martes, 24 de marzo de 2015

INDICADORES DE LA DESIGUALDAD

La desigualdad interna en los países venía siendo percibida como un fenómeno característico de naciones en desarrollo, pero se observa que también está afectando a las economías emergentes, a las nuevas potencias económicas, e incluso a países con estructuras democráticas y una supuesta cohesión social amplia. 

Son muy significativos los datos de los Estados Unidos, donde el 1% de los ciudadanos ha acumulado el 95 por 100 del crecimiento económico total posterior a la crisis del 2009. Esto indica que en el país más rico del mundo se está produciendo una concentración alarmante de la riqueza. 

No menos importante es el caso de la Unión Europea, que llegó a ser un paradigma de sociedades equitativas y del estado de bienestar, y ahora aflora una tendencia muy preocupante hacia el incremento de la desigualdad. La cuestión que se plantea es cómo mejorar los indicadores para captar con mayor precisión la desigualdad en la distribución de la renta y de la riqueza. 

Existe una medida de desigualdad ampliamente utilizada, el Coeficiente de Gini, que fue desarrollado a principios de 1900 por el estadístico italiano Corrado Gini. 


Como puede observarse, el gráfico recoge los porcentajes de ingreso y de población, formando una distribución en segmentos donde se traza una línea recta de 45 grados, que representa la igualdad perfecta entre ingreso y población. Dentro de este espacio se traza una línea llamada “curva de Lorenz”, que relaciona el ingreso real y el segmento de población correspondiente.

Una vez construido el espacio se realiza una comparación entre la línea de igualdad y la curva de Lorenz. Cuanta mayor es la distancia de la curva de Lorenz con la línea de igualdad (el espacio A en el gráfico) mayor es la desigualdad en dicha sociedad.

Para transformar esta observación en una medición utilizable se calcula el cociente entre el área que ocupa A y el situado debajo de la línea de igualdad (A+B). El resultado (en porcentaje) es un número entre 0 y 100, donde 0 es la igualdad absoluta y 100 la desigualdad absoluta.

En el siguiente cuadro tenemos el Indice de Gini, del año 2013, de algunos países europeos. Observamos que España, con el valor 33,7 tiene el índice de desigualdad más alto detrás de Portugal, superando claramente a la media de la Unión Europea, situada en 30,5


El problema de este coeficiente es que ofrece un valor medio y no indica si la desigualdad se da en la zona media o en otros niveles del colectivo estudiado, y los países están precisamente más interesados en saber qué sucede entre los extremos superior e inferior de la distribución.

Una medida alternativa, sensible a los cambios en los extremos, es la basada en la investigación del economista chileno Gabriel Palma, quien descubrió que las “clases medias”, los grupos de ingreso medio que representan el 50% de la población, ubicados entre los “ricos” y los “pobres, tienden a concentrar cerca de la mitad del ingreso total del país. La otra mitad del ingreso está repartida entre el 10% más rico y el 40% más pobre. La desigualdad se refleja sobre todo en la manera de repartirse la renta entre esos dos colectivos tan dispares. 

El nuevo índice, llamado “Palma”, queda definido así como la proporción de ingresos que recibe el 10% más rico respecto de la correspondiente al 40% más pobre. Este cociente “10/40” puede ser más relevante para la elaboración de políticas públicas que el Coeficiente de Gini, especialmente en lo que respecto los programas para la reducción de la pobreza.

El valor más alto del índice “Palma” lo ostenta EE.UU, con 1,75. Indica que el 10% más rico supera en un 75% al 40% más pobre. España pasó de 1,1 a 1,38 en el período 2007-2011, cerca del nivel del Reino Unido (1,4) y muy por encima, por ejemplo, de Suecia (0,95). 

El 40% más pobre, como grupo social a priorizar en las políticas públicas, se configura como una nueva clase popular, compuesta por gran parte de la población activa trabajadora, el precariado más joven y la fracción empobrecida de la clase media. 

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