martes, 18 de febrero de 2014

LOS PAISES EMERGENTES EN DIFICULTADES


 
Hace tiempo que los países son interdependientes, sobre todo porque los capitales se trasladan libremente y las expansiones y las recesiones que experimentan algunos de ellos se transmiten a los demás a través de los movimientos comerciales. También influyen las alteraciones de las tasas de interés, al afectar de modo inmediato a los tipos de cambio y a las políticas monetarias de otros países.

Los textos de economía siguen recordando la crisis de octubre de 1997 en algunos países asiáticos, que obligó a devaluar sus monedas. La Bolsa de Hong Kong llegó a caer un 25% en tan solo cuatro días. Aunque se temió que la turbulencia se extendiera a otros continentes, fue posible controlar la situación y, al final de los años 90, la mayoría de los países asiáticos estaban ya en proceso de mejora.

En los últimos meses, la preocupación está centrada en los países emergentes, los de reciente industrialización y que han mostrado gran dinamismo económico. Destaca entre ellos el grupo BRIC, acrónico que designa a Brasil, Rusia, India y China, países que por su tamaño tienen impacto en la economía mundial.

En los últimos dos años, los países emergentes recibieron importantes flujos de capital privado, la mitad aproximadamente como inversión extranjera directa, para permanecer a largo plazo, pero la otra mitad como inversión en cartera y crédito bancario, en busca de la rentabilidad que ofrecían los altos tipos de interés comparados con los aplicados por los países desarrollados.

Desde que en mayo pasado la Reserva Federal, el banco central norteamericano, decidió ir reduciendo los estímulos monetarios (incremento de dinero) a la economía estadounidense, los países emergentes han ido sufriendo una significativa salida de capitales, ante el temor de la depreciación de sus monedas, que ha acabado realizándose, precisamente favorecida por las fugas de los capitales.

Los más afectados han sido los países que tiene déficits crecientes en sus balanzas de cuenta corriente. Entre ellos se encuentra Brasil, con una tasa de inflación cercana al 6% y el PIB en descenso (-0,5% entre julio y septiembre 2013)




El real brasileño, que se cotizaba en 2011 a un promedio de 1,67 por dólar se ha ido depreciando, hasta tener que entregar 2,39 reales al comprar la moneda norteamericana a comienzo de 2014.

La diferencia con los años 1990 es que en aquella época predominaban los tipos de cambio fijos, mientras que ahora la mayoría de los países funcionan con cambios flexibles, que permiten amortiguar los impactos económicos y financieros.






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