martes, 28 de agosto de 2018

LA BRECHA EXTERIOR

En las crisis de la economía española, el déficit exterior suele ser un indicador relevante del intenso desajuste de la estructura productiva. Así ocurrió en los años de la burbuja inmobiliaria (2002-2007), cuando el país fue acumulando un creciente déficit en sus relaciones comerciales con el exterior, que llegó a registrar en la cuenta corriente de la balanza de pagos un saldo histórico del -9,6% del PIB en el año 2007, lo cual significa que se necesitó recurrir a una financiación externa superior a 100.000 millones de euros para atender a los gastos internos de consumo e inversión.

En el siguiente cuadro tenemos la evolución de la balanza por cuenta corriente en la última década, subdividida en sub-balanzas:



La brecha exterior de la burbuja inmobiliaria fue reduciéndose, hasta que en la segunda mitad de 2012 España dejó de depender del crédito exterior por primera vez en muchos años y fue acumulando excedentes frente al resto del mundo. En el año 2017, como se recoge en el cuadro anterior, alcanzó un saldo positivo por cuenta corriente cercano a 20.000 millones de euros, en torno al 1,8% del PIB.

Un primer determinante de este cambio en la relación económica con el exterior fue el notable incremento de las exportaciones en plena crisis. En el período de 2008 a 2017, las ventas se elevaron a una tasa media del 7,1% anual. Este comportamiento dio lugar a la ampliación de la apertura comercial (exportaciones/PIB), pasando del 17,6% en 2007 al 24% en 2014.

El aumento de las ventas se concentró en los bienes intermedios (productos semielaborados para fabricar bienes de equipo, ensamblar automóviles y obtener productos químico-farmacéuticos) y alimentos (frutas, hortalizas, legumbres y productos cárnicos). Cabe mencionar como significativa también la exportación de automóviles.

Aunque la reducción de los costes laborables puede haber influido en este avance exportador, los estudios realizados apuntan más bien a otras razones. Se ha podido constatar que una parte considerable del comercio internacional viene discurriendo por factores ajenos a la competitividad-precio.

Las ventajas competitivas relevantes van ligadas a las condiciones de la producción y de la tecnología, a la comercialización y a la financiación, así como al entorno macroeconómico. Las estrategias son decididas en gran parte por las empresas multinacionales, participando habitualmente en el intercambio unidades del mismo grupo empresarial.

Las importaciones contribuyeron también a la reducción del déficit comercial exterior, dado que aumentaron con moderación, influidas por las variaciones de los precios en las compras energéticas (petróleo y gas). Cabe destacar también las adquisiticiones de bienes semielaborados (componentes de automoción, mecánicos, electrónicos y químicos), que se elaboran después, en muchos casos para exportarlos formando parte de cadenas de valor globales.

En la sub-balanza de servicios destaca la partida de turismo y viajes, que en España ha sido siempre el contrapeso al saldo negativo de los intercambios de bienes. Los ingresos turísticos han pasado de 40.000 millones de euros en 2011 a 60.000 millones en 2017, aprovechándose de las dificultades que atraviesan algunos competidores turísticos en el Mediterráneo.

Otros servicios distintos del turismo también están logrando superavit en sus relaciones con el exterior, tales como seguros, transporte, telecomunicaciones-informática, consultoría y construcción, consecuencia del proceso de internacionalización de las grandes empresas españolas.

En cuanto a las rentas primarias, la partida más importante es el intercambio de rentas de inversión. Desde 2012 se produjo un fuerte descenso de los intereses devengados por los préstamos recibidos desde el exterior, aunque siguieron aumentando las salidas por beneficios y dividendos. Se incluyen los fondos del FEAGA (Fondo Europeo Agrícola de Garantía) de origen comunitario, por precios agrícolas garantizados, y los pagos de la aportación española al presupuesto comunitario.

Las rentas secundarias, que dan saldos negativo, se refieren a la salida de remesas de emigrantes y los flujos con la Unión Europea, que contabilizan las aportaciones de España sobre las cuotas de IVA y del PIB. En los ingresos, destacan los procedentes del Fondo Social Europeo.

En definitiva, el cierre de la brecha exterior fue consecuencia del aumento de las exportaciones, con cierta contención en las importaciones, facilitada por el comportamiento favorable en los precios de los productos energéticos. Aumentaron los ingresos por turismo y los servicios profesionales de las empresas en el exterior, disminuyeron las rentas primarias por los menores intereses a pagar de los préstamos y descendió el déficit de las rentas secundarias, en especial por la caída en los envíos de fondos de los inmigrantes a sus países de origen.

martes, 21 de agosto de 2018

RESTRICCIONES DE LA COMPETENCIA

La Comisión Europea anunció recientemente una multa de más de 4.300 millones de euros (4,5% de la facturación de 2017) al gigante de Internet Google por abuso de posición dominante a través de Android, su sistema operativo de dispositivos móviles, y la obligación de cesar su práctica monopolística en el plazo de 90 días.

Se le acusa de aprovechar la plataforma para extender al móvil su dominio en el mercado de los motores de búsqueda, imponiendo restricciones ilegales a los fabricantes y operadores de red móviles, que han impedido a los consumidores europeos beneficiarse de una oferta competitiva.

La competencia es una derivada lógica de la economía de mercado, en la que las empresas privadas concurren al mercado para ofrecer sus productos y servicios a los consumidores. Además de los precios, la capacidad competitiva de las empresas viene determinada por la calidad de los productos, la innovación y los servicios de atención al cliente.

Se dice que hay competencia perfecta cuando ninguna empresa tienen poder suficiente para fijar el precio del producto. En este caso será la interacción entre empresas oferentes y demandantes la que determinará el precio. Es un mercado con muchos compradores y vendedores, de tal modo que ninguno de los dos grupos ejerce una influencia decisiva en el precio del producto, que ha de ser un bien o servicio homogéneo.

Existen mercados donde las empresas no se atienen al precio que puede surgir en el mercado, sino que tienen capacidad para amoldarlo a su conveniencia. Se dice que son mercados de competencia imperfecta. Así, cuando el número de vendedores es reducido y deciden no competir para mantener altos los precios (colusión), nos encontramos ante un mercado de tipo oligopolístico. Y cuando hay un único oferente del producto y éste fija su precio estamos en un mercado monopolístico.



En el esquema gráfico observamos los diferentes niveles de monopolio y oligopolio. Cuando es la demanda la que está concentrada en una empresa o en unas pocas, se dice que existen situaciones de monopsonio u oligopsonio,

Una modalidad mixta es la que se denomina “competencia monopolística”, donde ofertan en el mercado múltiples empresas, pero con productos diferenciados y en segmentos distintos, bien definidos, como es el caso del mercado de automóviles.

Los mercados de competencia imperfecta se caracterizan también por la existencia de barreras que impiden o dificultan la entrada de nuevas empresas. La información suele ser asimétrica, porque el vendedor posee mucha más información sobre el producto que el comprador.

Ya lo advirtió hace dos siglos y medio el escocés Adam Smith, considerado como el padre de la economía moderna: "Rara vez se verán juntarse los de la misma profesión u oficio, aunque sea con motivo de diversión o de otro accidente extraordinario, que no concluyan sus juntas y sus conversaciones en alguna combinación o concierto contra el beneficio común, conviniéndose en levantar los precios de sus artefactos o mercaderías".

Ante el hecho de que la competencia es imperfecta en los mercados reales, las normas antimonopolio vigentes en la Unión Europea tratan de garantizar a las empresas condiciones leales y equitativas, sin que afecten a la innovación y al desarrollo empresarial.

Las normas establecen que las empresas no pueden fijar precios o repartirse los mercados entre ellas, ni abusar de su posición dominante para expulsar a sus competidores o fusionarse, cuando ello suponga adquirir una posición de control del mercado.

Las grandes empresas tienen prohibido aprovechar su poder de negociación para imponer condiciones que dificulten a sus proveedores o clientes negociar con sus competidores, dado que tienden a incrementar los precios y quita posibilidades de elección a los consumidores.

La Comisión Europea vigila también que no se otorguen subsidios inmerecidos, dado que las ayudas que conceden a las empresas los Gobiernos pueden favorecer intereses particulares en detrimento de los que compiten por sus propios méritos.

Las facultades de la Comisión para investigar y poner fin a las infracciones de las normas de competencia de la Unión Europea están sujetas, en último término, al control jurisdiccional de los tribunales europeos, a los que elevan a menudo sus reclamaciones las entidades afectadas.




















martes, 14 de agosto de 2018

CONDICIONANTES DE LA ECONOMÍA

La política económica de un país está siempre mediatizada por los valores y la ideología de los decisores, que utilizan la economía como una herramienta útil para orientase hacia sus objetivos.

A partir de los valores legados por la Revolución Francesa, (libertad, igualdad y fraternidad-solidaridad), la economía trata de dar respuesta a las tres cuestiones básicas del sistema económico: qué producir (bienes y servicios), cómo producir (utilizando el mercado o el Estado) y para quién producir (distribución de la producción)

Con estos fundamentos, la política económica busca alcanzar el equilibrio global del país, una situación en la que la demanda agregada es igual a la oferta agregada, con un nivel de precios y un volumen de producción que atiendan las expectativas de todos los agentes económicos (hogares, empresas, sector público y sector exterior).

Si la oferta de bienes y servicios es mayor que la demanda, las empresas no venderán toda su producción. Tratarán de reducirla, eliminando empleos y disminuyendo la capacidad de producción potencial. Se reducirán los ingresos de los hogares, el Estado recaudará menos impuestos y caerá la demanda, que afectará a otros sectores, multiplicándose así los efectos negativos en la economía.

Cuando la expectativa de gasto o demanda agregada sea mayor que la oferta de las empresas, al no existir producción suficiente, habrá presión al aumento de precios, que incrementará la demanda de dinero, con la consecuencia probable de la subida del tipo de interés, afectando negativamente sobre todo a la inversión de las empresas. Un aumento de precios superior al de otros países reduce las exportaciones, lo cual significa una menor demanda que, junto con la reducción de las inversiones, impulsa en cadena el proceso de empeoramiento.


Observamos en el sencillo gráfico las líneas de oferta agregada (OA) y demanda agregada (DA), que se encuentran al nivel de precios Pe y PIB real Qe. Cualquier variación de los componentes tanto de la oferta como de la demanda, distintos del nivel de precios (por ejemplo, una mejora tecnológica), desplaza las líneas y provoca un nuevo punto de equilibrio.

Pero resulta difícil conocer con precisión la dimensión de la oferta agregada, dado que las producciones de las empresas son muy distintas entre si, por lo que no pueden sumarse sin mayor elaboración. Además, no dependen únicamente de los precios, sino que intervienen otros factores importantes, tales como la tecnología y los costes.

Algo parecido sucede con la demanda agregada, que depende básicamente de la renta disponible y el nivel de precios, pero es afectada por otros factores, tales como la preferencia al consumo de los hogares, las expectativas de rentabilidad de las inversiones empresariales y la situación económica de los países a los que se dirigen nuestras exportaciones.

Por lo tanto, resulta difícil que exista una única respuesta ante las situaciones de desequilibrio. Además de las limitaciones en el conocimiento de la realidad social, influyen las hipótesis de partida de los modelos utilizados en el análisis, confeccionados con determinadas preferencias, valores o intereses, que generan diferentes efectos sobre los grupos sociales.

Bajo la guía del liberalismo, primará la libertad y el mercado, en tanto que con la orientación del socialismo se dará mayor énfasis a la igualdad y la actuación pública. Con el pensamiento socialdemocracia, se buscará el equilibrio entre la libertad y la solidaridad, tratando de aprovechar la eficiencia del mercado, pero intentando que el Estado corrija los fallos del mercado.

En consecuencia, para resolver situaciones de desequilibrio, entre las fórmulas técnicas posibles, acaban imponiéndose las medidas de política económica en sintonía con las ideologías e intereses de los partidos políticos, mediatizadas por los grupos de poder económico.