martes, 27 de septiembre de 2016

HORAS DE TRABAJO Y DISTRIBUCION DE LA RENTA

A comienzos de los años noventa del siglo pasado, en la obra “Metamorfosis del trabajo”, de André Gorz, se señalaba que “cuando la economía requiere cada vez menos trabajo para un volumen de producción creciente y distribuye cada vez menos salarios, el poder adquisitivo de los ciudadanos y su derecho a unos ingresos no pueden depender ya de la cantidad de trabajo que lleven a cabo”.

En consecuencia, el trabajo realizado y la renta distribuida deben tender a ser independientes uno de la otra, porque en caso contrario, en términos económicos, no habrá suficiente demanda para absorber la producción y se caerá en la recesión.

En el siguiente gráfico, tomado de la asociación económica ATTAC, se muestra la evolución de las horas trabajadas y el PIB de España en los últimos 20 años:

                  

Mientras el PIB aumentó un 46,2%, las horas trabajadas solamente crecieron algo más que la mitad (26,7%), lo cual evidencia un notable incremento de la productividad aparente del trabajo, sobre todo a partir del 2007, debido en gran parte a la masiva pérdida de empleo.

Por tanto, es evidente que el proceso de automatización está acelerando la capacidad productiva con ahorro de personal directo, abriendo una brecha cada vez más grande entre el crecimiento de la producción y el trabajo necesario, lo cual plantea algunos retos sociales.

Uno de ellos es la financiación de las pensiones. La reducción de las horas necesarias da lugar a una importante caída de la remuneración total del trabajo, que reduce las cotizaciones a la Seguridad Social, poniendo en duda la sostenibilidad del sistema de pensiones.

En los recientes años de recesión económica, las rentas del trabajo han disminuido su participación en el PIB en 4 puntos porcentuales, al tiempo que los excedentes de explotación, que incluyen las rentas del capital, han ido aumentado.

Pero España ha aumentado el nivel de riqueza y supera en estos momentos, como vemos en el gráfico, al PIB de 2005, con lo que otros tipos de renta han ido creciendo y están beneficiando a una minoría de ciudadanos.

Por lo tanto, habrá que redistribuir las rentas generadas, cubriendo con impuestos la insuficiencia de los ingresos procedentes de las cotizaciones sociales, a fin de atender los compromisos de las pensiones y las prestaciones para desempleados.

El incremento de la implicación directa de la Administración Pública en el sostenimiento de la Seguridad Social es una medida que vendrá a corregir la anomalía que supone que España sea uno de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que agrupa a 34 países, donde la contribución procedente de los impuestos es más baja.











martes, 20 de septiembre de 2016

"BREXIT" Y GLOBALIZACIÓN



El proceso globalizador se suele defender apoyándose en el marco conceptual que aportó David Ricardo a principios del siglo XIX. Establecía que cuando un país produce bienes y servicios de acuerdo con sus ventajas comparativas respecto de otros países, teniendo en cuenta sus recursos y las capacidades de sus trabajadores, se verá favorecido por el comercio internacional. Así, las medidas de fomento del libre comercio prometen beneficios para todas las naciones que comercian.

La decisión de Gran Bretaña de salir ("Brexit") de la Unión Europea evidencia que la realidad, al menos en el corto plazo, es mucho más compleja. Parece que los británicos no se oponen al libre comercio, pero se resisten a la libre movilidad de los trabajadores, se rebelan contra los mandatos de las autoridades supranacionales y no les resulta atractiva la posibilidad de adoptar el euro.

Tras la conmoción del "Brexit", muchos políticos reconocen que subestimaron la fragilidad de la actual globalización. No supieron vislumbrar la reafirmación de identidades nacionales, la demanda de mayor control y rendición de cuentas democráticos y el ascenso de la desconfianza hacia las élites y los expertos.

El efecto inmediato de la decisión “Brexit” de los británicos fue una caída de las bolsas del mundo, en un solo día, de 2 billones de dólares, un descenso de la libra esterlina del 31% respecto del euro, que ha quedado asentada en torno al 10%, y la pérdida de la calidad de la deuda británica, según Moody´s, además de la renuncia del primer ministro David Cameron.

Aunque el Fondo Monetario Internacional prevé para 2016 y 2017 una caída del PIB británico, tal como observamos en el gráfico (linea roja), el Reino Unido creció 2 puntos porcentuales de PIB anuales más que la Eurozona (linea azul) en los años 2012 al 2014 y 1 punto en el 2015.

El mandato del pueblo británico de salir de la Unión Europea es seguramente el golpe más fuerte que ha recibido la globalización. Tengamos en cuenta que la Unión Europea está considerada como un caso paradigmático de integración multinacional, con libre flujo de bienes, servicios, personas y capitales entre sus países miembros.

Se puede constatar que la globalización ha traído un incremento de la desigualdad de los ingresos en los países desarrollados. A los trabajadores no llegan los beneficios del crecimiento de las últimas dos décadas. Las ganancias acaban incrementando los excedentes empresariales de las grandes empresas y los ingresos de los niveles más altos de renta, mientras que la clase media trabajadora se empobrece.

Algunos creen que el "Brexit" manda un mensaje nítido: el libre comercio y la globalización deben tener una dimensión social. Quizás la respuesta del pueblo británico en el referéndum sea una señal de que el ciudadano medio comienza a percibir que resulta un perdedor en esta globalización. Y puede que estemos ante una sublevación de perdedores sociales.


martes, 13 de septiembre de 2016

LA FINANCIARIZACIÓN

Se denomina financiarización al aumento de la importancia del capital financiero dentro del funcionamiento de la economía. Es resultado de la evolución bancaria en el capitalismo que se ha desarrollado desde los años 1970, caracterizado por un elevado endeudamiento y el dominio de las finanzas sobre la economía real productiva.

La financiarización opera mediante la transformación de derechos de crédito en títulos financieros comercializables, emitidos por los mercados de capitales. En el gráfico tenemos el caso de la titulización hipotecaria, que nació en España por una disposición legal de 1992, en la que una entidad convierte los créditos hipotecarios en Bonos Titulizados para ser intercambiados en los mercados de renta fija. La consecuencia es que el banco vende a otros las hipotecas, traspasando los riesgos que conllevan junto con los beneficios




Observamos cómo se transfiere el préstamo hipotecario del activo del banco al Fondo de Titulización, donde se transforma en los bonos de titulización hipotecaria, y el banco ingresa el efectivo percibido por la venta del préstamo. El Fondo venderá esos bonos a terceros, bien inversores particulares, bien otros fondos. La consecuencia principal es que se elimina el riesgo del balance del banco vendedor y recibe a cambio liquidez.

El crecimiento extraordinario del sector financiero podemos observarlo con nitidez en EEUU, el país que mejor ejemplifica la financiarización. La participación del ámbito financiero en el Producto Interior Bruto se ha duplicado en las últimas cuatro décadas, ascendiendo del entorno del 4% en 1970 al 8% a mediados de la década actual.

La función tradicional del sistema financiero ha sido canalizar los recursos líquidos de la economía hacia las empresas y las familias que desean invertir, una tarea de intermediarios financieros, recogiendo los fondos ahorrados en depósitos y entregándolos en forma de préstamos para la inversión y el consumo.

Pero en 1970, EE.UU. pone punto final al sistema de Breetton Woods, que había ligado en cuatro décadas el valor de las monedas al oro a través del dólar. Cuando se pierde esa referencia surge un nuevo contexto internacional, en el que el sector financiero comienza a ganar importancia a costa del ámbito productivo.

La financiarización es un proceso muy inestable, porque las finanzas acaban desconectándose de la economía productiva. Se crean montañas de préstamos y deudas, sin soporte de verdadero valor, y los procesos terminan en bancarrota. Es lo que sucedió con la burbuja inmobiliaria, que se fue hinchando y acabó con una enorme deuda de familias y empresas

El divorcio entre el ámbito financiero y el productivo no es sostenible en el tiempo: el crecimiento de las cotizaciones bursátiles necesita ser respaldado por incrementos en la productividad y los beneficios reales de las empresas, del mismo modo que el continuo incremento de la deuda no puede mantenerse si no crecen los ingresos de las empresas y las familias. Dado su sesgo cortoplacista, la financiarizaión tampoco cumple con las exigencias de facilitar el desarrollo de la economía productiva e impulsar el crecimiento económico.

Los efectos macroeconómicos de la financiarización son la subordinación de la economía pública a los dictados de los poderes privados más dinámicos, especulativos y deslocalizados. El poder financiero subordina los derechos sociales e impone la reestructuración regresiva del Estado de bienestar, negando la viabilidad de cualquier alternativa de cambio.





martes, 6 de septiembre de 2016

EL ORDOLIBERALISMO ALEMÁN

El liberalismo sustenta la actividad económica en la iniciativa privada y afirma que son las fuerzas del mercado las que deben establecer los precios de los productos y servicios, así como las retribuciones al trabajo. Sostiene que la actividad del Estado ha de quedar reducida al mínimo imprescindible. 

El pensamiento liberal se sistematizó en el siglo XVIII con Adam Smith, al que se viene considerando como el padre de la economía. Su principal obra se centró en la riqueza de las naciones, en la que estudia el crecimiento económico, analizando la especialización en el trabajo, la productividad, la formación del capital y el ahorro.

El planteamiento liberal dominó hasta la crisis de 1929, cuando el derrumbe económico hizo que se desconfiara de las bondades del sistema de mercado. El economista inglés John Maynard Keynes demostró la importancia de la participación del Estado en la actividad económica, sobre todo para afrontar las oscilaciones económicas. 

El ordoliberalismo (del latin ordo, orden) es una vertiente del pensamiento liberal que formuló en los años 1930 el economista alemán Walter Eucken, profesor de la Universidad de Friburgo, quien señalaba que el Estado no tiene que intervenir en la economía, sino crear ciertas reglas y asegurar su cumplimiento. La preocupación social inicial de esta corriente de pensamiento desapareció con el planteamiento neoliberal, a partir de los años 1980, caracterizado por las privatizaciones, la desregularización y la austeridad laboral, entre otros aspecto. El ordoliberalismo no se preocupa por la redistribución de la riqueza y está a medio camino entre el liberalismo anglosajón y la planificación estatal del nazismo. Por todo ello se le llama también neoliberalismo alemán. 

Al ordoliberalismo alemán ven algunos como una reacción al liberalismo desregulado de los primeros veinte años del siglo pasado, que provocó una hiperinflación en la República de Weimar (1918-1933) y dejó grabada en la sociedad alemana la obsesión por la estabilidad de los precios. 

En el año 2000, Alemania se acercó hasta el 10% de desempleo, considerado muy alto para el país, y estableció una reforma laboral con despido barato, “minijobs” y contratación temporal, modelo que se extendió más tarde a las economías periféricas europeas, entre ellas España.

En la última década, el ordoliberalismo ha ido incorporando al pensamiento original de la escuela de Friburgo otros principios, como el crecimiento a base de exportaciones y el recorte del gasto público. Entiende que la austeridad y la estabilidad de los precios son prioritarias al crecimiento económico. En mensajes repetidos por el Presidente de Gobierno español y algunos de sus ministros, “la austeridad da confianza e impulsa el crecimiento económico”.

Con la imposición del pensamiento económico alemán, parece que se aleja la visión de una construcción europea que trate de fomentar la cooperación entre los países de la Unión. Como algunos economistas vienen señalando, en lugar de austeridad se requiere un crecimiento apoyado por un fondo de solidaridad para ayudar a la estabilización de los países de la periferia europea.

Pero estamos viendo que Alemania impone su obsesión por el equilibrio presupuestario y no atiende a las voces que alertan de las deficiencias de consumo e inversión que padecen los países de la Eurozona.