A partir de los valores legados por la Revolución Francesa, (libertad, igualdad y fraternidad-solidaridad), la economía trata de dar respuesta a las tres cuestiones básicas del sistema económico: qué producir (bienes y servicios), cómo producir (utilizando el mercado o el Estado) y para quién producir (distribución de la producción)
Con estos fundamentos, la política económica busca alcanzar el equilibrio global del país, una situación en la que la demanda agregada es igual a la oferta agregada, con un nivel de precios y un volumen de producción que atiendan las expectativas de todos los agentes económicos (hogares, empresas, sector público y sector exterior).
Si la oferta de bienes y servicios es mayor que la demanda, las empresas no venderán toda su producción. Tratarán de reducirla, eliminando empleos y disminuyendo la capacidad de producción potencial. Se reducirán los ingresos de los hogares, el Estado recaudará menos impuestos y caerá la demanda, que afectará a otros sectores, multiplicándose así los efectos negativos en la economía.
Cuando la expectativa de gasto o demanda agregada sea mayor que la oferta de las empresas, al no existir producción suficiente, habrá presión al aumento de precios, que incrementará la demanda de dinero, con la consecuencia probable de la subida del tipo de interés, afectando negativamente sobre todo a la inversión de las empresas. Un aumento de precios superior al de otros países reduce las exportaciones, lo cual significa una menor demanda que, junto con la reducción de las inversiones, impulsa en cadena el proceso de empeoramiento.
Observamos en el sencillo gráfico las líneas de oferta agregada (OA) y demanda agregada (DA), que se encuentran al nivel de precios Pe y PIB real Qe. Cualquier variación de los componentes tanto de la oferta como de la demanda, distintos del nivel de precios (por ejemplo, una mejora tecnológica), desplaza las líneas y provoca un nuevo punto de equilibrio.
Pero resulta difícil conocer con precisión la dimensión de la oferta agregada, dado que las producciones de las empresas son muy distintas entre si, por lo que no pueden sumarse sin mayor elaboración. Además, no dependen únicamente de los precios, sino que intervienen otros factores importantes, tales como la tecnología y los costes.
Algo parecido sucede con la demanda agregada, que depende básicamente de la renta disponible y el nivel de precios, pero es afectada por otros factores, tales como la preferencia al consumo de los hogares, las expectativas de rentabilidad de las inversiones empresariales y la situación económica de los países a los que se dirigen nuestras exportaciones.
Por lo tanto, resulta difícil que exista una única respuesta ante las situaciones de desequilibrio. Además de las limitaciones en el conocimiento de la realidad social, influyen las hipótesis de partida de los modelos utilizados en el análisis, confeccionados con determinadas preferencias, valores o intereses, que generan diferentes efectos sobre los grupos sociales.
Bajo la guía del liberalismo, primará la libertad y el mercado, en tanto que con la orientación del socialismo se dará mayor énfasis a la igualdad y la actuación pública. Con el pensamiento socialdemocracia, se buscará el equilibrio entre la libertad y la solidaridad, tratando de aprovechar la eficiencia del mercado, pero intentando que el Estado corrija los fallos del mercado.
En consecuencia, para resolver situaciones de desequilibrio, entre las fórmulas técnicas posibles, acaban imponiéndose las medidas de política económica en sintonía con las ideologías e intereses de los partidos políticos, mediatizadas por los grupos de poder económico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario