martes, 28 de enero de 2020

EL PROCESO DE DESARROLLO ECONÓMICO

Más allá de la determinación de la producción a corto y medio plazo, períodos en los que dominan las fluctuaciones económicas, el largo plazo es el espacio temporal en el que se dan el crecimiento y el desarrollo económico.

Mientras el crecimiento significa el aumento de la producción de un país a través del tiempo, el desarrollo estudia el crecimiento de un sistema económico a largo plazo, analizando las trasformaciones en la estructura productiva y tecnológica, así como las relaciones sociales y políticas que determinan la distribución del producto obtenido. El crecimiento también afecta al desarrollo, puesto que provoca transformaciones en el sistema.

En el desarrollo económico suelen destacar dos elementos. En primer lugar, como base del crecimiento, el trasvase de trabajadores entre sectores productivos. Tal ha sido el caso de la industrialización, que ha llevado a miles de trabajadores agrícolas a la industria y a los servicios, provocando un incremento de la productividad conjunta por el diferencial en eficiencia y valor añadido entre los sectores secundario y terciario respecto al primario.

Un segundo elemento es la diversificación de la estructura productiva, con el incremento de la cantidad y variedad de los productos fabricados, pasando de elementos sencillos a productos avanzados, con más conocimiento, que se demanden en mayor proporción que el incremento de la renta en el país. Este fenómenos se conoce con el nombre de complejidad de país y de producto.

El Indice de Complejidad Económica (2013-2017) una variable que estudia el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), mide la intensidad de conocimiento de una economía tomando en cuenta la de los productos que exporta. Tras la pérdida de 5 posiciones en los últimos años, España ocupa el puesto 28, en un ranking en cuyos primeros puestos se sitúan Japón, Suiza y Alemania.

La transformación de economías agrarias en economías industriales se inició en el siglo XIX en los países actualmente desarrollados, que alcanzaron rentas altas en la segunda mitad del siglo XX, tras un proceso lento de más de un siglo. En cambio, algunas economías, como Singapur y Hong Kong, han pasado de rentas bajas a rentas altas en menos de medio siglo.

En el caso de España, las manufacturas y los servicios avanzados tienen pequeña dimensión, no ocupan a muchos trabajadores, y la complejidad reducida provoca la brecha en renta con los países europeos del norte, desfase que se está intentando cerrar desde 1986, año en el que ingresó el país en la Comunidad Económica Europea.

Hoy día, la industria esta generando productos con ciclo de vida, desde su introducción en el mercado hasta su declive, cada vez más corto. Se estima que la complejidad de los productos se ha duplicado en los últimos 15 años y su ciclo de vida se ha reducido alrededor de un 25%.

Se estima que el nivel de renta generada por un país está relacionada directamente con las diferentes interacciones entre los participantes especializados en determinadas actividades. La complejidad económica está en función de las características y las capacidades con las que cuente el país y las actividades en que se especialice.

Para resaltar la importancia de la complejidad en los productos, tenemos el caso de Dinamarca, un país con una cesta de productos y servicios bastante más compleja que la española, que les permite pagar unos salarios que duplican a las retribuciones de los trabajadores españoles. Como insiste un experto en desarrollo económico, lo importante es priorizar aquellas actividades que favorezcan el incremento de la complejidad en la cesta de exportaciones.

Por lo tanto, empresas y sector público están llamados a trabajar conjuntamente en una política industrial moderna, que desarrolle un conjunto de acciones y estrategas en los sectores más dinámicos de la economía, a fin de impulsar el desarrollo económico.




martes, 21 de enero de 2020

SITUACIÓN PATRIMONIAL DE LOS HOGARES


La información que ofrece el Banco de España permite conocer la evolución de la riqueza de las familias españolas. En los datos más recientes, basados en la encuesta de diciembre de 2017, se nota el impulso de cuatro años de crecimiento sostenido, tras la crisis financiera de 2008.

Rasgos destacables de los últimos años han sido la reducción del tipo de interés, como consecuencia de la política de expansión monetaria, que ha supuesto una reducción de costes de financiación para las familias, y el aumento sostenido del precio de la vivienda, con un incremento del 6,7% en 2017, que supuso una mejora en la situación del patrimonio inmobiliario de los hogares.

La riqueza mediana de los hogares (el valor que se sitúa en el centro de la distribución), una vez descontadas las deudas, era en 2017 de 115.100 euros y la media de 253.000 euros. La significativa diferencia entre ambos datos indica la desigualdad en la distribución de la riqueza, con valores elevados en los deciles más altos . Por grupos de edad, el patrimonio respondía al perfil del ciclo de vida, alcanzando el máximo para los hogares con cabeza de familia entre 65 y 74 años, un poco más tarde que la edad en la que se logra el máximo de renta.



La riqueza mediana de los hogares había caído en un 21,9% entre 2011 y 2014 y volvió a disminuir en el período 2014 a 2017 en un 6,4%, acumulando en total un descenso del 27%. En cambio, la riqueza media solo cayó en el sexenio un 7,4%.

Estos datos muestran el desigual efecto que han sufrido las familias en el período, sobre todo en los años de mayores recortes de gastos. La caída en la riqueza de los niveles altos fue poco más de la cuarta parte respecto de los de menor riqueza. Resulta también contunde el efecto sobre los jóvenes: los hogares cuyo cabeza de familia era menor de 35 años tenían a finales de 2017 una riqueza neta mediana de 5.300 euros, cuando en 2011 contaban con 71.600 euros.

La vivienda es el activo más importante de las familias, representando el 54,2% del valor de los activos reales para el conjunto de los hogares y el 43,3% del valor de los activos totales. El porcentaje de hogares propietarios de su vivienda principal era del 75,9 %

Con datos de 2019, el siguiente gráfico recoge los activos financieros de las familias y las Instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares (ISFLSH)



Los activos financieros suponían en torno al 20% de los activos totales. Su peso relativo se ha incrementado en 9 puntos porcentuales desde 2008. En cuanto a su desglose, el efectivo y las cuentas bancarias constituyen el 40 % del valor de los activos financieros, las participaciones en capital un 27%, los planes de pensiones el 16,3 %, las participaciones en fondos de inversión un 13,9 %, y otros activos financieros el 2,8%

El endeudamiento de los hogares representa el 11,7 % del valor total de sus activos. La deuda pendiente para la adquisición de la vivienda principal constituye el 63,7 % de la deuda de los hogares, mientras que la deuda por la compra de otras propiedades inmobiliarias se sitúa en el 21,7 %. A finales de 2017 un 53,2 % de los hogares tenían algún tipo de deuda y el importe mediano pendiente de pago era de 35.000 euros.

Mientras que en 2011 el 20% de las familias más ricas poseía 15 veces más que el 20% más pobre, en 2017 tenía 28 veces más. Desglosando los datos de 2017 en los niveles más elevados, el 1% de las familias top era propietaria del 20,7% de la riqueza, el 5% llegaba al 40,5% y el 10% concentraba el 53,6%, más de la mitad de la riqueza total de España.

Las estadísticas confirman que se va incrementando la desigualdad en la riqueza sobre todo a causa de la dificultad de las familias jóvenes y de las rentas bajas para ahorrar, acceder a la hipoteca y formar un patrimonio





























martes, 14 de enero de 2020

CRECE LA BANCA EN LA SOMBRA

La banca en la sombra hace referencia a las actividades de financiación que no forman parte del sistema bancario tradicional y, por tanto, no están sujetas a la regulación propia de los bancos.

La Comisión Europea, en su Libro Verde de 2012, reconoce que existe un ámbito creciente de actividad crediticia paralela a la bancaria con funciones importantes, tales como la generación de fuentes adicionales de financiación y la oferta de alternativas a los depósitos bancarios, pero advierte que esta modalidad de financiación puede llegar a suponer una amenaza potencial para la estabilidad financiera a largo plazo.

La banca en la sombra comenzó a expandirse en 2007, cuando pymes y emprendedores se encontraron con dificultades para lograr financiación bancaria. La modalidad alternativa de financiación a la ofertada por los bancos tradicionales incluye, además de los bancos de inversión, sociedades de valores, fondos de titulización de activos, sociedades de capital riesgo y sociedades de gestión de activos.

En el siguiente gráfico tenemos la evolución de los activos de la la banca en la sombra en la Eurozona en las últimas dos décadas:


El volumen de activos en manos de la banca en la sombra en la Eurozona, según Guindos, vicepresidente del BCE, se ha duplicado en la última década, hasta alcanzar los 42 billones de dólares en 2018. En España representan en torno al 6% del activo total de las instituciones financieras.

Los bancos en la sombra no pueden aceptar depósitos pero, al igual que los bancos tradicionales, se dedican a la transformación de plazos, endeudándose a corto plazo y prestando o invirtiendo a un plazo mayor, un tipo de operativa que tiene importantes riesgos, dado que no pueden recurrir a reservas de liquidez de los bancos centrales.

Cuando los prestamistas deciden que no es seguro prestarles dinero, el banco en la sombra no puede seguir financiando sus operaciones. Si no es capaz de vender activos para conseguir efectivo de modo inmediato, se hundirá rápidamente. Es lo que ocurrió con Lehman Brothers en septiembre de 2008, que conseguía préstamos con vencimiento a un día (“repos”) en el mercado de créditos, pero un día no pudo renovarlos porque los acreedores estimaron que la situación de la entidad, cargada de activos considerados tóxicos, no les ofrecía suficiente garantía.

Lehman Brothers, el detonante de la Gran Recesión, era una referencia en la banca de inversión, al igual que lo son Goldman Sachs y Morgan Stanley. La famosa “City” londinense es uno de los centros de la banca de inversión a nivel mundial, junto a Wall Street, de Nueva York, sedes que gestionan muchas de las grandes operaciones corporativas.

La banca de inversión realiza funciones de asesoría y diseño de operaciones complejas en la financiación empresarial. Participa en fusiones, adquisiciones y reestructuraciones de capitales, ofertas públicas de acciones y operaciones similares. Trabajan tanto con empresas como con Gobiernos en la obtención de financiación para grandes proyectos de inversión, así como en la reestructuración de deudas.

El Banco Central Europeo (BCE) advierte en su informe de estabilidad financiera del riesgo que supone la intermediación financiera no bancaria, dado que las grandes entidades de fondos de inversión y de capital riesgo tratan de sortear los tipos de interés negativos de hoy día con inversiones de menor liquidez y más riesgo, en busca de rentabilidades más elevadas.




martes, 7 de enero de 2020

FLUCTUACIONES CÍCLICAS


Los ciclos económicos son las fluctuaciones recurrentes en la actividad económica que suceden durante un período determinado, divididos en cuatro fases: crisis, recesión (depresión), recuperación y ascenso (auge). En cada crisis (descenso) termina un ciclo típico del sistema económico capitalista y se inicia otro.

Las fluctuaciones de la demanda constituyen el detonante fundamental del ciclo económico. Hay diversos planteamientos sobre el origen de tales fluctuaciones. Mientras los keynesianos lo atribuyen a la inversión impulsada por los cambios en las expectativas empresariales, los monetaristas ponen el énfasis en las modificaciones de la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero

La teoría más reciente del ciclo económico, conocida como teoría de los ciclos económicos reales, señala que la causa principal de las fluctuaciones económicas es la productividad, y sus modificaciones se atribuyen al ritmo del cambio tecnológico, aunque se reconoce que influyen también algunas perturbaciones.

El ritmo de cambio tecnológico y de crecimiento de la productividad no es constante. Cuando la productividad se acelera impulsa una expansión del ciclo económico y el descenso conduce a una recesión. En ambos casos, tanto la demanda de inversión como la demanda de trabajo cambian.

A fin de evitar que se califiquen como recesiones las pequeñas alteraciones de la actividad económica, se ha consensuado que la recesión es un período en el que la producción total de la economía desciende durante al menos dos trimestres consecutivos.

La Asociación Española de Economía (AEE), que es la que confirma las fechas del ciclo económico español, señala que fechar adecuadamente los puntos de giro del ciclo exige un tiempo prudencial de espera y necesita la información estadística que llega posteriormente.

La macroeconomía moderna nació precisamente como respuesta a la Gran Depresión de 1929-1933. Los graves daños que causó estimularon a los economistas a investigar sobre la naturaleza de las crisis. El análisis de Keynes, publicado durante la Gran Depresión, planteaba utilizar las políticas monetaria y fiscal para mitigar los efectos de las recesiones. Las medidas no han tenido un éxito completo, pero no cabe duda que han ayudado a estabilizar más las economías

En el siguiente gráfico tenemos, en %, la evolución interanual del PIB español en las últimas dos décadas



Con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (1986) se inició en el país una etapa de crecimiento económico que duró dos décadas. La expansión sólo se interrumpió en 1992-1993, con una crisis corta causada en gran parte por el estallido de la burbuja inmobiliaria (obra pública en su mayoría), que se superó con un plan de estabilización y tres devaluaciones de la moneda (peseta) en nueve meses para ganar competitividad en los mercados internacionales.

Como vemos en el gráfico,la economía española entró en crisis hacia el segundo trimestre de 2008, mostró signos de recuperación en 2010 y, con el estallido de la deuda soberana europea, volvió a caer en recesión a finales del mismo año, para finalizar esta segunda recesión en el segundo trimestre de 2013. Tras dos años de incremento del PIB por encima del 3% anual, en 2017 se ralentizó el avance y en 2019 el crecimiento ha finalizado en el 1,9%