Una variante del IPC general o total indicado en la entrada anterior es el IPC subyacente, que viene a reflejar la evolución de los precios según la cesta de compra utilizado para el IPC general pero excluyendo alimentos no elaborados y productos energéticos
El IPC o inflación subyacente sirve como indicador del rumbo que tomarán los precios en el medio plazo. En teoría, energía y alimentos no elaborados son los dos grupos más volátiles y esto hace que distorsionen en cierta medida el comportamiento del IPC global.
La información de la inflación subyacente de un país suele ser útil para tomar decisiones de política monetaria debido a que los precios de los bienes y servicios que integran la cesta de la compra con la que se mide no están sujetos a decisiones de carácter administrativo, estacional o alta volatilidad. Se ha publicado esta semana que la Reserva Federal de EE.UU. está estudiando fijar un objetivo formal de inflación subyacente en torno al 2%, que puede guiar las expectativas de los tipos de interés.
En el siguiente gráfico observamos la evolución de ambos índices a lo largo del 2011. Los porcentajes están en tasas interanuales, es decir, calculando siempre con los doce meses anteriores.
La diferencia entre los dos IPC en el 2011 ha sido debida en su mayor parte al alza continua de los precios del petróleo.
Como complemento al IPC total y al IPC subyacente, vamos a comentar otro índice de precios que se viene utilizando dentro de la Unión Europea(UE): el IPC armonizado (IPCA)
Como cada país de la UE tiene su indicador de inflación y utiliza su fórmula de cálculo, se hace muy difícil realizar comparaciones a nivel europeo. Por ello, durante el proceso de entrada a la Unión se hizo necesario crear un índice armonizado con el fin de examinar el cumplimiento de los criterios de convergencia
El Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) es un indicador que proporciona una medida común de la inflación que permite realizar comparaciones entre los países de la Unión Europea y entre estos y otros países que no pertenecen a la Union.
Se excluían en un principio partidas cuyas características hacían difícil su armonización, debido a que los Estados miembros utilizaban metodologías no comparables en su cálculo. Entre estas parcelas se encontraban los medicamentos y productos farmacéuticos y los servicios médicos, entre otros servicios. Tras varios años de estudio se fueron incluyendo sucesivamente estas parcelas de manera armonizada.
Desde el índice de enero de 2001, la única diferencia entre el IPCA y el IPC general español en cuanto a la cobertura de bienes y servicios se refiere al tratamiento de los seguros y las compra de automóviles usados, conceptos que el IPCA no tiene en cuenta
El gráfico siguiente recoge el IPCA de enero, adelantado del IPC armonizado. Según puede observarse, la inflación interanual ha caído cuatro décimas en enero respecto a diciembre, situándolo en el 2%.
En la próxima entrada presentaremos el deflactor del PIB, otro indicador de inflación, en este caso de los bienes y servicios producidos en el propio país, aún de aquellos que no se destinan al consumo de las familias.
martes, 31 de enero de 2012
martes, 24 de enero de 2012
INDICADORES DE INFLACIÓN
El Instituto Nacional de Estadística acaba de hacer público que la tasa de variación del Índice de Precios al Consumo (IPC) ha sido del 2,4% durante el año 2011, tanto en el Estado en su conjunto como a nivel de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Este es el índice más utilizado para medir la inflación que se da en una economía.
Se entiende por inflación una subida general y continuada de los precios de los bienes y servicios en un período de tiempo, lo cual implica una pérdida equivalente de poder adquisitivo del dinero.
En el siguiente gráfico se indica la evolución de las variaciones del IPC en España en los últimos 5 años:
La tasa de variación del IPC, es decir, la inflación del 2011, viene del siguiente cálculo:
Inflación 2011 = (IPC 2011- IPC 2010) / IPC 2010
La Encuesta de Presupuestos Familiares es la que suministra información anual sobre la naturaleza y destino de los gastos de consumo, así como sobre diversas características de vida de los hogares españoles. El tamaño de la muestra es de aproximadamente 24.000 hogares. Cada hogar permanece en la muestra dos años consecutivos, renovándose cada año la mitad de la muestra.
El IPC a nivel de Estado se elabora con una cesta de compra de 491 artículos, de los cuales informan más de 30.000 establecimientos distribuidos en 171 municipios de todo el territorio español.
En el caso de la vivienda, como es un bien de inversión, la variación de su precio no se refleja en el IPC, pero se incluye el alquiler y todos los gastos. En los casos de vivienda en propiedad se toma como referencia el valor del alquiler que se pagaría en el mercado por una vivienda similar a la ocupada (alquiler imputado).
La cesta de compra base para el cálculo se mantiene durante 5 años. En los últimos tiempos se viene utilizando como base la composición del consumo del año 2006, pero un estudio anual actualiza la estructura de las ponderaciones en los productos, a fin de que el IPC recoja los cambios en los hábitos de los consumidores.
En el siguiente cuadro podemos ver la composición de la cesta de la compra y las ponderaciones utilizadas en el año 2011 para el cálculo de la variación del IPC:
El IPC es un valor significativo tanto en la economía de un Estado como en la de sus ciudadanos al utilizarse sus variaciones para calcular cuánto han de subir anualmente los salarios, las pensiones y las rentas, entre otras aplicaciones.
En las próximas entradas iremos analizando otros indicadores de inflación, así como las causas de la variación de precios y sus efectos sobre una economía.
Se entiende por inflación una subida general y continuada de los precios de los bienes y servicios en un período de tiempo, lo cual implica una pérdida equivalente de poder adquisitivo del dinero.
En el siguiente gráfico se indica la evolución de las variaciones del IPC en España en los últimos 5 años:
La tasa de variación del IPC, es decir, la inflación del 2011, viene del siguiente cálculo:
Inflación 2011 = (IPC 2011- IPC 2010) / IPC 2010
La Encuesta de Presupuestos Familiares es la que suministra información anual sobre la naturaleza y destino de los gastos de consumo, así como sobre diversas características de vida de los hogares españoles. El tamaño de la muestra es de aproximadamente 24.000 hogares. Cada hogar permanece en la muestra dos años consecutivos, renovándose cada año la mitad de la muestra.
El IPC a nivel de Estado se elabora con una cesta de compra de 491 artículos, de los cuales informan más de 30.000 establecimientos distribuidos en 171 municipios de todo el territorio español.
En el caso de la vivienda, como es un bien de inversión, la variación de su precio no se refleja en el IPC, pero se incluye el alquiler y todos los gastos. En los casos de vivienda en propiedad se toma como referencia el valor del alquiler que se pagaría en el mercado por una vivienda similar a la ocupada (alquiler imputado).
La cesta de compra base para el cálculo se mantiene durante 5 años. En los últimos tiempos se viene utilizando como base la composición del consumo del año 2006, pero un estudio anual actualiza la estructura de las ponderaciones en los productos, a fin de que el IPC recoja los cambios en los hábitos de los consumidores.
En el siguiente cuadro podemos ver la composición de la cesta de la compra y las ponderaciones utilizadas en el año 2011 para el cálculo de la variación del IPC:
El IPC es un valor significativo tanto en la economía de un Estado como en la de sus ciudadanos al utilizarse sus variaciones para calcular cuánto han de subir anualmente los salarios, las pensiones y las rentas, entre otras aplicaciones.
En las próximas entradas iremos analizando otros indicadores de inflación, así como las causas de la variación de precios y sus efectos sobre una economía.
martes, 17 de enero de 2012
EL SECTOR EXTERIOR
Una parte de los bienes y servicios producidos en un país se venden a otras naciones y, al mismo tiempo, se compran productos del exterior. Como hemos visto en textos anteriores, esos intercambios internacionales influyen en la generación de la renta del país. Las importaciones españolas supusieron en torno al 20,5% del PIB en el 2009 y las exportaciones se acercaban al 16%
Los intercambios internacionales se han justificado siempre en que las naciones poseen recursos y capacidades tecnológicas diferentes: riquezas minerales, condiciones climáticas, tierra cultivable, capital y recursos humanos. Estos factores condicionan la producción y propician la especialización de los países. Los economistas clásicos afirmaban que cada país disfruta de ventajas comparativas y se centra en la producción de los bienes para cuya obtención dispone de mayor predisposición.
Se dice que un país disfruta de ventaja comparativa en un bien cuando puede producirlo con menor coste de oportunidad que otros países, medido ese coste como la cantidad de otros bienes a la que tiene que renunciar para obtenerlo.
Pero lo que hoy día ocurre no tiene mucho que ver con la búsqueda de tal especialización. A las grandes empresas les interesa ampliar la dimensión de sus mercados para todos los bienes que producen y tratan de incrementar los intercambios comerciales. Buscan la ventaja a través de las economías de escala y la diferenciación de los productos.
En el cuadro siguiente podemos observar la evolución del movimiento de mercancías a nivel mundial en los últimos años:
Es habitual afirmar que la ausencia de trabas en la circulación de los productos hace que obtengan las mayores ganancias los que intervienen en el comercio exterior. Pero no se tiene en cuenta que el sustento básico de la ventaja comparativa era la existencia de competencia perfecta, la cual permitía, a través del libre comercio, aumentar el bienestar de los países.
El librecambio tiende a resultar beneficioso cuando se dan circunstancias que son difíciles de encontrar en la realidad actual, tales como, entre otras, que las empresas beneficiadas compensen a las perdedoras en el intercambio, siendo las ganancias totales superiores a las pérdidas, y que los trabajadores que pierdan el empleo a consecuencia de la entrada de productos procedentes del exterior encuentren trabajo en las industrias beneficiadas con las exportaciones.
Como la evidencia no parece confirmar las teorías clásicas del librecambio, los países tratan de defenderse de la competencia exterior argumentando, sobre todo, la necesidad de proteger a las industrias nacionales estratégicas y mantener un alto nivel de empleo en el país.
Así es como los países recurren al proteccionismo, aplicando medidas tales como:
a) Los aranceles, que son impuestos exigidos a los productos extranjeros para elevar su precio de venta en el mercado interior y así proteger a los productos nacionales
b) Contingentes o restricciones cuantitativas a la importación de ciertos productos extranjeros
c) Barreras no arancelarias, que son regulaciones administrativas en contra de productos extranjeros, tales como normas de calidad y sanitarias, subsidios a la exportación nacional y compra de productos nacionales por el sector público aún siendo más caros que los producidos en el país.
Aunque los países ricos proclaman que la libertad de intercambios debe generalizarse, lo cierto es que EE.UU., la Unión Europea y Japón tienen tendencia a tomar medidas proteccionistas en forma de subsidios a los productos propios, lo cual hace posible que consigan venderlos a precios artificialmente bajos en los mercados internacionales. Sucede con los cereales, la fruta y el café, productos exportados por los países pobres, que hoy día tienen dificultades para competir a consecuencia de las ayudas recibidas por las producciones procedentes del primer mundo.
También es conocida la estrategia de los países ricos de imponer aranceles bajos a las materias primas procedentes de los pueblos pobres y, en cambio, elevados para sus productos manufacturados, a fin de proveerse a bajo precio de las materias primas y dificultar el desarrollo de la producción manufacturera en las naciones menos desarrolladas
Junto al crecimiento continuo de su volumen, salvo la situación excepcional del año 2009, como podemos apreciar en el cuadro de arriba, la novedad de las últimas décadas en el comercio internacional es el protagonismo de las empresas multinacionales, empresas con sede en un país desarrollado y con sucursales en muchas naciones. Tienen un poder cada día mayor y están realizando una parte considerable del comercio mundial.
Los intercambios internacionales se han justificado siempre en que las naciones poseen recursos y capacidades tecnológicas diferentes: riquezas minerales, condiciones climáticas, tierra cultivable, capital y recursos humanos. Estos factores condicionan la producción y propician la especialización de los países. Los economistas clásicos afirmaban que cada país disfruta de ventajas comparativas y se centra en la producción de los bienes para cuya obtención dispone de mayor predisposición.
Se dice que un país disfruta de ventaja comparativa en un bien cuando puede producirlo con menor coste de oportunidad que otros países, medido ese coste como la cantidad de otros bienes a la que tiene que renunciar para obtenerlo.
Pero lo que hoy día ocurre no tiene mucho que ver con la búsqueda de tal especialización. A las grandes empresas les interesa ampliar la dimensión de sus mercados para todos los bienes que producen y tratan de incrementar los intercambios comerciales. Buscan la ventaja a través de las economías de escala y la diferenciación de los productos.
En el cuadro siguiente podemos observar la evolución del movimiento de mercancías a nivel mundial en los últimos años:
Es habitual afirmar que la ausencia de trabas en la circulación de los productos hace que obtengan las mayores ganancias los que intervienen en el comercio exterior. Pero no se tiene en cuenta que el sustento básico de la ventaja comparativa era la existencia de competencia perfecta, la cual permitía, a través del libre comercio, aumentar el bienestar de los países.
El librecambio tiende a resultar beneficioso cuando se dan circunstancias que son difíciles de encontrar en la realidad actual, tales como, entre otras, que las empresas beneficiadas compensen a las perdedoras en el intercambio, siendo las ganancias totales superiores a las pérdidas, y que los trabajadores que pierdan el empleo a consecuencia de la entrada de productos procedentes del exterior encuentren trabajo en las industrias beneficiadas con las exportaciones.
Como la evidencia no parece confirmar las teorías clásicas del librecambio, los países tratan de defenderse de la competencia exterior argumentando, sobre todo, la necesidad de proteger a las industrias nacionales estratégicas y mantener un alto nivel de empleo en el país.
Así es como los países recurren al proteccionismo, aplicando medidas tales como:
a) Los aranceles, que son impuestos exigidos a los productos extranjeros para elevar su precio de venta en el mercado interior y así proteger a los productos nacionales
b) Contingentes o restricciones cuantitativas a la importación de ciertos productos extranjeros
c) Barreras no arancelarias, que son regulaciones administrativas en contra de productos extranjeros, tales como normas de calidad y sanitarias, subsidios a la exportación nacional y compra de productos nacionales por el sector público aún siendo más caros que los producidos en el país.
Aunque los países ricos proclaman que la libertad de intercambios debe generalizarse, lo cierto es que EE.UU., la Unión Europea y Japón tienen tendencia a tomar medidas proteccionistas en forma de subsidios a los productos propios, lo cual hace posible que consigan venderlos a precios artificialmente bajos en los mercados internacionales. Sucede con los cereales, la fruta y el café, productos exportados por los países pobres, que hoy día tienen dificultades para competir a consecuencia de las ayudas recibidas por las producciones procedentes del primer mundo.
También es conocida la estrategia de los países ricos de imponer aranceles bajos a las materias primas procedentes de los pueblos pobres y, en cambio, elevados para sus productos manufacturados, a fin de proveerse a bajo precio de las materias primas y dificultar el desarrollo de la producción manufacturera en las naciones menos desarrolladas
Junto al crecimiento continuo de su volumen, salvo la situación excepcional del año 2009, como podemos apreciar en el cuadro de arriba, la novedad de las últimas décadas en el comercio internacional es el protagonismo de las empresas multinacionales, empresas con sede en un país desarrollado y con sucursales en muchas naciones. Tienen un poder cada día mayor y están realizando una parte considerable del comercio mundial.
martes, 10 de enero de 2012
EL MERCADO DE DIVISAS
Conocido el concepto de tipo de cambio, la diferencia entre el tipo nominal y el cambio real e introducida en una entrada anterior la paridad del poder adquisitivo (PPA), vamos a desarrollar en este escrito el mercado de divisas.
Las transacciones internacionales suponen, al menos, la existencia de dos monedas: la moneda propia (el euro, en nuestro caso) y la extranjera (generalmente, el dólar). Si sólo consideramos esas dos monedas, la demanda de euros es también la oferta de dólares y viceversa.
La demanda de euros proviene de las personas o entidades que desean cambiar dólares (u otras divisas) por euros, que puede estar motivado por:
a) Las exportaciones de bienes y servicios de los países de la eurozona, que reciben dólares por sus ventas y posteriormente los convierten en euros.
b) Los turistas extranjeros que nos visitan, puesto que deben cambiar sus monedas (dólares, sobre todo) para conseguir euros.
c) Las entradas de capitales financieros para comprar activos de la eurozona, que necesitan cambiar sus monedas por euros.
Tres son las variables que inciden en esas demandas: a) el tipo de cambio real, es decir, el precio relativo de los bienes nacionales con respecto a los extranjeros, que cuando es bajo estimula las exportaciones; b) la renta del país extranjero, que al aumentar tiende a adquirir más bienes y, por tanto, se incrementan nuestras exportaciones, y c) el diferencial de tipos de interés nacionales y del extranjero, que hará incrementarse la entrada de capitales a corto plazo si nuestro tipo de interés es superior al extranjero
En cuanto a la oferta de euros, como es la demanda de dólares (y otras monedas), dependerá de las variables indicadas para la demanda de euros, sin más que sustituir la renta de otros países por la propia, que influirá decisivamente en nuestras importaciones y el diferencial de tipo de interés, que cuando es a favor de los países extranjeros, aumentará la salida de capitales financieros a corto plazo.
La demanda y oferta de euros nos conduce al tipo de cambio de equilibrio, una situación en la que resultan compatibles los planes de los compradores y vendedores de euros (en la figura 1,30 dólares por euro)
A 1,40 dólares por euro hay exceso de oferta, por lo que el tipo de cambio descenderá hacia el equilibrio. Lo contrario ocurrirá a 1,20 dólares por euro, con un exceso de demanda, impulsando el tipo de cambio también hacia el equilibrio.
En la mayoría de los países, los tipos de cambio son flexibles o libremente fluctuantes, con lo que el tipo de cambio depende del juego de la demanda y la oferta de divisas. Sin embargo, muchas veces los Bancos Centrales intervienen para tratar de alterar los tipos de cambio en una determinada dirección, comprando o vendiendo divisas. Esa actuación da lugar a la denominada flotación sucia.
Es lo que ocurre en muchas ocasiones. Ante situaciones de dificultad económica, ningún país está dispuesto a renunciar al impulso que suponen las exportaciones y para ello no dudan en intervenir en los mercados de divisas ante cualquier atisbo de fortalecimiento excesivo de su moneda, que encarecería los productos en el exterior. El ejemplo es el propio EE.UU., que tras predicar que busca un “dólar fuerte”, se sienten muy cómodos con su debilidad habitual, ya que puede ayudar a compensar vía exportaciones la caída acentuada de su consumo privado interno.
El Mercado de Divisas, también conocido como mercado "Forex" o “FX” (The Foreign Exchange Market), es el mercado financiero más grande y líquido del mundo, con una facturación del orden de 60 veces el volumen de negociación de la Bolsa con más actividad. A grandes rasgos puede decirse que el 90% de las transacciones provienen de los inversores o de quienes administran su dinero y el 10% restante de las empresas que intervienen en el comercio internacional..
Las transacciones internacionales suponen, al menos, la existencia de dos monedas: la moneda propia (el euro, en nuestro caso) y la extranjera (generalmente, el dólar). Si sólo consideramos esas dos monedas, la demanda de euros es también la oferta de dólares y viceversa.
La demanda de euros proviene de las personas o entidades que desean cambiar dólares (u otras divisas) por euros, que puede estar motivado por:
a) Las exportaciones de bienes y servicios de los países de la eurozona, que reciben dólares por sus ventas y posteriormente los convierten en euros.
b) Los turistas extranjeros que nos visitan, puesto que deben cambiar sus monedas (dólares, sobre todo) para conseguir euros.
c) Las entradas de capitales financieros para comprar activos de la eurozona, que necesitan cambiar sus monedas por euros.
Tres son las variables que inciden en esas demandas: a) el tipo de cambio real, es decir, el precio relativo de los bienes nacionales con respecto a los extranjeros, que cuando es bajo estimula las exportaciones; b) la renta del país extranjero, que al aumentar tiende a adquirir más bienes y, por tanto, se incrementan nuestras exportaciones, y c) el diferencial de tipos de interés nacionales y del extranjero, que hará incrementarse la entrada de capitales a corto plazo si nuestro tipo de interés es superior al extranjero
En cuanto a la oferta de euros, como es la demanda de dólares (y otras monedas), dependerá de las variables indicadas para la demanda de euros, sin más que sustituir la renta de otros países por la propia, que influirá decisivamente en nuestras importaciones y el diferencial de tipo de interés, que cuando es a favor de los países extranjeros, aumentará la salida de capitales financieros a corto plazo.
La demanda y oferta de euros nos conduce al tipo de cambio de equilibrio, una situación en la que resultan compatibles los planes de los compradores y vendedores de euros (en la figura 1,30 dólares por euro)
A 1,40 dólares por euro hay exceso de oferta, por lo que el tipo de cambio descenderá hacia el equilibrio. Lo contrario ocurrirá a 1,20 dólares por euro, con un exceso de demanda, impulsando el tipo de cambio también hacia el equilibrio.
En la mayoría de los países, los tipos de cambio son flexibles o libremente fluctuantes, con lo que el tipo de cambio depende del juego de la demanda y la oferta de divisas. Sin embargo, muchas veces los Bancos Centrales intervienen para tratar de alterar los tipos de cambio en una determinada dirección, comprando o vendiendo divisas. Esa actuación da lugar a la denominada flotación sucia.
Es lo que ocurre en muchas ocasiones. Ante situaciones de dificultad económica, ningún país está dispuesto a renunciar al impulso que suponen las exportaciones y para ello no dudan en intervenir en los mercados de divisas ante cualquier atisbo de fortalecimiento excesivo de su moneda, que encarecería los productos en el exterior. El ejemplo es el propio EE.UU., que tras predicar que busca un “dólar fuerte”, se sienten muy cómodos con su debilidad habitual, ya que puede ayudar a compensar vía exportaciones la caída acentuada de su consumo privado interno.
El Mercado de Divisas, también conocido como mercado "Forex" o “FX” (The Foreign Exchange Market), es el mercado financiero más grande y líquido del mundo, con una facturación del orden de 60 veces el volumen de negociación de la Bolsa con más actividad. A grandes rasgos puede decirse que el 90% de las transacciones provienen de los inversores o de quienes administran su dinero y el 10% restante de las empresas que intervienen en el comercio internacional..
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