lunes, 5 de diciembre de 2011

LA DEMANDA DE CONSUMO PRIVADO


El tercer trimestre del año ha concluido con estancamiento: el PIB creció menos de una centésima y se evitó el retroceso gracias a las exportaciones y el turismo. 

Los componentes internos del PIB se muestran muy débiles, tal como señala el reciente boletín informativo del Banco de España. Analizando los indicadores de confianza de los consumidores y de los comerciantes, advierte del retroceso significativo que muestran. Lo podemos observar en el siguiente gráfico:


 
La demanda interna de un  país tiene tres componentes: el consumo privado de bienes y servicios, la demanda privada de inversión y el gasto público. El primero de ellos, el consumo privado, es el más importe y viene a representar en torno a dos tercios del PIB. 

El consumo comprende el gasto en bienes perecederos y en bienes de consumo duradero (lavadoras, muebles…). Representa  la parte de PIB adquirida por las familias como usuarios finales, incluyendo el autoconsumo de los agricultores  e incorporando también una estimación  del alquiler que pagarían los dueños de sus casas si tuvieran que alquilarlas a otras personas. La compra de nuevas viviendas es considerada como inversión. 

Desde el punto de vista macroeconómico, podemos considerar que el gasto que realizan los consumidores en la compra de bienes y servicios (C) depende principalmente de su renta disponible (Yd). 

A medida que aumenta la renta, también lo hace el consumo, aunque en menor proporción. Al incremento del consumo dividido entre el incremento de la renta se le llama propensión marginal al consumo (PMC)

Como todo aumento de renta se destina al consumo o al ahorro, la propensión marginal al ahorro será la parte del incremento de la renta no consumida o ahorrada dividido entre el aumento de la renta. 
 
En la teoría del comportamiento del consumidor se introdujo a mediados del pasado siglo el concepto de efecto demostración, que lleva a los consumidores a imitar a otros de renta más alta, lo cual hace que su consumo no dependa de los ingresos de su nivel, sino del que tengan aquellas familias que se toman como referencia. 

La teoría de la renta permanente  fue una contribución importante para explicar la conducta de los consumidores. Estableció que los consumidores aumentarán el consumo actual cuando estimen que dispondrán en el futuro de mayores rentas. Una modificación de la renta actual sólo aumenta el consumo cuando es considerada como permanente por la familia.

Otra aportación a la teoría del consumo es la  teoría del ciclo vital, que señala que cada persona tiene un ciclo de vida respecto a su renta y establece sus planes de consumo en función de los ingresos que espera obtener a lo largo de su vida. Al comienzo tiende al endeudamiento; en la edad adulta, con mayor capacidad de obtener renta,  ahorra, y tras la jubilación, gasta las rentas ahorradas. 

Siempre existe cierto nivel de consumo,  que se realiza aunque la renta sea muy baja. Es el consumo autónomo. Aun a nivel de ingresos cero, hay un consumo Co. Implica un desahorro o endeudamiento. A partir de ese nivel, al aumentar los ingresos, aumentará también el consumo, aunque en menor proporción, lo cual supone un ahorro creciente.

La función de consumo se representa como C = Co + PMC * Yd

 

Además de la renta, también influyen en las decisiones de consumo otros factores, tales como la riqueza de las familias, la distribución de la renta, los tipos de interés y las condiciones de los créditos y las expectativas sobre los precios.

Las teorías del consumo orientadas hacia el futuro que hemos descrito vienen a indicar que, si se quiere actuar sobre la demanda de consumo privado, muy debilitada en estos momentos, las actuaciones a corto plazo no serán efectivas. El gasto en consumo sólo crecerá sustancialmente cuando las familias estimen que aumenta su renta permanente, es decir, que tienen expectativas  de mayores ingresos en el largo plazo. 

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