El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que
presentó en julio pasado el informe “IDH
2014”, plantea dos importantes conceptos para asegurar el desarrollo humano:
reducir las vulnerabilidades y construir resiliencia (capacidad para afrontar
adversidades).
Reconoce el Informe que se ha conseguido un desarrollo humano
significativo desde 1990, año en que publicó el PNUD su primer análisis de los
países, y que las tendencias globales son positivas, pero advierte que se están
socavando medios de subsistencia y desarrollo por causas evitables.
Apunta que las
vulnerabilidades cambian. Utilizando el enfoque de ciclo de vida, sugiere que los niños, los adolescentes y las
personas mayores tienen que enfrentarse a riesgos que requieren respuestas
específicas. En concreto, algunos periodos de la vida se consideran importantes,
tales como los primeros 1.000 días de
vida de un niño, la transición de la escuela al trabajo, y el paso del trabajo
a la jubilación. Los contratiempos en estos periodos suelen ser particularmente
difíciles de superar y pueden tener impactos de largo plazo en la vida de las
personas.
Aquellos que viven en la extrema pobreza y en la escasez se
encuentran entre los más vulnerables. Pese a los progresos recientes, más de 2.200 millones de personas se encuentran
en situación de pobreza multidimensonal, un concepto que tiene en consideración
los ingresos, la sanidad, la educación y
el bienestar social. El 15 % de la población mundial continúa siendo
vulnerable a la pobreza y alrededor del 12 % (842 millones) de la
población padece hambre crónica
Hay vulnerabilidades estructurales que afectan a los pobres,
las mujeres, las minorías (étnicas, lingüísticas, religiosas, sexuales o de
migrantes), las poblaciones autóctonas, las personas de zonas rurales, remotas
o que viven con discapacidades.
La resiliencia debe garantizar que el Estado, la comunidad y
las instituciones trabajen para empoderar y proteger a las personas, a fin de eliminar
las barreras que impiden que actúen libremente, ejerzan sus derechos y expresen
sus preocupaciones, para que pasen a ser
agentes activos que puedan definir su propio destino.
Recogemos a continuación la lista de los 10 países que
encabezan el ranking del índice IDH en el año 2013:
El índice es el valor promedio de tres componentes: esperanza de vida al nacer;
educación, que mide las tasas de
matriculación y de alfabetización de adultos, y el PIB por habitante en
términos de paridad de poder adquisitivo.
Noruega sigue manteniendo la primera plaza del IDH,
aun teniendo en cuenta las desigualdades
internas, pero otros países experimentan descensos acusados, como Estados
Unidos, que baja 23 puestos, según vemos
en la última columna, debido a la desigualdad interna en los ingresos y en la
sanidad.
El IDH ajustado a las desigualdades ayuda a evaluar los niveles de desarrollo para todos los segmentos de la sociedad mejor
que haciendo referencia únicamente al ciudadano medio.
España continúa en el puesto 27, el mismo que en el 2012, con
un valor del índice de 0,869 y avanza un puesto al tener en cuenta la
desigualdad.
El ranking del IDH no presenta variaciones respecto del año
2012 en ninguno de sus extremos. Los cinco primeros del año anterior continúan
en los mismos puestos, mientras que
Sierra Leona, Chad, República Centroafricana, República Democrática
del Congo y Níger siguen ocupando los últimos lugares.
El Informe finaliza insistiendo en que promover el desarrollo
humano sostenible requiere una profunda apreciación de los conceptos de vulnerabilidad
y resiliencia, puesto que los avances en
el desarrollo serán equitativos y sostenibles si las vulnerabilidades se
abordan con eficacia y todos tienen la oportunidad de participar en los
avances.
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