martes, 27 de marzo de 2018

EFECTO DE LOS ARANCELES

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apelando a la “seguridad nacional”, ha decidido imponer una tarifa del 25% al acero y otra del 10% al aluminio procedentes del exterior. Los países afectados ya han anunciado, como réplica, la imposición de tasas de importación a los productos norteamericanos.


El informe del Departamento de Comercio justificaba los aranceles en los excedentes actuales de los sectores del acero y del aluminio, un problema que se pretende resolver con una medida unilateral que va a afectar a casi todos los países que exportan a EE.UU.

El arancel es un impuesto aplicado cuando se importa un producto. Puede ser fijo, con una cantidad por unidad de producto del bien importado, o un porcentaje del valor de los bienes importados, que es el actual caso del acero y el aluminio. Los dos tipos de aranceles provocan un aumento del coste de situar los bienes en el país.

Los aranceles, que constituyen la forma más antigua de política comercial, han sido la fuente de ingreso más importante para los Estados hasta la introducción del impuesto sobre la renta, al tiempo que han proporcionado protección a determinados sectores productivos, especialmente a nuevos sectores industriales.

La importancia de los aranceles ha ido disminuyendo, porque los Estados prefieren utilizar otras barreras proteccionistas, tales como la cuotas de importación, que limitan las cantidades importadas, y otros tipos de restricciones no arancelarias (normativas técnicas)

El incremento de precio en el país importador suele ser menor que la cuantía del arancel, debido a que, al provocar una caída de la demanda, tiende a reducirse el precio extranjero de los productos importados. En consecuencia, no se traslada a los consumidores todo el arancel. En cualquier caso, resulta una carga para los consumidores.

Sin embargo, en un país pequeño el arancel no puede reducir el precio exterior del bien que importa, debido a que su cuota de mercado mundial es insignificante. En este caso, acaba aumentando el precio del bien importado en su totalidad.

En el siguiente gráfico se recogen las cifras de los principales exportadores a EE.UU. Parece que no se va a aplicar el arancel a Canadá y Mexico, al estar implicados en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.



El principal objetivo de los aranceles suele ser proteger de la competencia a los productores del país, al provocar un incremento del precio de los productos que vienen de fuera. Si el arancel es un impuesto sobre el valor de las importaciones, el mismo porcentaje arancelario mide el nivel de protección al productor nacional. El riesgo de una excesiva protección es que puede llevar a las empresas a producir en condiciones no eficientes.

Dada la complejidad de las relaciones entre las empresas en la actualidad, no resulta nada fácil proteger a un sector sin que, al mismo tiempo, se perjudique a otros. Los procesos productivos son complejos y cualquier producto puede ser bien final para unos sectores y materia prima para otros. La cadena de valor que compone cada parte del producto se elabora donde resulta más eficiente.

James Galbraith, profesor de economía en la Universidad de Texas, afirma que, desde el punto de vista comercial, la visión de Trump es mercantilista y responde a un pensamiento económico de hace doscientos años, que consiste en favorecer las exportaciones y proteger las fronteras para limitar las importaciones. Ahora se trata de conseguir que el trabajo se quede en el territorio, evitando que la riqueza abandone el país.

Pero incentivar a que las empresas decidan invertir en EE.UU, aprovechándose de las medidas proteccionistas, supone que el Presidente llegue a convencerlas de que los nuevas tasas aduaneras van a perdurar, lo cual resulta muy difícil. Los cambios del viento político puede hacer que los aranceles sean reducidos o incluso suprimidos. Y, si llega esa situación, las empresas pueden encontrarse con serias dificultades para competir.



























martes, 20 de marzo de 2018

INVERSIÓN EN EDUCACIÓN

El Banco Mundial, una organización especializada en finanzas y asistencia técnica para los países en desarrollo, ha dedicado su “Informe sobre el desarrollo mundial 2018” a la educación. El presidente señala que la educación y el aprendizaje elevan las aspiraciones, generan valores y, principalmente, enriquecen la vida de las personas.


El Informe sostiene que, sin aprendizaje, el sistema educativo no puede ser determinante para sacar de la pobreza extrema a la gente y promover la prosperidad. Se está observando que, tras asistir a la escuela durante años, muchos estudiantes de los países en vías de desarrollo no llegan a poder leer y realizar las operaciones de cálculo básicas. Hay riesgo de que la crisis de aprendizaje amplíe las brechas sociales en lugar de impulsar la convergencia.

Se insiste en que ofrecer educación no es suficiente. La labor escolar tiene que generar rendimiento en forma de aprendizaje, asimilando conocimientos y adquiriendo habilidades. Hay evidencias suficientes para afirmar que en muchos países y comunidades no se logra llegar al aprendizaje. Y “escolarizar sin aprendizaje es una lamentable pérdida de recursos y de potencial humano, condenando a los jóvenes a vivir en la pobreza extrema”

Para resolver la crisis de aprendizaje, el Informe recomienda realizar evaluaciones más eficaces de la situación, utilizando la evidencia sobre lo que funciona y lo que no funciona, a fin de orientar la toma de decisiones, y movilizar al entorno social para lograr avances en el sistema educativo.

Hay que tener en cuenta que los cambios tecnológicos acelerados están abriendo una importante brecha entre los países, con lo que, para competir en la economía del futuro, serán imprescindibles habilidades y herramientas, además de una actitud de aprendizaje permanente.

En las sociedades con más nivel de desarrollo económico prevalece el criterio de considerar la educación como una inversión que aumenta la productividad del trabajo, mejora el perfil profesional y da acceso a mayor salario.

En el siguiente cuadro, que tomamos de la “Encuesta de Condiciones de Vida”, del Instituto Nacional de Estadística” español, se indica la distribución de los ingresos según el nivel de formación alcanzado


Observamos en la parte inferior del cuadro que el porcentaje de personas que acceden al quintil más alto de renta (80-100%) se va casi duplicando con el aumento de nivel educativo. Así, de los que lograron solo la educación secundaria primera etapa llegan un 10,2%; en los que terminaron la educación secundaria segunda etapa se duplica el porcentaje anterior (20,6%) y lo titulados superiores doblan de nuevo al nivel anterior, alcanzando el 41,5%

Al considerar la educación como una inversión, las personas optan por gastar en educación o renunciar a ingresos hoy por el trabajo que pueden realizar, a fin de lograr mayor renta en el futuro. Los mayores ingresos provendrán de la adquisición de los conocimientos y habilidades que le aporta un mayor nivel educativo.

Se constata que los países más avanzados son aquellos que más invierten en educación, logran mejorar su calidad, incrementando la productividad de los trabajadores, que es uno de los pilares del desarrollo económico.
















martes, 13 de marzo de 2018

CONTRIBUCIÓN AL BIEN COMÚN


Aunque el avance del concepto de Responsabilidad Social Corporativa está impulsando a las empresas a dar cuenta de las acciones que realicen en favor del conjunto de la sociedad, los estados contables habituales no incluyen muchos aspectos que afectan al bienestar de las personas.

Tratando de captar los valores sociales generados por las empresas, en el año 2010 nació la denominada “Economía del Bien Común”(EBC), un proyecto promovido por el economista austríaco Christian Felber, como economía sostenible, alternativa al capitalismo de mercado y a la economía planificada.

Como nuevo sistema económico, basado en los valores humanos universales, el modelo propuesto hace constar que se apoya en “la cooperación y no en la competencia, en el bien común y no en el afán de lucro, tratando de servir de palanca de cambio a nivel económico y social”.

Para medir la evolución de las empresas hacia estos objetivos ha creado el Balance del Bien Común, con indicadores diferente al balance financiero. Es una herramienta que permite medir y visibilizar el efecto que produce sobre los grupos de personas a quienes pueden afectar las actividades de una empresa: empleados, inversores, proveedores, clientes, asociaciones del entorno y medio ambiente.

Se ha establecido también una “matriz del bien común”, situando en el eje horizontal los cinco valores fundamentales y en el vertical los diferentes grupos de afectados, tal como se recoge en el siguiente esquema:


El propósito es conseguir una puntuación (distribuida según indica el cuadro) entre 0 (máximo incumplimiento) y 1.000 (máximo cumplimiento), con el fin de que permita a los consumidores y a las administraciones públicas distinguir entre las empresas cumplidoras e incumplidoras. La puntuación también sirve para que las empresas puedan tener ventajas legales, tales como una posible reducción del IVA, préstamos bancarios más baratos o ayudas oficiales.

Como instrumento de responsabilidad social, al defender la contribución al Bien Común frente al afán de lucro como medida del éxito económico, la matriz permite realizar un balance ético, ecológico y democrático de las empresas. Felber propone que no sólo mida los resultados económicos, sino también si la empresa crea o destruye empleo, la calidad de los puestos de trabajo, los criterios de reparto de beneficios, el trato igualitario entre hombres y mujeres y el cuidado del medio ambiente.

Muchos objetivos tienen un carácter abstracto y resultan difíciles de medir, pero podrían utilizarse indicadores del estilo de los habituales en la Responsabilidad Social Corporativa que vienen publicando las empresas

En septiembre de 2015, el Comité Económico y Social Europeo manifestó que la Economía del Bien Común es un modelo adecuado para la creación de un mercado ético europeo y, en el año 2017, la Comisión Europea lo estableció como modelo alternativo, encargando a un grupo de trabajo la coordinación de los diferentes movimientos con voluntad transformadora del sistema económico, entre los que se encuentra la economía social y solidaria.

martes, 6 de marzo de 2018

INCIDENCIA DE LA DEMOGRAFÍA


Nuestro planeta ha pasado en los últimos dos milenios de 170 millones de habitantes a 7.600 millones. Según las previsiones de la ONU, la población mundial puede alcanzar los 11.000 millones en el año 2100. La India será el país más poblado del mundo, con unos 1.500 millones de habitantes en 2030, superando a China.

Europa se convertirá en el continente más envejecido, con un cuarto de su población mayor de 60 años. Las proyecciones realizadas, teniendo en cuenta la tasa de fecundidad, indican que nuestro continente será la única región del mundo que perderá habitantes en lo que queda de siglo.

Los expertos reconocen que la demografía está teniendo un papel ralentizador en la demanda agregada mundial, un efecto que quizás no ha sobresalido en la última década por el impacto compensador de otras situaciones de tipo excepcional, tales como la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio y las burbujas inmobiliarias, que han actuado como impulsores de la demanda.

Al aumento de población siempre se ha dado mucha importancia en el crecimiento económico, puesto que supone la producción de mayor cantidad de bienes y servicios para abastecer sus necesidades. Dado que en los últimos años se observa una rápida desaceleración en la tasa de incremento poblacional, que puede resultar deseable por razones medioambientales, es de esperar que acabe afectando a la demanda.



Como observamos en el gráfico, el crecimiento más elevado de la población mundial se produjo en torno a los año 1970. La población ha continuado creciendo, pero a una tasa menor

Un aspecto reseñable en la evolución demográfica es el envejecimiento de la población mundial, provocado por la menor fertilidad y la mayor longevidad, fenómeno que tiende a impulsar el ahorro en la renta disponible a costa del consumo. La estructura poblacional se estrecha en la parte baja de la pirámide y se amplían las franjas superiores.

El incremento en los niveles de población que están ya pensando en la jubilación, con necesidad de complementar los sistemas públicos de pensiones, por el temor a los débiles sistemas de reparto de los países, puede dar lugar al aumento del ahorro, tratando de asegurar una vida digna en la vejez.

La mejora económica y el aumento de la esperanza de vida en los países en desarrollo, sobre todo en la incipiente clase media, animan al colectivo a pensar en el largo plazo, forzando al aumento de la propensión media al ahorro.


Tanto por el menor crecimiento de la población mundial como por la expansión de los colectivos con mayor propensión al ahorro, la demografía puede estar condicionando la demanda agregada, con impacto sobre la economía en un período largo de tiempo, manifestado en un crecimiento económico anual reducido.