El tipo de cambio es el precio de una moneda en relación con
otra. Si la cotización entre el euro y el dólar, por ejemplo, es de 1€ = 1,35$,
se quiere decir que para comprar 1,35 dólares tenemos que pagar 1 euro.
El tipo de cambio se fija en el mercado de divisas teniendo
en cuenta la demanda y la oferta de cada moneda, al igual que sucede en
cualquier otro mercado. El aumento de la demanda de euros para invertir en la
Eurozona, por ejemplo, debido a la caída de precios en Europa, hará que suba su
precio, es decir, que puedan adquirirse más dólares por cada euro. En cambio,
el aumento de oferta de euros para comprar dólares, por ejemplo, para realizar
inversiones financieras en EE.UU., con el incentivo de un aumento de los tipos de interés norteamericanos,
hará que caiga la cotización del euro.
Los analistas económicos coinciden en que la moneda común de
la Eurozona, a la que pertenecemos, continúa sobrevalorada, lo cual perjudica
seriamente a las exportaciones de las empresas al ser los productos europeos
más caros para los que los paguen con otras monedas. Al mismo tiempo, las inversiones
en Europa resultan más caras.
La pérdida de política cambiaria propia, junto a la cesión de
la política monetaria al Banco Central Europeo (BCE), han hecho que, en
situaciones de recesión económica, no se pueda restaurar la competitividad
perdida utilizando el tipo de cambio. El peso de las decisiones económicas se ha
trasladado a la política fiscal, que está muy condicionada por el Pacto de
Estabilidad.
La política monetaria del BCE no tiene fijado un objetivo de
tipo de cambio, sino que es autónoma e independiente y está centrada en la
estabilidad de precios a medio plazo. El régimen del euro es de flotación, es
decir, completamente flexible, en un contexto de libertad internacional de
circulación de capitales.
A corto plazo, los movimientos internacionales de capital y
la rentabilidad de los activos financieros, junto a las expectativas, pueden
desviar el tipo de cambio de la senda de equilibrio señalada por el diferencial
de precios entre países.
En el siguiente gráfico se recoge la evolución histórica del
tipo de cambio de dólares por euro:
Más tarde, las dificultades para financiar el elevado déficit
de la balanza por cuenta corriente norteamericana provocaron la depreciación
del dólar, que tuvo su punto culminante a mediados del 2008, con un tipo de
cambio de 1,60 dólares por euro.
La crisis económica trajo la depreciación del euro hasta el
2012, y los problemas de la Eurozona,
junto a la desconfianza en el euro, han venido provocando altibajos, que
reflejan los cambios de expectativas y las tensiones en los mercados de
divisas, hasta situar el tipo de cambio en torno a 1,35 dólares por euro,
claramente sobrevalorado.
Esperemos que no resulte un
impedimento para que la economía española sea capaz de continuar la
trayectoria de mejora gradual que, según el Banco de España, le ha permitido
salir de la fase de contracción en la que había recaído a comienzos de 2011.
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