martes, 27 de junio de 2017

DISTRIBUCIÓN DE LAS RENTAS


El Producto Interior Bruto (PIB) español llegó en el primer trimestre de 2017 a un valor interanual de 1,125 billones de euros, con un crecimiento del 3%, superando ligeramente el nivel alcanzado antes de la crisis.


Como observamos en el gráfico, el indicador tuvo una evolución más negativa en el período de crisis (2008-2013) que la media europea. Tras cinco años de recesión, cayó un 10% y ha sido a partir del 2014 cuando el país tiene un crecimiento económico superior a la media de los países asociados.

Sin embargo, pese al crecimiento y a la creación de empleo, los salarios se estancaron en el trimestre pasado y han perdido un 2,5% del PIB desde el 2012, situándose en 30.000 millones de euros por debajo del comienzo de la crisis. La explicación puede ser que, con una tasa de paro aún muy elevada, la amplia oferta de trabajo reduce la posibilidad de que mejoren los salarios. Han sido las pensiones las que han hecho que las rentas de las familias vuelvan al nivel del año 2008.


Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los resultados de la última Encuesta de Condiciones de Vida, realizada en la primavera de 2016, que ofrecen información sobre los ingresos medios de los hogares durante el año 2015, el ingreso medio anual neto por hogar se situó en 26.730 euros y el ingreso por persona alcanzó los 10.708 euros.

La distribución de la población según las rentas nos indica que el desempleo elevado y la precariedad laboral están influyendo en la estructura de los ingresos. Podemos apreciarlo en el reparto de los ingresos por grupos de edad.



Para calcular los quintiles de los ingresos se ordenan todas las personas según la cuantía de los ingresos por unidad de consumo y se dividen después en cinco grupos iguales, es decir, con el 20% de las personas en cada grupo. El primer quintil corresponde al 20% con menores ingresos; el segundo, al 20% siguiente, y así sucesivamente hasta llegar al quinto quintil correspondiente al 20% de las personas con mayores ingresos por unidad de consumo.

El concepto de “unidad de consumo”, según la metodología del INE, se refiere a una persona viviendo sola. Si el hogar esta formado por dos adultos constituye 1,5 unidades de consumo y por cada hijo 0,3 unidades más.

En la distribución de los ingresos del cuadro vemos que, en la primera columna (rentas menores al 20%) están situados en torno al 26% de los componentes de los grupos de edad de menos de 16 años y de 16 a 29 años, mientras que los de 30 a 44 y 45 a 64 bajan al 19%. En cambio, sólo están en este nivel reducido de ingresos un 10,5% de los mayores de 65 años

En la columna de las renta medias (quintil 40-60%), el grupo de mayores es el predominante, con el 25,3%, en tanto que los colectivos de las restantes edades oscilan entre el 18% y 20% de los componentes de cada grupo. Y en el quintil más elevado (80-100%) ocupan la mejor posición los de 45 a 64 años (24,2%), seguido de los de 30 a 45 años (20,5%). En el grupo de 16 a 29 años el porcentaje es del 16% y alcanza el 17% en los menores de 16 años y en los mayores de 65 años.

Los ingresos medios de los mayores de 65 años han aumentado últimamente, pero este incremento es más bien aparente y se conoce como “efecto composición”. Se debe a que los jubilados que fallecen percibían una media en torno a los 889 euros al mes, mientras que los nuevos pensionistas cobran 1.297 euros. Esta variando la composición del colectivo.

Durante la crisis 2009-2013 han sido muchas las familias que sólo han tenido a una pensión de jubilación como fuente de ingreso y, según datos de la Agencia Tributaria, en estos momentos, un 25% de los ingresos que entran en los hogares españoles proceden de las pensiones. Significa que va aumentando la dependencia familiar del sistema público de protección social.

martes, 20 de junio de 2017

LA FINANCIACIÓN EN EL EUROSISTEMA


Tras la formación del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC), que concentró a todos los bancos nacionales de la Unión Europea, tuviesen o no al euro como moneda, la Unión Monetaria supuso la unificación de la política monetaria en el Banco Central Europeo (BCE)

El SEBC es un elemento más bien formal y la autoridad monetaria efectiva se concentra en el Eurosistema, que engloba a los 19 bancos centrales de los países del euro, con el núcleo en el BCE, que tiene capacidad de decisión y amplio poder ejecutivo. Se puede decir que, en el funcionamiento práctico, el BCE (banco de bancos centrales) es lo mismo que el Eurosistema, nombre de su superestructura.

El SEBC y el Eurosistema seguirán coexistiendo mientras haya Estados miembros de la Unión Europea que no pertenezcan a la Eurozona, el área de la Unión Económica y Monetaria (UEM) que comparte un mismo mercado y una misma moneda, en la que se ejecuta la política monetaria única.

Por lo tanto, es el Eurosistema (BCE) el que se ocupa de la definición y ejecución de la política monetaria única y realiza las operaciones de cambio de divisas gestionando las reservas oficiales en moneda extranjera de los países de la Eurozona, emite los billetes de banco y cuida del funcionamiento del sistema de pagos.

En el Eurosistema, la política monetaria la decide única y exclusivamente el Consejo de Gobierno del BCE, en tanto que los bancos centrales de los países miembros ejecutan sus directrices, encargándose de suministrar o retirar liquidez del sistema.

El objetivo prioritario es la estabilidad de precios, que viene definida como una inflación en la Eurozona menor, pero cercana al 2% anual. La institución también se preocupa por la estabilidad y la integración financiera en Europa, siempre que no entre en contradicción con la estabilidad de precios.

Además de ejecutar la política monetaria habitual, en marzo de 2015 el BCE inició un programa especial de flexibilización cuantitativa consistente en la compra de activos por un importe de 80.000 millones de euros mensuales, que en abril de este año se ha reducido hasta 60.000 millones y que se va a prolongar hasta finales del 2017. No cabe duda de que las compras de deuda pública a España dentro del programa de expansión monetaria, junto al descenso de los tipos de interés, han contribuido a la bonanza económica del país.

Podemos observar la evolución de la financiación en la Eurozona a través del mecanismo denominado “Target2”, por el cual lo bancos privados de la Unión Monetaria cancelan las deudas con bancos privados de otros países.



Observamos en el gráfico los superavits (acreedores del Eurosistema) de Alemania, Finlandia y Holanda, y los déficits (deudores) de Italia, España Portugal, Irlanda y Grecia, con los flujos casi equidistantes respecto del equilibrio, por la política monetaria del BCE.

Las cuentas de Target2 son básicamente líneas de financiación del BCE con los distintos bancos centrales nacionales. Permiten cubrir la necesidad de liquidez de naciones con abultados déficits por cuenta corriente, o con salidas de capital extranjero del país.

Entre 2000 y 2008, hasta el comienzo de la crisis, los países con déficit de balanza de pagos se financiaban con entradas de capital privado, en su mayor parte créditos bancarios, con los que se fueron incrementando los porcentajes de deuda sobre el PIB de los países periféricos.

Desde el año 2008 fueron reduciéndose las entradas de recursos privados. Los extranjeros empezaron a reducir su inversiones en los países periféricos y en el 2010 los flujos llegaron a invertirse, con importantes salidas netas de capitales. Los extranjeros se estaban llevando su dinero a casa.

Vemos en el gráfico que Italia y España comenzaron a endeudarse aceleradamente con el BCE en 2009, a falta de otras fuentes de capitales. En marzo de 2017 habían acumulado un saldo deudor conjunto de 794.400 millones de euros, en tanto que Alemania, Finlandia y Holanda eran acreedoras por un total de 996.900 millones de euros. En consecuencia, los países acreedores se convierten prácticamente, a través del BCE, en financiadores (rescatadores de hecho) de los países que carecen de capacidad propia para liquidar las deudas.










martes, 13 de junio de 2017

REGULACIÓN BANCARIA


Los medios de comunicación resaltan en titulares que el Banco de Santander ha comprado el Banco Popular por un euro, tras determinarse su inviabilidad debido seguramente a la entrada tardía en el negocio de la construcción y al alto porcentaje de créditos fallidos. Ello supone el final del culebrón en torno al banco que llegó a ser considerado en un tiempo como el más rentable de Europa, ahora en quiebra. La resolución implica que los 305.000 accionistas (incluido el 75% de la plantilla) y los titulares de convertibles y deuda subordinada, por valor de 2.000 millones, pierden todo su dinero (bail-in o rescate interno).

La situación del Popular era crítica. Desde el Banco Central Europeo (BCE) se concluyó que estaba en riesgo de caída por el “deterioro significativo” de su liquidez en los últimos días, a raíz de una fuga de depósitos continuada y una falta de claridad en sus planes de futuro. Se le realizaron pruebas de estrés y arrojaba pérdidas de hasta 8.200 millones en el peor escenario. Al final, la cuantiosa fuga de depósitos y la negativa del supervisor a facilitar los fondos que se necesitaban para abrir las oficinas han ocasionado que en una noche una entidad con cerca de 12.000 empleados y 1.739 oficinas haya pasado a manos de un competidor.

Tras la intervención de la entidad, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ha gestionado su venta al Santander, bajo la autorización del Mecanismo Único de Resolución, la agencia europea dependiente del BCE, que al comienzo de 2016 se convirtió en la máxima autoridad para la drástica reestructuración de entidades financieras en dificultades.

En el siguiente gráfico tenemos los porcentajes de créditos dudosos de las entidades financieras sobre el total de préstamos, a diciembre de 2016, en varios países europeos



En el Banco Popular, el volumen de créditos irrecuperables, consecuencia de la crisis inmobiliaria, parece que era mayor del esperado, lo que provocó la desconfianza de los accionistas y de los depositantes de fondos.

Esta quiebra bancaria, cuando ha pasado una década desde que se desencadenó la crisis de las hipotecas basura, da la impresión de que sigue sin aplicarse la regulación exigente que se anunció para evitar descalabros.

A nivel mundial, ya en 1974, los bancos centrales de once países industrializados formaron el Comité de Basilea, con la misión de conseguir una mejor coordinación en la vigilancia sobre el sistema bancario internacional. El Banco de Pagos Internacionales tiene su sede en la ciudad suiza citada y ejerce de banco central de los bancos centrales nacionales.

Tras la crisis de 2007, se produjo un gran debate en torno a la reforma de los sistemas financieros. El Comité de Basilea propuso un conjunto de normas sobre el capital y unas garantías más estrictas para los bancos internacionales pero, una vez más, se ha evidenciado que resulta difícil diseñar medidas normativas que no puedan ser burladas por los innovadores financieros.

Las nuevas medidas obligan a los bancos a financiarse con más capital y han avanzado en el control de los productos financieros de alto riesgo, pero no se ha llegado a concluir la regulación por las diferencias de criterio entre EE.UU y Europa en la financiación inmobiliaria.

La Camara de Representantes norteamericana adoptó el pasado jueves una iniciativa legislativa de los republicanos que contempla recortes en el paquete reglamentario aprobado tras la crisis financiera. Entre otros cambios, se propone eliminar las pruebas de resistencia a las que la Reserva Federal somete cada año a los grandes bancos para determinar si tienen los colchones de liquidez necesarios para soportar situaciones de estrés.

Contempla también cerrar la oficina de protección al consumidor, que se creó para prevenir los abusos financieros de las hipotecas tóxicas, el tipo de producto que hizo quebrar a grandes entidades como Lehman Brothers.

Aunque estas políticas republicanas puede que no cuenten con el apoyo suficiente para que salgan adelante en la redacción actual, no cabe duda que suponen un refrendo político para la promesa de desregulación del presidente Donald Trump.

El riesgo para los depositantes viene de que los bancos utilizan también fondos de sus clientes para conceder préstamos y comprar otros activos. Cuando algunos clientes no pueden devolver sus préstamos o los activos pierden valor, como es el caso del Banco Popular, las entidades son incapaces de cumplir con sus obligaciones, incluyendo la devolución de los depósitos.

Algunos analistas apuntan que vendría bien una reformulación de los test de estrés que se realizan a las entidades financieras o la utilización de otro método que genere más confianza para conocer a fondo la situación de cada entidad.









martes, 6 de junio de 2017

PRODUCTIVIDAD Y NIVEL DE VIDA

El historiador británico Angus Maddison señalaba que en 1820 Mexico tenía un PIB por habitante mayor que Japón. Sin embargo, algunas décadas más tarde, Mexico se encontraba muy por debajo del país asiático, que había crecido a una tasa anual del 1,9%, en tanto que Mexico no lograba superar el 1,2% anual. La diferencia entre las dos tasas no parece importante, pero a largo plazo tiene notables consecuencias en el nivel de vida de los países.

Hay tres razones básicas por las que el trabajador puede aumentar la producción : disponer de más capital físico (maquinaria y equipamientos), contar con mayor nivel de preparación para realizar la tarea (potencial o capital humano) y aprovechar las ventajas que ofrece el progreso tecnológico.

El nivel de producción varía de unos países a otros no sólo porque acumulan cantidades diferentes de factores productivos, sino también por la eficiencia con que se utilizan y combinan para producir valiéndose del progreso en organización y tecnología, es decir, la productividad, llamada también “productividad total de los factores” (PTF).

En términos de crecimiento, la ecuación sería:

Tasa de crecimiento de la producción = tasa de crecimiento de la productividad + tasa de crecimiento de los factores productivos

Como la producción y los factores son mensurables, reordenamos la ecuación para hallar la productividad debida al progreso tecnológico:

Tasa de crecimiento de la productividad = tasa de crecimiento de la producción – tasa de crecimiento de los factores productivos

Significa que se puede medir la tasa de crecimiento de la productividad, como residuo, a partir de datos conocidos, restando a la tasa de crecimiento de la producción por trabajador las tasas de crecimiento del capital físico y del potencial humano. Es la llamada contabilidad del crecimiento.

Según estudios norteamericanos, en un período amplio, 1948-2008, se estima que la productividad del trabajo per capita creció a una tasa del 2,6% por año. El 46% fue debido al incremento del capital físico y el potencial humano por trabajador, y el restante 54% obedeció al aumento de la productividad (PTF), es decir, al progreso tecnológico.

En el caso de España, en el período 1993-2008, la PTF cayó un -0,6% anual, cuando en la Eurozona aumentó el 0,3%. Las causas podemos centrarlas en la especialización española en servicios intensivos en mano de obra (turismo y comercio), la burbuja de la construcción y la insuficiencia de la inversión en I+D+i.

Durante la reciente crisis, la productividad aparente del trabajo aumentó un 12% en España, frente al 3,6% en Alemania, pero destruyendo mucho empleo en actividades poco productivas. El aumento resulta engañoso porque no supone mejora alguna en los sistemas de producción. La auténtica productividad, la PTF, muy inferior en España respecto a la Eurozona, es la que sitúa el nivel actual de PIB por habitante en España en 24.000 euros, cuando en la Eurozona alcanza lo 31.600 euros.

Por tanto, no cabe duda que las diferencias en las tasas de crecimiento económico, que repercuten en los niveles de vida de los países, se deben fundamentalmente a los desiguales incrementos de productividad. Como escribió Krugman “La productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo. La capacidad de un país para mejorar sus condiciones de vida depende casi enteramente de su habilidad para elevar la producción por trabajador”