Más allá de la determinación de la producción a corto y medio plazo, períodos en los que dominan las fluctuaciones económicas, el largo plazo es el espacio temporal en el que se dan el crecimiento y el desarrollo económico.
Mientras el crecimiento significa el aumento de la producción de un país a través del tiempo, el desarrollo estudia el crecimiento de un sistema económico a largo plazo, analizando las trasformaciones en la estructura productiva y tecnológica, así como las relaciones sociales y políticas que determinan la distribución del producto obtenido. El crecimiento también afecta al desarrollo, puesto que provoca transformaciones en el sistema.
En el desarrollo económico suelen destacar dos elementos. En primer lugar, como base del crecimiento, el trasvase de trabajadores entre sectores productivos. Tal ha sido el caso de la industrialización, que ha llevado a miles de trabajadores agrícolas a la industria y a los servicios, provocando un incremento de la productividad conjunta por el diferencial en eficiencia y valor añadido entre los sectores secundario y terciario respecto al primario.
Un segundo elemento es la diversificación de la estructura productiva, con el incremento de la cantidad y variedad de los productos fabricados, pasando de elementos sencillos a productos avanzados, con más conocimiento, que se demanden en mayor proporción que el incremento de la renta en el país. Este fenómenos se conoce con el nombre de complejidad de país y de producto.
El Indice de Complejidad Económica (2013-2017) una variable que estudia el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), mide la intensidad de conocimiento de una economía tomando en cuenta la de los productos que exporta. Tras la pérdida de 5 posiciones en los últimos años, España ocupa el puesto 28, en un ranking en cuyos primeros puestos se sitúan Japón, Suiza y Alemania.
La transformación de economías agrarias en economías industriales se inició en el siglo XIX en los países actualmente desarrollados, que alcanzaron rentas altas en la segunda mitad del siglo XX, tras un proceso lento de más de un siglo. En cambio, algunas economías, como Singapur y Hong Kong, han pasado de rentas bajas a rentas altas en menos de medio siglo.
En el caso de España, las manufacturas y los servicios avanzados tienen pequeña dimensión, no ocupan a muchos trabajadores, y la complejidad reducida provoca la brecha en renta con los países europeos del norte, desfase que se está intentando cerrar desde 1986, año en el que ingresó el país en la Comunidad Económica Europea.
Hoy día, la industria esta generando productos con ciclo de vida, desde su introducción en el mercado hasta su declive, cada vez más corto. Se estima que la complejidad de los productos se ha duplicado en los últimos 15 años y su ciclo de vida se ha reducido alrededor de un 25%.
Se estima que el nivel de renta generada por un país está relacionada directamente con las diferentes interacciones entre los participantes especializados en determinadas actividades. La complejidad económica está en función de las características y las capacidades con las que cuente el país y las actividades en que se especialice.
Para resaltar la importancia de la complejidad en los productos, tenemos el caso de Dinamarca, un país con una cesta de productos y servicios bastante más compleja que la española, que les permite pagar unos salarios que duplican a las retribuciones de los trabajadores españoles. Como insiste un experto en desarrollo económico, lo importante es priorizar aquellas actividades que favorezcan el incremento de la complejidad en la cesta de exportaciones.
Por lo tanto, empresas y sector público están llamados a trabajar conjuntamente en una política industrial moderna, que desarrolle un conjunto de acciones y estrategas en los sectores más dinámicos de la economía, a fin de impulsar el desarrollo económico.
Mientras el crecimiento significa el aumento de la producción de un país a través del tiempo, el desarrollo estudia el crecimiento de un sistema económico a largo plazo, analizando las trasformaciones en la estructura productiva y tecnológica, así como las relaciones sociales y políticas que determinan la distribución del producto obtenido. El crecimiento también afecta al desarrollo, puesto que provoca transformaciones en el sistema.
En el desarrollo económico suelen destacar dos elementos. En primer lugar, como base del crecimiento, el trasvase de trabajadores entre sectores productivos. Tal ha sido el caso de la industrialización, que ha llevado a miles de trabajadores agrícolas a la industria y a los servicios, provocando un incremento de la productividad conjunta por el diferencial en eficiencia y valor añadido entre los sectores secundario y terciario respecto al primario.
Un segundo elemento es la diversificación de la estructura productiva, con el incremento de la cantidad y variedad de los productos fabricados, pasando de elementos sencillos a productos avanzados, con más conocimiento, que se demanden en mayor proporción que el incremento de la renta en el país. Este fenómenos se conoce con el nombre de complejidad de país y de producto.
El Indice de Complejidad Económica (2013-2017) una variable que estudia el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), mide la intensidad de conocimiento de una economía tomando en cuenta la de los productos que exporta. Tras la pérdida de 5 posiciones en los últimos años, España ocupa el puesto 28, en un ranking en cuyos primeros puestos se sitúan Japón, Suiza y Alemania.
La transformación de economías agrarias en economías industriales se inició en el siglo XIX en los países actualmente desarrollados, que alcanzaron rentas altas en la segunda mitad del siglo XX, tras un proceso lento de más de un siglo. En cambio, algunas economías, como Singapur y Hong Kong, han pasado de rentas bajas a rentas altas en menos de medio siglo.
En el caso de España, las manufacturas y los servicios avanzados tienen pequeña dimensión, no ocupan a muchos trabajadores, y la complejidad reducida provoca la brecha en renta con los países europeos del norte, desfase que se está intentando cerrar desde 1986, año en el que ingresó el país en la Comunidad Económica Europea.
Hoy día, la industria esta generando productos con ciclo de vida, desde su introducción en el mercado hasta su declive, cada vez más corto. Se estima que la complejidad de los productos se ha duplicado en los últimos 15 años y su ciclo de vida se ha reducido alrededor de un 25%.
Se estima que el nivel de renta generada por un país está relacionada directamente con las diferentes interacciones entre los participantes especializados en determinadas actividades. La complejidad económica está en función de las características y las capacidades con las que cuente el país y las actividades en que se especialice.
Para resaltar la importancia de la complejidad en los productos, tenemos el caso de Dinamarca, un país con una cesta de productos y servicios bastante más compleja que la española, que les permite pagar unos salarios que duplican a las retribuciones de los trabajadores españoles. Como insiste un experto en desarrollo económico, lo importante es priorizar aquellas actividades que favorezcan el incremento de la complejidad en la cesta de exportaciones.
Por lo tanto, empresas y sector público están llamados a trabajar conjuntamente en una política industrial moderna, que desarrolle un conjunto de acciones y estrategas en los sectores más dinámicos de la economía, a fin de impulsar el desarrollo económico.