martes, 14 de noviembre de 2017

DETERMINANTES DEL AHORRO


El sector productivo de un país necesita constantemente nuevos recursos ajenos para su funcionamiento, que espera conseguir en el mercado financiero, alimentado por lo ahorradores. Si las empresas no encuentran suficiente disponibilidad, tendrán que recurrir a créditos de otros países, lo cual implica flujos de divisas que pueden afectar a la estabilidad financiera.

Si la renta disponible de un país es baja, la capacidad de ahorro de las familias será escasa, y sin ahorro suficiente para financiar las inversiones, las posibilidades de un crecimiento sostenible son poco probables, y la consecuencia será que la población no mejore el nivel de ingresos.

Como señaló el economista J.M.Keynes, la parte de la renta disponible que se destina al consumo depende de la propensión al consumo de las familias y el resto queda como ahorro. El ahorro se relaciona con la renta disponible, aumentando cuando mayor es la renta. Como la propensión media al consumo es decreciente con la renta, aumenta su contrapartida, la propensión media al ahorro

Por lo tanto, un determinante fundamental del ahorro es la magnitud de los ingresos de las familias. Si los consumidores espera que sus ingresos futuros sean mayores, prevalecerá ahora el consumo, y el estimulo para el ahorro será reducido. En cambio, si piensan que van a disminuir, aumenta el incentivo actual para ahorrar.

Por otra parte, el aumento de la incertidumbre sobre el futuro alentará el ahorro y, en cambio, como la falta de previsión por la necesidades futuras suele llevar a gastar más en el momento actual, se reducirá el nivel de ahorro.

Con la expectativa de elevados aumentos de precios de los bienes en el futuro (inflación) se tiende a ahorrar menos que si se esperan unos precios estables o en descenso. Un elevado tipo de interés o la perspectiva de acumular cierto patrimonio incrementan la tendencia al ahorro.


Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, las familias españolas ahorraron el 6,5% de la renta disponible en el segundo trimestre de 2017, en términos anuales, el nivel más bajo en los últimos nueve años.

Observamos en el gráfico que el ahorro de lo hogares alcanzó el 13% anual móvil en el 2010, año con descenso de ingresos y elevada incertidumbre, y cae al 6,5% en el 2017, cuando la renta disponible aumenta un 2,6% y se recupera el PIB.

El ahorro había llegado a su punto más bajo en 2008, pero cuando afloró la crisis financiera, se disparó el llamado “ahorro por precaución” por la incertidumbre, el miedo a perder el trabajo y la necesidad de reducir las deudas.

No resulta extraña la caída del ahorro si tenemos en cuenta los mínimos tipos de interés actuales de los depósitos bancarios. Además, perdiendo poder adquisitivo por la inflación (1,7% interanual), las familias dan preferencia al consumo inmediato.

Un país en el que el 86,6% de los que perciben rentas ingresan menos de 30.000 euros al año (según el sindicato de técnicos de Hacienda “GESTHA), y el 41% de la población llega justo a fin de mes (encuesta del CIS), se entiende fácilmente la debilidad del ahorro familiar.

La reducción del ahorro no parece especialmente amenazante en estos momentos, dado que, con el comportamiento del conjunto de los Sectores Institucionales (Hogares, Sociedades no Financieras, Administraciones Públicas e Instituciones Financieras), la Balanza de Pagos de España tiene actualmente saldo positivo por cuenta corriente y se están pagando las deudas con el exterior.




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