Según el último macrobarómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el desempleo es el principal problema que los españoles creen que tiene el país, seguido del comportamiento de los políticos y la corrupción. La preocupación por el paro llega al 61,8% de la población.
En España se utilizan dos indicadores para medir el nivel de desempleo: La Encuesta de Población Activa (EPA), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, y el Paro Registrado, calculado por la oficina del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE)
La EPA es una encuesta que se extiende a 65.000 familias (200.000 personas) por trimestre. Considera como paradas a las personas de 16 o más años que durante la semana de referencia no han trabajado, están disponibles para trabajar y buscan empleo activamente.
En cambio, el SEPE incluye como paradas únicamente a las personas inscritas como demandantes de empleo en sus oficinas. No tiene en cuenta a las que están estudiando y las que buscan el primer empleo.
En el segundo trimestre de este año, según la EPA, el total de paradas en España era de 3.230.600 personas, un 14,02% de la población activa, en tanto que el SEPE cuantificaba a fin de junio 3.015.686 registrados, un 6,6% menos que la EPA. Se considera que la información de la EPA recoge mejor el mapa del trabajo en España.
El crecimiento de una economía tiende a reducir la tasa de paro. La cuestión que se debate es hasta dónde puede descender. Parece que no es posible eliminarlo completamente, porque los datos históricos evidencian que los países no suelen bajar de la tasa del 2%.
En el mercado de trabajo se están creando y destruyendo empleos constantemente por diferentes razones. La principal de ellas es el cambio estructural de la economía. Las empresas se expanden y se contraen por las nuevas tecnologías y los cambios de gustos de los consumidores. También la mala gestión o, a veces, la mala suerte provocan la pérdida de puestos de trabajo.
Se puede decir que se producen de forma natural dos tipos de desempleo: el friccional y el estructural. El primero se da cuando un trabajador pierde su empleo o busca uno mejor y tarda un tiempo en encontrarlo. Cierta cantidad de desempleo friccional resulta inevitable por el continuo proceso de cambio económico.
El desempleo estructural aparece cuando hay más trabajadores buscando empleo en un mercado laboral concreto que puestos de trabajo disponibles. Puede suceder que haya más trabajadores con un determinado perfil que puestos de trabajo adecuados al mismo o que en un territorio concreto haya más trabajadores que puestos de trabajo.
Dado que es inevitable que exista cierto desempleo friccional y en las economías hay también un desempleo estructural, se puede decir que existe en cada país un cierto nivel de desempleo normal, que los economistas denominan “natural”, en torno al cual fluctúa la tasa observada o real de paro. Se considera que esta es la tasa que no acelera la inflación de precios.
Por tanto, la tasa “natural” de desempleo, que se corresponde con la producción potencial de una economía, surge de la suma de los efectos friccional y estructural. La diferencia entre la tasa real u observada y la tasa “natural” es el desempleo cíclico, que se da como consecuencia de los altibajos del ciclo económico. La OCDE estimaba para el período 2000-2010 una tasa media de paro “natural” del 6,92% en el conjunto de los países miembros. En el caso de España subía al 11,85%
Una tasa próxima a la citada es la tasa de desempleo que no acelera el crecimiento de los salarios (NAWRU-Non-accelerating wage rate of unemployment). En el siguiente gráfico (BBVA Research) tenemos la evolución de la tasa de desempleo real y la NAWRU en España en el período 1980-2019
Observamos que en 2019 la tasa de paro real (14,02%) y la NAWRU están cercanas, lo cual significa que hay escasa influencia del ciclo económico. En cambio, en el período 2000-2008, con la bonanza económica, el paro real fue menor que el correspondiente a la NAWRU y en los años de recesión, especialmente en el 2012, la coyuntura económica hizo que el desempleo real fuera mucho mayor que la tasa NAWRU.
A largo plazo, la tasa de desempleo natural o teórica varía con los cambios de las características de los trabajadores, el funcionamiento de las instituciones del mercado de trabajo y las políticas económicas aplicadas por los gobiernos.
La EPA es una encuesta que se extiende a 65.000 familias (200.000 personas) por trimestre. Considera como paradas a las personas de 16 o más años que durante la semana de referencia no han trabajado, están disponibles para trabajar y buscan empleo activamente.
En cambio, el SEPE incluye como paradas únicamente a las personas inscritas como demandantes de empleo en sus oficinas. No tiene en cuenta a las que están estudiando y las que buscan el primer empleo.
En el segundo trimestre de este año, según la EPA, el total de paradas en España era de 3.230.600 personas, un 14,02% de la población activa, en tanto que el SEPE cuantificaba a fin de junio 3.015.686 registrados, un 6,6% menos que la EPA. Se considera que la información de la EPA recoge mejor el mapa del trabajo en España.
El crecimiento de una economía tiende a reducir la tasa de paro. La cuestión que se debate es hasta dónde puede descender. Parece que no es posible eliminarlo completamente, porque los datos históricos evidencian que los países no suelen bajar de la tasa del 2%.
En el mercado de trabajo se están creando y destruyendo empleos constantemente por diferentes razones. La principal de ellas es el cambio estructural de la economía. Las empresas se expanden y se contraen por las nuevas tecnologías y los cambios de gustos de los consumidores. También la mala gestión o, a veces, la mala suerte provocan la pérdida de puestos de trabajo.
Se puede decir que se producen de forma natural dos tipos de desempleo: el friccional y el estructural. El primero se da cuando un trabajador pierde su empleo o busca uno mejor y tarda un tiempo en encontrarlo. Cierta cantidad de desempleo friccional resulta inevitable por el continuo proceso de cambio económico.
El desempleo estructural aparece cuando hay más trabajadores buscando empleo en un mercado laboral concreto que puestos de trabajo disponibles. Puede suceder que haya más trabajadores con un determinado perfil que puestos de trabajo adecuados al mismo o que en un territorio concreto haya más trabajadores que puestos de trabajo.
Dado que es inevitable que exista cierto desempleo friccional y en las economías hay también un desempleo estructural, se puede decir que existe en cada país un cierto nivel de desempleo normal, que los economistas denominan “natural”, en torno al cual fluctúa la tasa observada o real de paro. Se considera que esta es la tasa que no acelera la inflación de precios.
Por tanto, la tasa “natural” de desempleo, que se corresponde con la producción potencial de una economía, surge de la suma de los efectos friccional y estructural. La diferencia entre la tasa real u observada y la tasa “natural” es el desempleo cíclico, que se da como consecuencia de los altibajos del ciclo económico. La OCDE estimaba para el período 2000-2010 una tasa media de paro “natural” del 6,92% en el conjunto de los países miembros. En el caso de España subía al 11,85%
Una tasa próxima a la citada es la tasa de desempleo que no acelera el crecimiento de los salarios (NAWRU-Non-accelerating wage rate of unemployment). En el siguiente gráfico (BBVA Research) tenemos la evolución de la tasa de desempleo real y la NAWRU en España en el período 1980-2019
Observamos que en 2019 la tasa de paro real (14,02%) y la NAWRU están cercanas, lo cual significa que hay escasa influencia del ciclo económico. En cambio, en el período 2000-2008, con la bonanza económica, el paro real fue menor que el correspondiente a la NAWRU y en los años de recesión, especialmente en el 2012, la coyuntura económica hizo que el desempleo real fuera mucho mayor que la tasa NAWRU.
A largo plazo, la tasa de desempleo natural o teórica varía con los cambios de las características de los trabajadores, el funcionamiento de las instituciones del mercado de trabajo y las políticas económicas aplicadas por los gobiernos.
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