Cuando aún no se han superado los desequilibrios de las explosiones
inmobiliarias en países occidentales, tales como EE.UU., Irlanda y España, nos
llega la noticia de que se está formando una burbuja inmobiliaria gigantesca en
China, país en el que los precios de las viviendas han subido estos meses al ritmo más rápido de los
últimos dos años.
La expresión “burbuja”
comenzó a aplicarse en economía a principios del siglo XVIII, cuando el
Parlamento Británico prohibió las “prácticas financieras irresponsables”,
expresión que se identificaba con las burbujas.
Desde que el precio de
los tulipanes, unas flores de formas extravagantes y multicolores, alcanzó
niveles astronómicos en Holanda, allá por 1637, para desplomarse estrepitosamente
poco después, las burbujas han dejado en la ruina a muchos colectivos que
aceptan apostar a inversiones especulativas arriesgadas
El suceso de los
tulipanes fue el primer caso documentado de burbuja en el precio de un activo. El
precio de la flor llegó a ser el
equivalente al sueldo medio de una persona en seis meses.
Los dos casos más
recientes han sido el auge y caída de
las empresas de Internet, entre 1997 y 2002, y el boom y la posterior crisis
inmobiliaria, que comenzó el 2003 en diversos países y cuyos efectos aún perduran.
Tanto los tulipanes
como los valores “punto.com” y las viviendas aumentaron de precio muy por encima de sus
valores intrínsecos o fundamentales y después cayeron a velocidad acelerada.
En el siguiente gráfico
observamos la evolución del precio de la vivienda en España durante los últimos
años 25 años. Se da el valor 100 al precio más elevado, en el año 2008
La línea roja nos
señala el crecimiento que hubiese sido “normal” en el precio de la vivienda
siguiendo la tendencia de la década de los 90.
Los factores que influyen
en la formación de las burbujas y los efectos sobre la economía son cuestiones
muy debatidas, que afectan tanto a las autoridades bancarias como a los
inversores particulares.
Como estamos
comprobando en estos años, el proceso final de una burbuja como la inmobiliaria
afecta de modo muy negativo a la economía real, porque resta eficiencia en la
asignación de recursos y distorsiona las
decisiones de los inversores. Al socavar el sistema financiero, incide también negativamente
en el crecimiento económico.
Estudios recientes indican
que un entorno de tipos de interés bajo y fácil acceso al crédito es propicio
para la formación de burbujas, al fomentar la toma de riesgos excesivos en busca
de mayores rentabilidades.
Dado que fijar el valor
fundamental de un activo suele estar sujeto a opiniones dispares, no resulta
fácil identificar en tiempo real la existencia y la dimensión de una burbuja.
Algunas señales de alerta serían
elementos tales como los niveles elevados de liquidez y de endeudamiento de la
economía, así como las muestras de confianza de los inversores en ciertos
valores, que rayan en la euforia.
En el caso de China, las ciudades como Shanghái y Pekín han visto multiplicar el valor de sus activos inmobiliarios por tres y cuatro veces, respectivamente, en los últimos siete años.