El desglose correspondiente a la Contabilidad Nacional española del segundo trimestre confirma la continuación de la fase expansiva, pero señala el descenso de la contribución de la demanda nacional o interna, que incluye el gasto en consumo y la formación bruta de capital (inversión).
La inversión empresarial abarca dos componentes: la formación bruta de capital fijo (edificios, maquinaria, elementos de transporte, etc) y la variación de las existencias. Entre ambos conforman la parte del nuevo valor añadido de la economía que se invierte en lugar de consumirse.
Por los datos que aporta el Banco de España, mientras que el avance del PIB del segundo trimestre desciende del 0,8% en el 2015 al 0,7% en el año actual, la contribución de la demanda interna cae de modo más pronunciado. España todavía no ha vuelto a alcanzar los niveles de renta per cápita de 2008, dado que en el conjunto del período 2008-2015, mientras los países de la Eurozona crecieron en promedio un 12,6%, el PIB de España cayó un 0,6%.
En el conjunto de los países desarrollados, a pesar del extraordinario apoyo financiero de los bancos centrales con la masiva compra de bonos (flexibilización cuantitativa), la economía mundial no está en buen estado. Se constata que el sector empresarial ha reducido la inversión en relación con el PIB en los últimos años.
Las causas pueden ser el envejecimiento de la población, la reducción del potencial de crecimiento, la innovación tecnológica, que reduce la necesidad de capital, y la forma de retribuir a los directivos, que muchas veces ya no depende del esfuerzo inversor realizado sino del precio de las acciones.
Como el bajo nivel de inversión puede lastrar la recuperación económica, el Banco Central Europeo ha realizado una encuesta entre grandes empresas para conocer sobre el terreno los motivos del descenso en las inversiones.
En el siguiente gráfico se recogen las respuestas de los empresarios:
Las empresas responden que la falta de inversión obedece en primer lugar a la ausencia de demanda, seguido de las expectativas no muy favorables y la sobrecapacidad productiva de las instalaciones empresariales.
La preocupación por la incidencia de los costes laborales en las decisiones de inversión, un argumento que ha sido utilizado para provocar la devaluación salarial y los ajustes en los gastos sociales, aparece situada en la posición séptima, y el cambio en la regulación del mercado laboral queda relegado al décimo lugar.
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