El descenso del precio del petróleo, la depreciación del euro
y la expansión monetaria del Banco Central Europeo han sido en el último año “vientos
de cola” para la economía española, que han permitido un crecimiento
significativo del PIB (3,1% interanual en el segundo trimestre de este año) y cierto
incremento en el nivel de empleo (2,9%)
Las mejoras en la economía se ven reflejadas en la Balanza de
Pagos, el documento que registra las transacciones monetarias entre un país y
el resto del mundo.
Tras una década de déficits continuados en las transacciones
exteriores (2000-2011), España volvió a registrar por tercer año consecutivo un
saldo positivo en el año 2014, en el que alcanzó una capacidad de financiación
(excedente) del 1,2% del PIB, inferior a la lograda en el año anterior (2,1%
del PIB)
En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de los
saldos en la balanza conjunta de cuenta corriente y de capital:
El superavit de la balanza
por cuenta corriente se redujo en el año 2014 hasta el 0,8% del PIB a causa
fundamentalmente del incremento del saldo negativo de su principal componente,
la balanza de bienes, en la que las importaciones aumentaron un 5,7% y
las exportaciones se quedaron en un alza del 2,5%. El excedente de la balanza de capital, que recoge las
transferencias con la Unión Europea, se situó en el 0,4% del PIB.
Los movimientos de la Balanza de Pagos conforman el saldo
deudor de España frente a otros países, que se mide a través de la Posición de Inversión
Internacional Neta (PIIN). La deuda neta aumentó ligeramente durante el año, hasta
alcanzar un volumen en torno a los 800.000 millones de euros, tal como podemos
observar en el siguiente gráfico
El componente de la inversión
directa del gráfico representa un movimiento de fondos de tipo duradero,
como participaciones en empresas a largo plazo. En cuanto a la inversión de cartera, refleja las compras netas de acciones a corto plazo y de participaciones en
fondos de inversión y en títulos de deuda.
Reducir la elevada posición negativa de la PIIN, consecuencia
de los elevados déficits de las transacciones con el exterior de años
anteriores, es una de las tareas con la que se enfrenta España. En el año 2014,
la deuda acumulada suponía el -93,5% del PIB, en tanto que la normativa europea
sitúa el límite en el -35% del PIB.
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