martes, 20 de junio de 2017

LA FINANCIACIÓN EN EL EUROSISTEMA


Tras la formación del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC), que concentró a todos los bancos nacionales de la Unión Europea, tuviesen o no al euro como moneda, la Unión Monetaria supuso la unificación de la política monetaria en el Banco Central Europeo (BCE)

El SEBC es un elemento más bien formal y la autoridad monetaria efectiva se concentra en el Eurosistema, que engloba a los 19 bancos centrales de los países del euro, con el núcleo en el BCE, que tiene capacidad de decisión y amplio poder ejecutivo. Se puede decir que, en el funcionamiento práctico, el BCE (banco de bancos centrales) es lo mismo que el Eurosistema, nombre de su superestructura.

El SEBC y el Eurosistema seguirán coexistiendo mientras haya Estados miembros de la Unión Europea que no pertenezcan a la Eurozona, el área de la Unión Económica y Monetaria (UEM) que comparte un mismo mercado y una misma moneda, en la que se ejecuta la política monetaria única.

Por lo tanto, es el Eurosistema (BCE) el que se ocupa de la definición y ejecución de la política monetaria única y realiza las operaciones de cambio de divisas gestionando las reservas oficiales en moneda extranjera de los países de la Eurozona, emite los billetes de banco y cuida del funcionamiento del sistema de pagos.

En el Eurosistema, la política monetaria la decide única y exclusivamente el Consejo de Gobierno del BCE, en tanto que los bancos centrales de los países miembros ejecutan sus directrices, encargándose de suministrar o retirar liquidez del sistema.

El objetivo prioritario es la estabilidad de precios, que viene definida como una inflación en la Eurozona menor, pero cercana al 2% anual. La institución también se preocupa por la estabilidad y la integración financiera en Europa, siempre que no entre en contradicción con la estabilidad de precios.

Además de ejecutar la política monetaria habitual, en marzo de 2015 el BCE inició un programa especial de flexibilización cuantitativa consistente en la compra de activos por un importe de 80.000 millones de euros mensuales, que en abril de este año se ha reducido hasta 60.000 millones y que se va a prolongar hasta finales del 2017. No cabe duda de que las compras de deuda pública a España dentro del programa de expansión monetaria, junto al descenso de los tipos de interés, han contribuido a la bonanza económica del país.

Podemos observar la evolución de la financiación en la Eurozona a través del mecanismo denominado “Target2”, por el cual lo bancos privados de la Unión Monetaria cancelan las deudas con bancos privados de otros países.



Observamos en el gráfico los superavits (acreedores del Eurosistema) de Alemania, Finlandia y Holanda, y los déficits (deudores) de Italia, España Portugal, Irlanda y Grecia, con los flujos casi equidistantes respecto del equilibrio, por la política monetaria del BCE.

Las cuentas de Target2 son básicamente líneas de financiación del BCE con los distintos bancos centrales nacionales. Permiten cubrir la necesidad de liquidez de naciones con abultados déficits por cuenta corriente, o con salidas de capital extranjero del país.

Entre 2000 y 2008, hasta el comienzo de la crisis, los países con déficit de balanza de pagos se financiaban con entradas de capital privado, en su mayor parte créditos bancarios, con los que se fueron incrementando los porcentajes de deuda sobre el PIB de los países periféricos.

Desde el año 2008 fueron reduciéndose las entradas de recursos privados. Los extranjeros empezaron a reducir su inversiones en los países periféricos y en el 2010 los flujos llegaron a invertirse, con importantes salidas netas de capitales. Los extranjeros se estaban llevando su dinero a casa.

Vemos en el gráfico que Italia y España comenzaron a endeudarse aceleradamente con el BCE en 2009, a falta de otras fuentes de capitales. En marzo de 2017 habían acumulado un saldo deudor conjunto de 794.400 millones de euros, en tanto que Alemania, Finlandia y Holanda eran acreedoras por un total de 996.900 millones de euros. En consecuencia, los países acreedores se convierten prácticamente, a través del BCE, en financiadores (rescatadores de hecho) de los países que carecen de capacidad propia para liquidar las deudas.










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