martes, 27 de diciembre de 2016

VULNERABILIDAD ECONÓMICA


España lleva tres décadas integrada en una organización supranacional, la Unión Europea, con incidencia en la economía y en la sociedad del país, pero resulta escasa la información que existe sobre el entramado europeo.

La Unión Europea proviene de la Comunidad Económica Europea, surgida del denominado Mercado Común, que nació en 1957 bajo el impulso de 6 grandes países de Europa occidental con necesidad de hacer frente a la competencia de americanos y japoneses. En la década de los ochenta se dejó sentir también la competencia de los países del sureste asiático y más tarde la de las economías emergentes.

En la era de la competencia global se hizo evidente el declive europeo. Al comienzo de este siglo, la participación de Europa Occidental en la economía mundial era en torno a la quinta parte, frente a algo más que la cuarta medio siglo antes.

En el interior de la Unión Europea se pueden distinguir dos tipos de economías. Por una parte los países centrales, encabezados por Alemania y Holanda, con gran potencia productiva y orientados hacia la exportación, que disfrutan de balanzas de pagos con excedentes financieros. El reverso de la moneda son los países periféricos del sur y del este, España entre ellos, cuya característica más destacada es el alto nivel de endeudamiento.


Como podemos observar en el gráfico, el endeudamiento público español ha superado el 100% del PIB. Ahora que el tipo de interés parece que tiende a subir, no debemos olvidar que un incremento del 1% en la tasa anual supondría subir el coste de los intereses anuales en más de 10.000 millones de euros.

Fue tras la implantación del euro cuando los bancos de los países centrales, en busca de mayores rendimientos para sus excedentes financieros, prestaron abundante dinero a los periféricos, entre ellos España, generando unas deudas que difícilmente pueden pagarse.

Con la llegada de la crisis, los profetas del neoliberalismo, preocupados ante las quitas de deuda que pueden ser necesarias, hacen como que olvidan su fobia al Estado y exigen el rescate de los países en dificultades financieras, cuyos principales acreedores son los grandes bancos europeos. Fuerzan a intervenir a los Estados y a las instituciones internacionales, con fondos públicos, mostrando así la estrecha relación entre los grandes capitales y los Estados.

Las ayudas financieras han venido acompañadas de duros programas de austeridad, que debilitan el Estado de bienestar y disminuyen el nivel de vida de los ciudadanos, lo cual frena la producción de los países y detiene el crecimiento, incluso llegando a provocar un descenso del PIB en algunas economías. En un episodio de ceguera económica, la exigencias de los países centrales de cobrar sus créditos a toda costa llega a ocasionar la pérdida de nivel productivo en los países periféricos, que imposibilita precisamente realizar los pagos.

En el Parlamento Europeo se están cuestionando la capacidad de afrontar otra crisis como la reciente, dada la vulnerabilidad de la Eurozona y la dificultad de usar la política fiscal. El BCE ha tenido intervenciones decisivas para sostener el euro con su frase “haré todo lo necesario” y el programa de compra de activos.

El PIB de España crece a una tasa del 3,2%, pero no se puede olvidar que es debido en parte a los vientos de cola: bajo coste del petróleo, tasa de interés mínima y un euro muy depreciado. Puede que la economía española tenga que sufrir más que otras cuando cambien las circunstancias, sobre todo cuando el BCE empiece a retirar el estímulo monetario

Un plan presentado en Bruselas recientemente apunta a un régimen europeo de prestaciones por desempleo que, para evitar las transferencias en una sola dirección, exigiría a los participantes armonizar la fiscalidad y el mercado laboral, incluido el salario mínimo. Sería financiado por el MEDE (Meanismo de Estabilidad Europeo), que se convertiría en una especie de Fondo Monetario Europeo. Pero de momento parece que cuenta con la oposición contunde de Alemania a cualquier tipo de mutualización.
















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