Se dice que una persona o una empresa se guía por la ilusión monetaria cuando toma en consideración una variable nominal dejando a un lado la variable real correspondiente. Supone, por ejemplo, afirmar que mejora el bienestar de una familia cuando suben sus ingresos el 2%, sin tener en cuenta que los precios de los productos y servicios que se van a adquirir se incrementan un 3%. La realidad es que se acaba con un empobrecimiento real del 1%.
La ilusión monetaria está relacionada con la inflación, que se define como un aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios de un país. Con la inflación, el dinero pierde valor o capacidad adquisitiva.
Podemos observar en el siguiente gráfico el Índice de Precios al Consumo general (IPC) español, que ascendió durante el año pasado un 1,1% (anual dic-dic.) y un incremento medio del año de 1,97%. La inflación subyacente, que no tiene en cuenta los productos energéticos ni los alimentos sin elaborar, fue del 0,8% (dic-dic) y el aumento medio del año de 1,06%.
Cientos de miles de pensionistas españoles se han manifestado en las calles, demostrando que no quieren caer en el engaño de la ilusión monetaria, y protestan por el aumento del 0,25% en las pensiones, exigiendo actualizarlas con el IPC, índice cuyo último dato (marzo de 2018) señalaba un aumento interanual del 1,2%.
La ilusión monetaria es una expresión que popularizó el gran economista inglés J.M.Keynes. Cuando una persona cree que el valor nominal de sus ingresos es mayor que el valor real, piensa que ha mejorado su renta y tiende a aumentar el consumo. Al final, al encontrarse con precios superiores, no podrá cumplir su deseo y tendrá que renunciar a la compra o aplazar el pago.
En los períodos con inflación, la sociedad tiene la sensación de que va mejorando la situación económica, puesto que aumentan los ingresos nominales. Esta sensación suele ser en parte ilusoria, fruto de una error de estimación, al no tener en cuenta la evolución ascendente de los pecios.
El reconocimiento de la ilusión monetaria tiene una larga tradición. Las transacciones económicas se representan habitualmente en términos nominales, en lugar de utilizar datos reales, sin dar importancia a la disparidad entre ambos.
En los períodos con alta inflación es cuando los agentes económicos son más consciente de la disparidad entre valores reales y nominales, aunque los investigadores han demostrado que existen residuos de ilusión monetaria aún en ambientes de baja inflación.
Al final, en la evaluación de las transacciones se mezclan valoraciones nominales y reales, pero generalmente con predominio del ingrediente nominal.
La ilusión monetaria está relacionada con la inflación, que se define como un aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios de un país. Con la inflación, el dinero pierde valor o capacidad adquisitiva.
Podemos observar en el siguiente gráfico el Índice de Precios al Consumo general (IPC) español, que ascendió durante el año pasado un 1,1% (anual dic-dic.) y un incremento medio del año de 1,97%. La inflación subyacente, que no tiene en cuenta los productos energéticos ni los alimentos sin elaborar, fue del 0,8% (dic-dic) y el aumento medio del año de 1,06%.
Cientos de miles de pensionistas españoles se han manifestado en las calles, demostrando que no quieren caer en el engaño de la ilusión monetaria, y protestan por el aumento del 0,25% en las pensiones, exigiendo actualizarlas con el IPC, índice cuyo último dato (marzo de 2018) señalaba un aumento interanual del 1,2%.
La ilusión monetaria es una expresión que popularizó el gran economista inglés J.M.Keynes. Cuando una persona cree que el valor nominal de sus ingresos es mayor que el valor real, piensa que ha mejorado su renta y tiende a aumentar el consumo. Al final, al encontrarse con precios superiores, no podrá cumplir su deseo y tendrá que renunciar a la compra o aplazar el pago.
En los períodos con inflación, la sociedad tiene la sensación de que va mejorando la situación económica, puesto que aumentan los ingresos nominales. Esta sensación suele ser en parte ilusoria, fruto de una error de estimación, al no tener en cuenta la evolución ascendente de los pecios.
El reconocimiento de la ilusión monetaria tiene una larga tradición. Las transacciones económicas se representan habitualmente en términos nominales, en lugar de utilizar datos reales, sin dar importancia a la disparidad entre ambos.
En los períodos con alta inflación es cuando los agentes económicos son más consciente de la disparidad entre valores reales y nominales, aunque los investigadores han demostrado que existen residuos de ilusión monetaria aún en ambientes de baja inflación.
Al final, en la evaluación de las transacciones se mezclan valoraciones nominales y reales, pero generalmente con predominio del ingrediente nominal.