martes, 30 de enero de 2018

EL DINERO BANCARIO

Además del dinero en efectivo, compuesto por billetes y monedas, se utiliza de modo generalizado el dinero bancario, en forma de anotaciones digitales que aparecen en las cuentas bancarias.

En la Eurozona, el dinero de curso legal únicamente puede ser creado por el Banco Central Europeo (BCE). En cambio, el dinero bancario es creado sobre todo por los bancos privados a través de la emisión de deuda en forma de depósitos. Cuando prestan dinero se pone en funcionamiento un circuito, que se acelera por el efecto multiplicador del dinero.

El efecto multiplicador viene condicionado por el “encaje bancario", “coeficiente legal de caja” o “tasa de reserva”, que es el porcentaje mínimo obligatorio establecido por el BCE para las entidades financieras privadas, a fin de que mantengan en efectivo dinero suficiente para atender la demanda de liquidez de los depositantes.


El exceso de liquidez por encima del mínimo obligatorio permite la multiplicación del dinero, como podemos observar en el siguiente gráfico:


Como en la Eurozona el porcentaje de reservas o encaje gira en torno al 1%, vamos a desarrollar cómo se ejecuta la multiplicación del dinero. Supongamos que la persona X entrega 100 euros al Banco A, que lo anota en su Caja y también como Depósito en su pasivo. El siguiente movimiento del Banco A será guardar en Caja 1 euro (1% del depósito), y por el resto, 99 euros, conceder un crédito (ese es el negocio bancario) a la persona Y.

La persona Y deposita el dinero del crédito en el Banco B, que lo anota en Caja y también como Depósito. Al igual que el otro banco, guarda un 1% (0,99 euros) y concede crédito por el resto (98,01 euros) a Z, y así sucesivamente.

Si sumamos los depósitos de X e Y, observamos que el importe del dinero bancario total con estos primeros movimientos ha subido a 297,01 euros, los 100 iniciales más los préstamos sucesivos de 99 y 98,01 euros. La secuencia a la que irá creciendo en el sistema bancario, manteniendo una retención (coeficiente de caja) del 1%, será la siguiente: 100 + 99+ 98,01 +… = 100 (1+0,99+0,9801+…)

En el paréntesis se forma una progresión geométrica descendente de razón 0,99, cuya suma es 1/(1-0,99) = 100. Teniendo en cuenta que el depósito inicial desencadenante fue de 100, la suma de todas los depósitos acumulados en el sistema bancario será 10.000 (100 x 100).

Pero el proceso multiplicador no se ejecuta únicamente con el depósito que se crea por el ahorro entregado en un banco, sino que aumenta sobre todo al conceder la entidad financiera un préstamos (una hipoteca, por ejemplo), que también genera un depósito de la nada a nombre del prestatario.

Por lo tanto, en la creación de dinero intervienen el Banco Central, que decide el volumen de dinero que debe poner en circulación (base monetaria), que representa en torno al 3% hoy día, y los bancos privados que, a través de los préstamos, expanden la cantidad de liquidez inyectada por el banco central, y supone el 97% de la oferta monetaria total.

Los bancos centrales tienen el objetivo de controlar los riesgos adquiridos por los bancos a través de la imposición de ratios de solvencia y de liquidez. Los ratios de solvencia relacionan los fondos propios de los bancos con los riesgos de los créditos pendientes de vencimiento, y los ratios de liquidez establecen unos mínimos de disponibilidad de dinero en función de la estructura de los activos.

La enorme deuda actual de empresas y familias ha sido generada por el privilegio que disfrutan los bancos de crear dinero de la nada, y prestarlo en muchos casos a personas y empresas que no pueden devolverlo. Al cabo del tiempo, el peso de esa deuda crece notablemente y la acumulación de impagos marca el origen de las crisis financieras.





martes, 23 de enero de 2018

OSCILACIONES DEL TIPO DE CAMBIO

El euro ha sido la divisa fuerte de 2017. Se apreció un 16% frente al dólar el pasado año, un 3,5% respecto de la libra esterlina y un 10% en comparación con el yen japonés. El tipo de cambio del euro respecto al dólar ha superado la barrera de 1,20, lo que supone que ha alcanzado el máximo de los últimos dos años. Parece que los inversores empiezan a anticipar el fin de la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo (BCE).

En el siguiente gráfico tenemos la evolución del tipo de cambio euro/dolar en los años de vigencia de la moneda única.


El euro se introdujo oficialmente el 1 de enero de 1999 para las transacciones financieras, pero fue al comienzo de 2002 cuando entró en servicio con billetes y monedas. Vemos en el gráfico la evolución respecto del dólar en sus casi dos décadas de existencia, con un valor mínimo de 0,82 dólares en octubre de 2000 y un máximo de 1,59 en abril de 2008.

En 1971, el presidente norteamericano R. Nixon decidió de forma unilateral la abolición de los acuerdos de Bretton Woods, firmados en 1944, eliminando los cambios fijos entre las monedas y liberalizando los movimientos internacionales de capitales, política que supuso la introducción de fluctuaciones continuas en los tipos de cambio.

El dólar continúa siendo la moneda de referencia internacional, en el entono del cual fluctúan libremente las demás monedas. El Secretario del Tesoro norteamericano lo expresó así a una delegación europea: “El dólar es nuestra moneda, pero es vuestro problema”. Los países con déficit de la Balanza de Pagos por Cuenta Corriente ven debilitado el valor de su moneda y, por tanto, la capacidad de importación, pero no ocurre lo mismo al país que tiene la capacidad de emitir el dólar, la moneda de referencia para los inversores

Los profesionales que trabajan en el mercado de divisas señalan que resulta muy difícil de predecir la evolución del valor de las monedas. Entre los factores que inciden en el tipo de cambio se suele destacar como la variable fundamental el poder adquisitivo de la moneda, establecido por el precio de una cesta básica de bienes. Si en EE.UU. el precio de esa cesta es de 12 dólares y en la Eurozona una cesta idéntica hay que pagar 10 euros, el tipo de cambio entre el euro y el dólar tendera a 1€=1,20 dólares.

Se considera que la oferta de dinero influye sobre el poder adquisitivo de la moneda. Si, por ejemplo, la política monetaria norteamericana es más expansiva que la promovida en la Eurozona, el dólar tendera a depreciarse con respecto al euro, dado que aumentará más el precio de la cesta americana que la europea.

La demanda de dinero también incide en los tipos de cambio, puesto que aumenta cuando se incrementan el nivel de actividad económica y los intercambios. En el país con mayor demanda relativa de dinero subirán más los precios de los bienes, con lo que su moneda tenderá a depreciarse respecto a otras divisas.

Cabe destacar que la diferencia en los tipos de interés contribuye a las desigualdades en los tipos de cambio. Así, por ejemplo, una mayor tasa de interés en EE.UU que en Europa tenderá a apreciar el dólar. Sin embargo, esta correlación lógica parece que ha perdido fuerza en los últimos meses.

Algunos factores estructurales juegan también a favor del alza de la cotización del euro en el largo plazo, tales como el superavit por cuenta corriente de la Eurozona y la reducida inflación subyacente, alejada aún del objetivo fijado por el BCE.




















martes, 16 de enero de 2018

CONSIDERACIONES SOBRE EL DÉFICIT PÚBLICO


Según los datos de ejecución presupuestaria publicados por el Ministerio de Hacienda español, el déficit del Estado se redujo hasta octubre pasado al 1,56% del PIB, un 35,1% inferior a la del mismo período del año 2016. Con esta trayectoria es previsible que España pueda abandonar en el 2018 el “Procedimiento de Déficit Excesivo” impuesto por las autoridades europeas.

En el gráfico siguiente observamos la evolución del déficit público español en los últimos años:


El razonamiento habitual suele ser que el sistema impositivo de un país debe ser capaz de pagar los bienes y servicios públicos que ofrece, al igual que los ingresos de una familia deben atender a todos sus gastos. Este pensamiento puede sintetizarse con la expresión “el Estado debe administrar como un buen padre de familia”. Sin embargo, se pueden plantear algunas consideraciones para no demonizar cierto nivel de déficit público.

Una razón para acudir a la emisión de deuda pública en lugar de financiarse con impuestos es que a los ciudadanos les viene bien aplazar el pago correspondiente a la construcción de infraestructuras o mejoras de servicios de educación y sanidad, proyectos que irán beneficiando al país a lo largo de los años. Los pagos se ejecutarán, mediante impuestos diferidos, precisamente cuando se esté disfrutando del bienestar que otorguen las realizaciones. No resulta nada extraño, porque las familias aplazan también el pago de la vivienda o del coche a través de créditos a ir devolviéndolos al tiempo que se utilizan los bienes adquiridos.

Un argumento de mayor peso para justificar el déficit público, que necesita recurrir a la deuda, es la tarea de regular la coyuntura económica. Así, en el caso de una caída de la actividad que ponga en peligro el empleo, el Gobierno puede acometer inversiones orientadas a aumentar la demanda para las empresas, sin tratar de recaudar más impuestos al mismo tiempo.

Se sabe, además, que un déficit público, muchas veces por ejecutar mayor gasto en inversiones, tiene un efecto multiplicador en la producción global del país, facilitando así el incremento de impuestos en los años siguientes, que tenderán a compensar los déficit de períodos anteriores.

Los recursos de los sistemas de capitalización en las pensiones y los beneficios empresariales, unidos al ahorro familiar, suponen un importante volumen de ahorro total, es decir, una menor dedicación al consumo, que las inversiones privadas del sector empresarial no son capaces de compensar para estabilizar la demanda.

Este déficit estructural de demanda para las empresas, que repercute en el nivel de empleo, tiene que ser cubierto con el déficit presupuestario del Estado. Al emitir deuda pública hace posible también que los ahorradores encuentren dónde colocar sus excedentes financieros.

Al considerar que es elevado el nivel de intervención estatal en la economía, se da la paradoja de que algunos grupos exigen una reducción de impuestos, lo cual tiende a crear déficits públicos, que se critican, pero después contribuyen ellos mismos a financiar el endeudamiento público mediante préstamos.

Ocurre que, en lugar de contribuir con la aportación tributaria que establece el sistema impositivo, prefieren evitar el pago de impuestos y prestarlo aprovechando los bonos públicos para obtener rendimientos, forzando así a una alternativa que les favorece, pero que no tiene nada de equitativa.









martes, 9 de enero de 2018

RIESGOS DEL ENDEUDAMIENTO

El año 2017 ha sido bueno para la economía mundial, con un crecimiento del orden del 3,7%. En opinión de los analistas, 2018 será también otro año de crecimiento global, debido el incremento esperado del consumo y de la inversión. La variable preocupante continúa siendo el nivel de endeudamiento acumulado.

Las economías emergentes, que incluyen una veintena de países de rápido crecimiento, entre ellos China e India, han sido las responsables de que la deuda mundial global de hogares, empresas no financieras, gobiernos y entidades financieras alcanzase en el tercer trimestre de 2017 un total de 232,9 billones de dólares, el 318% del PIB mundial.

En los últimos siete años, la deuda externa (aquella que individuos, empresas y gobiernos adeudan al extranjero) de los países emergentes más importantes ha mantenido un ascenso continuo, En los últimos 5 años ha pasado de 4 billones de dólares a 6 billones, con lo que se estima que algunos países emergentes pueden tener dificultades financieras en un próximo futuro, con peligro de que contagien a los demás.

En el endeudamiento del sector privado de una economía se pueden distinguir tres categorías: a) la deuda con suficiente cobertura, en la que el flujo de caja es capaz de cubrir las amortizaciones y los intereses; b) la de tipo especulativo, que se da cuando el efectivo sólo cubre los intereses, sin amortizar los préstamos, y por tanto, recurriendo a la refinanciación, y c) el llamado “tipo Ponzi o Piramidal”, donde el flujo de dinero ni siquiera cubre los intereses, porque los pagos no se pueden realizar con los rendimientos obtenidos, sino recurriendo a los recursos de nuevos aportantes.

El economista estadounidense Hyman Minsky dejó escrito que cuanto mayor sea la proporción de las deudas especulativa y de tipo Ponzi, mayor es el riesgo de que una súbita pérdida de confianza desencadene una oleada de desapalancamiento o impulso por reducir el endeudamiento que ocasione una severa crisis financiera.

En el contexto financiero internacional, con la crisis económica y la reducción de la tasa de beneficio, los sectores empresariales dominantes iniciaron hace una década la transferencia de una parte de sus recursos desde el capital productivo al capital financiero, denominado en ocasiones capital especulativo, lo cual ha ido modificando el equilibrio entre activos financieros y activos reales, dando paso al predominio de las finanzas sobre la economía real. Se puede comprobar que los inversores tienden a retener sus ganancias en forma de dinero líquido, lo cual afecta a la transformación en capital que necesitan los sectores productivos de la economía.

Se impulsó el mercado de los “derivados”, productos financieros de alto riesgo cuyo valor se basa en el precio de otro activo (subyacente) Este mercado está formado por la transacciones de acciones, bonos y fondos, que habían surgido dentro del sistema financiero internacional y vinieron a ser utilizados por los bancos, compañías de seguros, fondos de inversión y fondos de pensiones.

Mientras que el capital productivo tiene una función importante en el proceso de obtención de bienes, el capital financiero no hace más que reproducirse a sí mismo, sin apenas conexión con la economía real. Existe la cultura de recompra de acciones y una incansable extracción de beneficios. Las ganancias obtenidas por las empresas no se reinvierten en puestos de trabajo o crecimiento sostenible.

El peligro es que una parte importante de la deuda de los países en vías de desarrollo se convierta en impagable y presione fuertemente en el sistema financiero. Si eso ocurre, la comunidad internacional tendrá que renegociar las deudas, seguramente de una manera más justa y ordenada de lo que ha hecho hasta ahora.









martes, 2 de enero de 2018

ESPECULACIÓN CON ALIMENTOS

Hace un año, la Comisión Europea presentó la Directiva de Mercados e Instrumentos Financieros (MIFID), para reducir el impacto perjudicial de la especulación sobre los alimentos, pero la ONG “Amigos de la Tierra” y otras organizaciones comprometidas con la soberanía alimentaria ya han denunciado que la Directiva no responde a tal objetivo y han remarcado el impacto de la especulación en la situación de hambre en el mundo.

La soberanía alimentaria se entiende como el derecho de los pueblos a decidir su propio sistema alimentario, con nutrientes producidos de forma sostenible y ecológica, un derecho que se sitúa por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Frente al comercio libre y corporativo actual, se da prioridad en la gestión a las economías tanto de mercados locales como nacionales y se reclaman los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación.

Los cambios del clima, que afectan a la oferta, y las tendencias de consumo modificando la demanda, acaban influyendo en el precio de los productos básicos, como el maíz y la soja. A estos condicionantes hay que añadir la actuación de los inversores que especulan con los contratos agrícolas, operaciones que se han incrementado notablemente en la última década, afectando a toda la cadena alimentaria.

Hace siglo y medio que nació el parqué estadounidense “Chicago Board of Trade”(CBOT), un ente diseñado para gestionar el riesgo que suponía para los agricultores estadounidenses la inestabilidad en los mercados, y ha ido abarcando más áreas de la economía, como divisas, minerales y energía, hasta convertirse en un referente a nivel mundial, con más de 15 millones de contratos diarios y 160 países implicados.

En Chicago se negocian contratos de futuros, vinculados a productos agropecuarios, como el azúcar y la carne, poniendo precio a las mercancías que se recibirán en un plazo determinado. Los técnicos explican que el objetivo es proteger al vendedor de la caída brusca del precio y al comprador de las subidas repentinas, pero la realidad es que en las pujas participan inversores que tratan de anticiparse a los cambios, provocando fluctuaciones que influyen en la oferta y la demanda, en muchos casos por motivos difíciles de averiguar.

El impacto de la especulación en los precios de los alimentos es un tema que se debate desde el 2008, cuando las subidas de precios provocaron protestas y se comenzó a señalar como culpables a los grandes fondos de inversión, que inundaron de liquidez los mercados de materias primas, introduciendo activos financieros estructurados. El banco de inversión Goldman Sachs fue pionero.

En el año 2012 los precios alcanzaron el nivel máximo y a partir de 2015 cayeron en picado, unos movimientos que los técnicos del Banco Mundial atribuyen precisamente al importante volumen de transacciones de la última década. En cambio, los operadores del mercado señalan que el último incremento de precios se debió a los desajustes de las materias primas y a la rapidez del crecimiento de la demanda en un momento de alza del precio del petróleo.

Lo cierto es que cuando los inversores financieros en busca de beneficios inundan de dinero un mercado tan pequeño como el agrícola es fácil que se formen burbujas especulativas, que acaban provocando importantes fluctuaciones en los precios finales de los alimentos.