Superando el trueque, el intercambio de unos productos por otros, el dinero surge
como intermediario para fijar una referencia que facilite las compraventas. El
ganado, la sal, las conchas y otros productos fueron capaces de realizar esa
función, pero con el paso del tiempo se generalizó el uso del oro y de la
plata, que llegaron a considerarse como riquezas en sí mismas.
Los orfebres que trabajaban y custodiaban el oro, el metal
más usado como moneda, fueron los primeros banqueros. Los certificados que
entregaban a los depositantes simbolizaban el oro que guardaban, por lo que los
mercaderes no necesitaban transportar el
metal para hacer los pagos. Bastaba con entregar los certificados o justificantes.
Llegó un momento en que los orfebres, y luego los bancos, aprovechando
que los depositantes no se presentaban a retirar sus ahorros todos al mismo
tiempo, comenzaron a entregar como préstamo parte del oro depositado en sus arcas, con lo que la suma de los certificados emitidos y el metal en
circulación era superior al oro real existente. Así nació la reserva bancaria fraccionaria, un sistema que sirve para crear dinero de la nada.
El vínculo entre dinero y oro fue resquebrajándose y se
rompió definitivamente en 1971, cuando EE.UU. dejó de garantizar la conversión
de dólares en oro. La moneda se convirtió en fiduciaria y hoy día tiene valor
por la confianza que despierta entre los usuarios.
Vemos en el gráfico la relación entre barriles de petróleo y
onza troy de oro (31,1 gramos) en las últimas décadas. Comprobamos que en las
crisis aumenta el precio del oro (en barriles), convirtiéndolo en refugio de
los inversores ante inestabilidades económicas y financieras.
Con la nueva tecnología, convertido el dinero en anotaciones
(bits) de ordenador, en cuestión de milésimas de segundo se pueden realizar
miles de operaciones de compraventa de activos.
Una explicación alternativa es la que sitúa a la deuda como
el origen del dinero. Se suele utilizar como ejemplo el caso del Banco de
Inglaterra, quizás el primero de los bancos modernos, que nació en el siglo
XVII, cuando un grupo de banqueros concedió a la corona inglesa un crédito de
un millón de libras a cambio de la licencia para emitir moneda. Los billetes se
convirtieron así en pagarés de una parte de la deuda del rey, que se pusieron a
circular en el país.
Uno de los aspectos positivos del crédito es que permite
emprender proyectos que de otro modo no se hubieran llevado a cabo. Con la
deuda (crédito) llegamos a apropiarnos de hecho del dinero que se encuentra en
el futuro y que lo necesitamos en el presente para realizar nuestros proyectos
actuales.
El sistema monetario se parece a un iceberg: el efectivo, que
no representa más del 5% del dinero en circulación, es la parte visible, y el
resto es dinero virtual, generado en el endeudamiento. Al ir cancelándose los
créditos, el dinero va desapareciendo de la circulación.
Como manejar el dinero resulta costoso, los bancos tratan de
estimular la realización de operaciones por vía electrónica. Además, el dinero
virtual tiene la ventaja de que deja un trazo que puede seguirse. Pero el
desuso en que viene cayendo el dinero está provocado fundamentalmente por el
cambio tecnológico.
Como innovación tecnológica más reciente, en el año 2008 nació
Bitcoin, una moneda alternativa basada en la revolución de las cadenas de
bloques, que no necesita de bancos intermediarios, pero funciona en estos
momentos únicamente como valor de intercambio y todavía está poco extendida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario