La caída del PIB del 18,5% en el segundo trimestre, consecuencia del confinamiento y del cese de toda actividad no esencial, ha sumido oficialmente en una recesión económica a la economía española. La información de la Encuesta de Población Activa (EPA) del mismo período permite completar los datos sobre la incidencia del coronavirus en el empleo.
Como vemos en el gráfico, en tanto que la ocupación fue incrementándose en los tres años anteriores entre 300.000 y 400.000 personas en el trimestre segundo, un período del año habitualmente favorable para el empleo, este año ha caído en 1.074.000 personas.
La ocupación total descendió desde el entorno de 20 millones, que había alcanzado prácticamente en el último trimestre de 2019, a 18,6 en el segundo trimestre de este año, una cifra que, según la EPA, incluye a 4,7 millones de personas que no han trabajado, por tener los contratos suspendidos, al acogerse a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), o por paro parcial debido a razones técnicas o económicas.
Descontando el colectivo de trabajadores sin actividad real, los ocupados que efectivamente han trabajado en el segundo trimestre han sido 13,9 millones, un 30% menos que hace tan solo 6 meses.
El nivel de desempleo hay que interpretarlo también con el dato de trabajadores con contrato suspendido citado antes. Se incrementó en el trimestre solo en 55.000 personas, lo que sitúa la tasa de paro oficial en el 15,3%, con una variación intertrimestral de 1,66%.
Además, hay que tener en cuenta que muchas personas que perdieron empleo o que se incorporaban al mercado laboral no estuvieron en condiciones de buscar trabajo para ser consideradas como población activa, debido al confinamiento y al cierre de oficinas administrativas, con lo que, en lugar de paradas, fueron clasificadas en el colectivo de “inactivas”, de ahí que este grupo haya aumentado en 1.062.800 personas.
Como la tasa de paro no refleja la realidad existente en el mercado laboral, hay que recurrir a las horas efectivas de trabajo, que según la EPA, en el segundo trimestre han descendido un 22,59% en relación con el trimestre primero del año. Este dato y no la variación del desempleo es el que explica, junto a la productividad que se haya conseguido, la caída del PIB que hemos señalado al comienzo (18,5%).
Por tanto, el segundo trimestre refleja ya con contundencia los estragos laborales por la crisis sanitaria que el primer trimestre apuntó de forma parcial. El deterioro se aprecia únicamente en términos de empleo, porque el efecto en el desempleo dependerá de lo que ocurra con la finalización de la cobertura ERTE. Al final de julio quedaban aún cerca de 1,2 millones de empleados con el contrato suspendido o la jornada reducida.
La destrucción de empleo se ha centrado, al igual que en la recesión anterior, en los trabajadores con contrato temporal, un colectivo que ha soportado cerca de los dos tercios del total de empleo eliminado. Ha afectado también en mayor medida a colectivos vulnerables, como las mujeres, los jóvenes y, especialmente, a los trabajadores con bajos niveles educativos.
España es el país europeo con mayor fracaso escolar y abandono temprano del sistema educativo, lo cual es grave, porque la educación no es sólo un motor del crecimiento económico, sino que también lo es de la igualdad de oportunidades. El progreso que viene unido a la la transformación digital puede aumentar la brecha salarial entre los trabajadores en función de su formación.
En cuanto a la incidencia sectorial, los servicios concentraron la mayor parte del ajuste en la ocupación, destruyendo 816.900 empleos, 77% de la caída total. El empleo en la industria retrocedió también en 127.100 personas (11%), la construcción en 108.800 (10%) y la agricultura en 21.400 (2%)
Se calcula que la hostelería y los sectores relacionados representan en torno al 50% de la caída de la actividad económica, lo cual supone que una buena parte de la mejora del empleo en España está condicionado a corto plazo a la recuperación del sector turístico. Pero, sin duda alguna, el aumento de los contagios del virus es el principal peligro para el crecimiento en el nivel de empleo.