El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha situado
definitivamente el IPC español de marzo en el -0,1% respecto al mismo mes de 2013,
confirmando así el hundimiento del indicador de los precios en terreno
negativo. Esta evolución ha llevado al FMI a considerar que España es el país europeo
con mayor riesgo de entrar en deflación y
ha pedido al BCE que tome medidas de política monetaria.
En el siguiente gráfico tenemos el IPC, tanto general como
subyacente (sin productos energéticos ni alimentos frescos). Podemos observar
la tendencia decreciente a lo largo del 2013 y los meses que llevamos de 2014.
Para que se llegue a la deflación, el descenso de los precios
debe ser generalizado y, además, repetido al menos en tres meses consecutivos, un
escenario poco probable según los analistas. Desde la Fundación de las Cajas de
Ahorro (FUNCAS) se prevé una inflación del 0,3% al final del 2014, aunque en
algunos meses del año se vuelvan a producir tasas negativas. Pero las caídas de
precios no afectan sólo a la cesta de la compra. Los activos inmobiliarios y
financieros, especialmente los primeros, han sufrido reducciones importantes en
España.
Que los precios se sitúen a niveles bajos es una buena
noticia para asalariados y pensionistas, puesto que aumenta su capacidad
adquisitiva. Sin embargo, las familias y las entidades con deudas ven que sus
ingresos se reducen y el nominal de los préstamos permanece invariable, por lo
que el nivel de endeudamiento real aumenta.
El efecto más importante de la reducción de precios es que dificulta
el crecimiento económico, porque da lugar a la disminución del consumo y el
aplazamiento de la inversión. Ante la caída de precios, que provoca el aumento de los tipos de
interés reales, tanto los consumidores como los inversores tienden a ahorrar y
a esperar mejores oportunidades para realizar los gastos.
La caída de los precios se extiende también por la Unión
Europea y afecta ya a cinco países de la Eurozona, tal como podemos observar en
el gráfico de Eurostat
En el conjunto de la
Eurozona, el Índice de Precios al Consumo Armonizado (IPCA) se situó en el
0,5%, dos décimas menos que en febrero.
Como señala el equipo “Economistas frente a la crisis”, el
riesgo de deflación, un euro muy apreciado y el alto desempleo son síntomas de una
política monetaria restrictiva, a pesar de los bajos tipos de interés del BCE.
Hay otras medidas, tales como la expansión de los balances y la comunicación adecuada
de perspectivas, que pueden movilizar a los
agentes económicos.
Una mayor tasa de inflación ayudaría ahora al equilibrio de
la Eurozona, pero la política monetaria tiene siempre efectos redistributivos.
Como la expansión monetaria supondría de hecho la transferencia de recursos
desde los países acreedores (básicamente Alemania) hacia los deudores, la
presión de los acreedores, que no quieren ver reducida la rentabilidad de sus
ahorros, condiciona la orientación de la política monetaria actual en la Zona Euro.