Hay tres desequilibrios
que marcan la evolución económica y social de los países: el laboral, que se manifiesta en el
desempleo; el fiscal, en forma de
déficit entre los ingresos y gastos de las administraciones públicas, y el externo, como diferencia entre el
ahorro interno y las inversiones del país, que se refleja en la cuenta
corriente de la balanza de pagos
Las encuestas
realizadas a la población española muestran con claridad que el desequilibrio laboral, el desfase entre
la oferta y la demanda de trabajo, con el desempleo del 27% de la población activa, según la EPA del primer trimestre de 2013, es
la principal preocupación de los ciudadanos.
La tasa de empleo o de ocupación
(porcentaje de ocupados sobre la población en edad de trabajar), que lleva
cayendo seis años ininterrumpidos, alcanzó una tasa del 66,6% en 2007 y disminuyó
hasta el 54,5% en el último trimestre del año pasado, con una diferencia de
cerca de 10 puntos por debajo de la Unión Europea.
El desequilibrio
laboral afecta al fiscal a través de la Seguridad Social, que ha perdido 3,5
millones de afiliados en los últimos años, mientras que ha aumentado el volumen
del subsidio de desempleo.
El máximo desequilibrio fiscal se manifestó en 2009, cuando el déficit público
alcanzó el 11,2% del PIB. En el siguiente gráfico
observamos la evolución de la deuda pública que han ido acumulando los déficits anuales
de las administraciones públicas españolas:
A principios de 2008,
el endeudamiento público español era reducido y se creyó que estimulando el
gasto se mejoraría la actividad económica. Lo cierto es que no se consiguió
impulsar la economía y la deuda continuó aumentando. La deuda
pública ha llegado al 90% del PIB y la carga de intereses que se
materializa en los Presupuestos Generales del Estado es de 38.660 millones de
euros en el 2013.
Pero más elevada que la deuda
pública es la deuda privada (empresas y familias), que alcanzó el 175% del PIB
en el año 2009, pero va descendiendo a gran velocidad, según puede comprobarse
en el siguiente gráfico:
En cuanto al desequilibrio externo, el déficit de la
balanza por cuenta corriente alcanzó en el 2007 su nivel más elevado: el 10%
del PIB, el mayor de la OCDE. La reducción que está teniendo en estos años se debe tanto al desplome del consumo y
de las inversiones en el país como a la caída de las importaciones.
Las exportaciones han
evolucionado favorablemente, ganando cuota de mercado en la Eurozona,
consecuencia de la reducción de los costes laborales nominales por unidad de
producto, una medida de la competitividad de la fuerza laboral.
Los déficits de la balanza
por cuenta corriente han llevado la deuda con el resto del mundo (deuda externa) en 2012 al 175% del PIB, pero
comienza a reducirse. Las salidas netas de capitales de no residentes han sido
compensadas por compras de activos y financiación bancaria del Banco Central
Europeo.
Los intereses de la
deuda externa privada se han reducido, disminuyendo los costes de financiación
de las grandes empresas, aunque el crédito interno al por menor sigue
considerándose caro.
Estos desequilibrios se sitúan en un
escenario en el que la economía mundial se recupera a tres velocidades, con los
países emergentes a la cabeza; Estados Unidos y algunos países nórdicos,
después, y en tercer lugar, la renqueante Europa.
El PIB de la Eurozona ha caído un 0,2% en el primer trimestre de este año y el 1 % en tasa interanual. La periferia europea decrece atrapada por los recortes y los desequilibrios fiscales. La novedad es que
la crisis se extiende al corazón del continente: Alemania, Francia y Holanda
han empeorado sus previsiones económicas
No hay comentarios:
Publicar un comentario