El modelo de los economistas suecos Heckscher-Ohlin señala que un país con oferta abundante de un factor de producción (tierra, trabajo, capital físico o capital humano) tendrá una ventaja comparativa en los bienes cuya producción sea intensiva en ese factor. Un ejemplo es el comercio internacional de ropa, que al ser intensiva en trabajo, tienen ventaja comparativa en países como China y Bangladesh, que cuentan con oferta de trabajo abundante.

Las diferencias en tecnología o técnicas utilizadas en la producción dan lugar también a la ventaja comparativa. A veces son los conocimientos acumulados por experiencia y en otras ocasiones se trata de innovaciones tecnológicas, que pueden resultar importantes en un momento dado.

Así como en macroeconomía internacional se analiza la ventaja comparativa para aproximarse a la eficiencia productiva de los países en sus diferentes sectores, en la gestión empresarial resulta relevante la posición en el mercado o ventaja competitiva, un concepto que introdujo en los años 80 Michael Porter, economista e investigador de la Universidad de Harvard.

Porter define le ventaja competitiva como el valor diferencial que tiene una empresa respecto a sus competidoras, que la hace situar su producto o servicio en el mercado en condiciones mejores que la competencia, con capacidad para sostener en el tiempo de modo rentable, apoyándose en tres estrategias: liderazgo en costes, diferenciación del producto o servicio y enfoque o concentración en un segmento del mercado.



















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