Un primer planteamiento asocia el crecimiento económico al
volumen de capital físico (edificios, equipamientos, etc) empleado en la
producción. Pero los procesos productivos utilizan otro recurso importante, el
formado por las cualificaciones de los trabajadores, que se viene denominando
capital o potencial humano.
Las poblaciones de los países han ido accediendo a niveles
educativos mayores en las últimas décadas. En el caso de España, la tasa de
escolarización universitaria entre 18 y 24 años alcanzó el 29,7% en el curso
2013-2014.
Ampliando la función de producción, podemos afirmar que la
producción por trabajador depende tanto del capital físico utilizado como del
capital humano aplicado. Si el aumento de capital físico por trabajador provoca un
incremento de la producción, igualmente la mejora del nivel medio de las
cualificaciones eleva la producción por trabajador, puesto que unos ocupados más
cualificados pueden gestionar tareas de mayor complejidad.
Al igual que el capital físico, el potencial humano tiene
también rendimientos decrecientes a medida que se va incrementando por
trabajador. Impulsar a todos los jóvenes a realizar estudios universitarios no
incrementaría mucho la producción total, puesto que un exceso de cualificaciones profesionales
con respecto a las absorbibles por el sistema productivo más bien provocaría
frustraciones.
En el gráfico tenemos la evolución del gasto en educación en
porcentaje sobre el PIB, según los datos de Eurostat.
Vemos que España se sitúa por debajo de la media de la Unión
Europea (UE). En el año 2011 (último con datos), España dedicó a educación el
4,98%, en tanto que la media de la UE llegó al 5,41% y Francia alcanzó el 5,86%
Si la inversión en capital físico se mide por el coste de las
máquinas, instalaciones y demás equipamientos utilizados, el valor del capital
humano aplicado en la producción puede fijarse de tal manera que al trabajador
que recibe un sueldo mayor se le asigne una ponderación superior en función de la
diferencia entre las retribuciones laborales.
En un cálculo más completo del gasto de educación, deberían incluirse
tanto los costes efectivos que acarrea la enseñanza como los costes de oportunidad
(sueldos dejados de ganar mientras se estudia).
En cuanto a la depreciación o deterioro de la
inversión educativa, así como el capital físico (máquinas y demás equipamientos)
se deprecia a lo largo de un determinado número de años, las cualificaciones profesionales
se deterioran también, aunque más lentamente. Pero se diferencian de los bienes
físicos en que el deterioro es más pausado cuanto más se utilizan
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