Se denomina financiarización al aumento de la importancia del capital financiero dentro del funcionamiento de la economía. Es resultado de la evolución bancaria en el capitalismo que se ha desarrollado desde los años 1970, caracterizado por un elevado endeudamiento y el dominio de las finanzas sobre la economía real productiva.
La financiarización opera mediante la transformación de derechos de crédito en títulos financieros comercializables, emitidos por los mercados de capitales. En el gráfico tenemos el caso de la titulización hipotecaria, que nació en España por una disposición legal de 1992, en la que una entidad convierte los créditos hipotecarios en Bonos Titulizados para ser intercambiados en los mercados de renta fija. La consecuencia es que el banco vende a otros las hipotecas, traspasando los riesgos que conllevan junto con los beneficios
La financiarización opera mediante la transformación de derechos de crédito en títulos financieros comercializables, emitidos por los mercados de capitales. En el gráfico tenemos el caso de la titulización hipotecaria, que nació en España por una disposición legal de 1992, en la que una entidad convierte los créditos hipotecarios en Bonos Titulizados para ser intercambiados en los mercados de renta fija. La consecuencia es que el banco vende a otros las hipotecas, traspasando los riesgos que conllevan junto con los beneficios
Observamos cómo se transfiere el préstamo hipotecario del activo del banco al Fondo de Titulización, donde se transforma en los bonos de titulización hipotecaria, y el banco ingresa el efectivo percibido por la venta del préstamo. El Fondo venderá esos bonos a terceros, bien inversores particulares, bien otros fondos. La consecuencia principal es que se elimina el riesgo del balance del banco vendedor y recibe a cambio liquidez.
El crecimiento extraordinario del sector financiero podemos observarlo con nitidez en EEUU, el país que mejor ejemplifica la financiarización. La participación del ámbito financiero en el Producto Interior Bruto se ha duplicado en las últimas cuatro décadas, ascendiendo del entorno del 4% en 1970 al 8% a mediados de la década actual.
La función tradicional del sistema financiero ha sido canalizar los recursos líquidos de la economía hacia las empresas y las familias que desean invertir, una tarea de intermediarios financieros, recogiendo los fondos ahorrados en depósitos y entregándolos en forma de préstamos para la inversión y el consumo.
Pero en 1970, EE.UU. pone punto final al sistema de Breetton Woods, que había ligado en cuatro décadas el valor de las monedas al oro a través del dólar. Cuando se pierde esa referencia surge un nuevo contexto internacional, en el que el sector financiero comienza a ganar importancia a costa del ámbito productivo.
La financiarización es un proceso muy inestable, porque las finanzas acaban desconectándose de la economía productiva. Se crean montañas de préstamos y deudas, sin soporte de verdadero valor, y los procesos terminan en bancarrota. Es lo que sucedió con la burbuja inmobiliaria, que se fue hinchando y acabó con una enorme deuda de familias y empresas
El divorcio entre el ámbito financiero y el productivo no es sostenible en el tiempo: el crecimiento de las cotizaciones bursátiles necesita ser respaldado por incrementos en la productividad y los beneficios reales de las empresas, del mismo modo que el continuo incremento de la deuda no puede mantenerse si no crecen los ingresos de las empresas y las familias. Dado su sesgo cortoplacista, la financiarizaión tampoco cumple con las exigencias de facilitar el desarrollo de la economía productiva e impulsar el crecimiento económico.
Los efectos macroeconómicos de la financiarización son la subordinación de la economía pública a los dictados de los poderes privados más dinámicos, especulativos y deslocalizados. El poder financiero subordina los derechos sociales e impone la reestructuración regresiva del Estado de bienestar, negando la viabilidad de cualquier alternativa de cambio.
El crecimiento extraordinario del sector financiero podemos observarlo con nitidez en EEUU, el país que mejor ejemplifica la financiarización. La participación del ámbito financiero en el Producto Interior Bruto se ha duplicado en las últimas cuatro décadas, ascendiendo del entorno del 4% en 1970 al 8% a mediados de la década actual.
La función tradicional del sistema financiero ha sido canalizar los recursos líquidos de la economía hacia las empresas y las familias que desean invertir, una tarea de intermediarios financieros, recogiendo los fondos ahorrados en depósitos y entregándolos en forma de préstamos para la inversión y el consumo.
Pero en 1970, EE.UU. pone punto final al sistema de Breetton Woods, que había ligado en cuatro décadas el valor de las monedas al oro a través del dólar. Cuando se pierde esa referencia surge un nuevo contexto internacional, en el que el sector financiero comienza a ganar importancia a costa del ámbito productivo.
La financiarización es un proceso muy inestable, porque las finanzas acaban desconectándose de la economía productiva. Se crean montañas de préstamos y deudas, sin soporte de verdadero valor, y los procesos terminan en bancarrota. Es lo que sucedió con la burbuja inmobiliaria, que se fue hinchando y acabó con una enorme deuda de familias y empresas
El divorcio entre el ámbito financiero y el productivo no es sostenible en el tiempo: el crecimiento de las cotizaciones bursátiles necesita ser respaldado por incrementos en la productividad y los beneficios reales de las empresas, del mismo modo que el continuo incremento de la deuda no puede mantenerse si no crecen los ingresos de las empresas y las familias. Dado su sesgo cortoplacista, la financiarizaión tampoco cumple con las exigencias de facilitar el desarrollo de la economía productiva e impulsar el crecimiento económico.
Los efectos macroeconómicos de la financiarización son la subordinación de la economía pública a los dictados de los poderes privados más dinámicos, especulativos y deslocalizados. El poder financiero subordina los derechos sociales e impone la reestructuración regresiva del Estado de bienestar, negando la viabilidad de cualquier alternativa de cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario