Aunque el Producto Interior Bruto
(PIB) por habitante suele utilizarse como un indicador del nivel de bienestar
de los países, resulta más adecuado emplear el consumo individual efectivo
(CIE) de las familias.
El CIE consiste en los bienes y
servicios consumidos efectivamente por individuos, independientemente de si han
sido adquiridos y pagados por los hogares, por el Gobierno o por instituciones
sin ánimo de lucro.
Por tanto, el consumo Individual efectivo
o real es la suma del consumo final de los hogares, más el consumo de las instituciones
sin fines de lucro que sirven a los hogares y el gasto del Gobierno en bienes y
servicios de consumo individual de las familias.
Es un indicador más amplio que el
utilizado por la Contabilidad Nacional como gasto final de los hogares, donde únicamente
se recogen los gastos en bienes y servicios adquiridos y pagados por las
familias
El CIE se utiliza en las
comparaciones internacionales para evitar la influencia de algunos servicios
importantes, como los de salud y educación, que se prestan a los consumidores
de modo diferente en los diversos paises. Por ejemplo, los servicios de
odontología costeados por el Gobierno no están entre los consumos de las
familias en las cuentas nacionales, en tanto que el CIE los incluye porque
realmente han sido utilizados por los hogares.
Según las estadísticas de Eurostat, en 2020, Luxemburgo registró el nivel más alto tanto de PIB como de CIE, en paridad de poder adquisitivo, seguido de Alemania, Dinamarca y Holanda. España se encuentra en el puesto 14, con un consumo en torno al 13% inferior a la media europea.
El Consumo Individual Efectivo es un indicador alternativo mejor adoptado para describir el bienestar material de las familias. Los niveles son más homogéneos que el PIB, aunque, como puede verse en el gráfico, existen diferencias importantes entre los países miembros de la UE.
Aunque resulta evidente tener en consideración aspectos subjetivos, como las percepciones de los individuos sobre sus condiciones de vida y las relaciones sociales que mantienen, no cabe duda de que el nivel de consumo individual real es un componente básico en la evaluación del bienestar.