La economía de un país suele funcionar a diversos niveles. A
veces puede llegar a operar por encima de su capacidad normal, provocando presiones
inflacionistas y elevando el déficit exterior del país. En otras ocasiones se
desenvuelve por debajo de su posibilidad productiva, lo cual empeora la tasa de
desempleo.
Cuando la producción se sitúa en el nivel de lo que puede
conseguir de forma sostenible, al
producto resultante se le denomina Producto Interior Bruto (PIB) potencial. Es el
nivel compatible con una inflación subyacente (IPC sin alimentos perecederos ni
productos energéticos) estable en torno
al fijado como objetivo y con una cifra de desempleo cercana a su nivel estructural o de
largo plazo.
La capacidad productiva sostenible viene determinada por el
grado de utilización del capital físico y humano, así como por la eficiencia o
productividad total de los factores.
El PIB potencial suele mantener una tendencia ascendente,
debido tanto a la acumulación de los factores productivos como a la incorporación
de nuevas tecnologías, y desciende en las recesiones profundas, como la
reciente crisis financiera, a causa del menor uso del capital físico y de la
reducción de la población ocupada.
En el siguiente gráfico, recogido de un informe de “La
Caixa”, podemos ver la relación habitual entre el PIB potencial y el PIB real o
registrado a lo largo de las cuatro fases de un ciclo económico.
La diferencia entre el volumen registrado y el potencial se
denomina “brecha del PIB”.
Las cifras de utilización de la capacidad productiva suelen
oscilar, como promedios, entre un 70% en las fases recesivas y el 90% en las de
expansión. Un caso evidente de utilización por encima de la capacidad normal
sería un período bélico, cuando el país se moviliza para la guerra.
Según el Fondo Monetario Internacional, España tiene un
problema de crecimiento potencial del PIB. La tasa de incremento se situaba en
el 3%, pero descendió al 0,75% desde el comienzo de la crisis financiera, debido
a la caída de la inversión y al aumento del paro estructural.
En su previsión para el próximo quinquenio, los analistas
internacionales sitúan el potencial de
crecimiento español en torno al 1,5% anual y establecen el paro estructural en
el 16%. Cualquier mejora de la tasa de crecimiento requerirá reformas
estructurales que permitan elevar el nivel de productividad de las empresas.
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